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El diablo tiene envidia de la acción de Dios en el alma de los santos. Él también quiere ejercer su poder, su tiranía, sobre los hombres y las mujeres. Y lo hace mediante la obsesión y la posesión demoníaca. La obsesión demoníaca (distinta de la obsesión psicológica) es una serie de tentaciones más violentas y duraderas que las ordinarias. La obsesión demoníaca es externa, cuando obra por medios exteriores, como las falsas apariciones; la obsesión demoníaca es interna, cuando provoca impresiones internas en la sensibilidad y en la imaginación. En ocasiones se mezclan las exteriores y las interiores. Ha habido santos que atacados con obsesiones externas por toda clase de fantasmas y fantasías, conservaron el interior de su alma en paz.
El demonio se puede aparecer bajo aspectos repugnantes o seductores como se apareció muchas veces a San Alfonso Rodríguez y otros santos. También se puede aparecer como un ángel de luz. A Santa Margarita de Córdoba le hacía oír palabras obscenas que horrorizaban a la santa. A San Juan María Vianney le empujaba y movía su cama para asustarlo, pero el Cura de Ars se quedaba muy tranquilo y en paz. A San Francisco Javier lo golpeaba y le hacía heridas en el cuerpo.
El demonio puede obrar en los sentidos interiores de la memoria, la imaginación y las pasiones que las excita con arrebatos de ira, angustia desesperada, antipatía instintiva o peligrosas ternuras que no tienen razón alguna que las justifique. Es difícil, a veces, determinar si hay verdadera obsesión demoníaca. En caso de duda, lo mejor es consultar con un psiquiatra católico competente para examinar si los fenómenos que sufre una persona determinada, son solamente un estado morboso que se puede aliviar con una higiene natural y oracional.
Si la obsesión diabólica es moralmente cierta o muy probable, se puede aplicar privadamente los exorcismos prescritos por el Ritual Romano de la Iglesia Católica en otras fórmulas abreviadas. Los exorcismos oficiales de la Iglesia solamente pueden aplicarse con el permiso del obispo de la diócesis.
Autores hay que a la obsesión diabólica le llaman posesión diabólica intermitente.
P. Manuel Martínez Cano mCR
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