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1789, aborto, cortes de cadiz, democracia, democracia demoníaca, español, grandeza, oligarquía, ONU, orgullo españo, política, revolucion francesa, sin dios
La voz de Pablo: Es un hecho histórico indestructible que casi la mitad de los católicos del mundo rezan en español. España ha sido evangelizadora de medio mundo.
María: es verdad, esa es nuestra grandeza y nuestro orgullo; pero nuestra desgracia es que España hoy debe ser de nuevo evangelizada.
Santiago: Pero lo tremendo es que no sólo España ha de ser evangelizada, es todo el mundo el que hay que rehacer desde sus cimientos; la democracia moderna ha desterrado a Dios de la vida social y política y fuerza a los ciudadanos a liberarse de toda ley moral católica. Lo primero que debemos evangelizar es la política.
Sara: lo más terrible de esta democracia es la ley del aborto por la que se están asesinando millones de niños y niñas. La democracia es demoníaca.
Mateo: Y es que la democracia nació asesina. El teórico por excelencia de esta democracia demoníaca, Rousseau, propuso la pena de muerte para el reincidente que pone por obra su disentimiento.
Ruth: Yo he hecho mi tesis doctoral sobre los derechos del hombre y he sacado la conclusión de que estos derechos que arrancan de la Revolución Francesa de 1789 y de la ONU (1948) son los derechos del Hombre sin Dios.
Juan: toda esa podredumbre vino a España en las Cortes de Cádiz que proclamó la soberanía del pueblo en contra del mismo pueblo; fue la usurpación del trono realizada por una minoría insignificante dominada por las deslumbrantes utopías de la asamblea constituyente de Francia.
Magdalena: Desde entonces, el pueblo del que hablan los demócrata es una identidad abstracta que nada tiene que ver con la realidad concreta, manejado por los ideólogos de los partidos políticos.
Pedro: tenéis razón, la democracia actual, está organizada por una oligarquía que se hace elegir por votación popular.
Salomé: Yo no voy a repetir la fanfarronada de Mateo de la semana pasada. Mi hijo vino muy contento después de los exámenes: Mamá, casi me han puesto un diez en matemáticas. ¡Ay, qué alegría hijo mío!; y, ¿por qué dices “casi”? Mamá, es que se lo han puesto al que se sienta a mi lado.
José: Otro proyecto democrático.
Magdalena, presidenta.
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