Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Imitación de Cristo XXXVIII (38): Que las palabras de Dios se deben oír con humildad y muchos no las consideran como deben

02 miércoles Oct 2013

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apetito, beneplácito divino, carne, ciencia, Dios, espíritu y vida, filósofos, humildad, Imitación de Cristo, ley, mundo, palabras, perezoso, ponderar, profetas, quejumbroso, razón humana, siervo

Jesucristo.- 1. Oye, hijo, mis palabras, palabras suavísimas, que exceden toda la ciencia de los filósofos y sabios de este mundo. «Mis palabras son espíritu y vida» (Jn 6,64) y no se pueden ponderar por la razón humana. No se deben traer para vana complacencia sino oírse en silencio y recibirse con toda humildad y grande afecto. El Alma.- Y dije yo: «Bienaventurado aquel a quien tú, Señor, instruyeres, y a quien mostrares tu ley, porque lo guardes de los días malos» (Sal 93,12), y no sea desamparado en la tierra.

Jesucristo.- 2. Yo -dice Dios- enseñé a los profetas desde el principio, y no ceso de hablar a todos hasta ahora; pero muchos son duros y sordos a mi voz. Muchos oyen con más gusto al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen el apetito de su carne que el beneplácito divino. El mundo promete cosas temporales y pequeñas, y con todo eso le sirven con grande ansia. Yo prometo cosas grandes y eternas, y entorpécense los corazones de los mortales. ¿Quién me sirve a mí y obedece en todo con tanto cuidado como al mundo y a sus señores se sirve? «Avergüénzate Sidón, dice el mar» (Is 23,4). Y si preguntas la causa, oye el porqué.

3. Por un pequeño beneficio van los hombres largo camino, y por la vida eterna, con dificultad muchos levantan una vez el pie del suelo. Buscan los hombres viles ganancias; por una moneda pleitean a las veces torpemente; por cosas vanas, y por una corta promesa, no temen fatigarse de día y de noche. Mas, ¡oh vergüenza!, que emperezan de fatigarse un poco por el bien que no se muda, por el galardón que inestimable y por la suma gloria sin fin. Avergüénzate, pues, siervo perezoso y quejumbroso, de que aquellos se hallen más dispuestos para la perdición que tú para la vida. Alégranse ellos más por la vanidad que tú por la verdad. Porque algunas veces les miente su esperanza; pero mi promesa a nadie engaña, ni deja frustrado al que confía en mí. Daré lo que he prometido, cumpliré lo que he dicho, si alguno perseverare fiel en mi amor hasta el fin. Yo soy remunerador de todos los buenos y fuerte examinador de todos los devotos.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXVI

03 miércoles Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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acciones, acto heroico, Asociaciones, buen señor, cofradías, congregaciones, consagrarse, devoción más excelente, esclavo de Jesús, esclavo de María, generoso con los generosos, glorificar a Dios, gran amigo, Jesucristo por María, Me ha ganado enteramente dándose enteramente a mí, padecimientos, palabras, pensamientos, perfecta consagración, Rey de Reyes, San Bernardo, San Germán, santíisma virgen, santísima trinidad, virgen

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

135. Primer motivo, que nos muestra la excelencia de esta consagración de sí mismo a Jesucristo por medio de María.
santisima-virgen-mariaSi no es posible concebir empleo más relevante en la tierra que el servicio de Dios; si el menor servidor de Dios es más rico, más poderoso y más noble que todos los reyes y los emperadores de la tierra, a menos que éstos sirvan fielmente a Dios, ¿cuáles no serán las riquezas, el poder y la dignidad del fiel y perfecto cristiano que se sacrifica al servicio de Dios enteramente y sin reserva en cuanto le es posible? Tal es un fiel y amoroso esclavo de Jesús y de María que se ha entregado todo entero, sin reservarse nada para sí, por medio de su Santa Madre, al servicio de este Rey de reyes; todo el oro de la tierra y las bellezas de los cielos no valen nada en comparación suya.

136. Las demás Congregaciones, Asociaciones y Cofradías erigidas en honor de Nuestro Señor y de su Santísima Madre, que tan grandes bienes producen en el Cristianismo, no obligan a darlo todo sin reserva; no prescriben a sus asociados para cumplir sus obligaciones, más que ciertas obras y prácticas, dejándoles libres para todas las demás acciones y para todo el resto de su tiempo; pero esta devoción hace que el esclavo fiel dé sin reserva a Jesús y a María todos sus pensamientos, palabras, acciones y padecimientos de toda la vida; de modo que ya sea que vele o que duerma, ya sea que beba o que coma, o que haga las acciones más grandes o las más pequeñas, siempre se dirá en verdad que lo que hace, aun sin pensar en ello, es para Jesús y para María, en virtud de su ofrenda absoluta, a menos que no se haya expresamente retractado. ¡Qué consuelo!

137. No hay ninguna otra práctica por la que se desprenda uno más fácilmente de este espíritu de amor propio que se desliza en las mejores acciones imperceptiblemente, y nuestro buen Jesús concede esta inmensa gracia en recompensa del acto heroico y desinteresado que se ha llevado a efecto, entregándole, por medio de su Santísima Madre, todo el valor de las buenas obras. Si da el céntuplo en este mundo a los que por su amor dejan los bienes exteriores temporales y perecederos, ¿qué céntuplo no dará al que le sacrifique también sus bienes interiores y espirituales?

138. Jesús, nuestro gran amigo, se nos ha dado sin reserva, en cuerpo y alma, con sus virtudes, gracias y méritos. Se dispuso totalmente para mí, dice San Bernardo: Me ha ganado enteramente dándose enteramente a mí. ¿No es, pues, acto de justicia y reconocimiento que nosotros le demos todo lo que podamos darle? El ha sido primeramente liberal con nosotros: seámoslo nosotros con El, en justa correspondencia, y Jesucristo será para nosotros durante nuestra vida, en nuestra muerte y por toda la eternidad más generoso aún. Será generoso con los generosos, dice San Germán.

139. Segundo motivo, que nos muestra que es justo en sí mismo y ventajoso para los cristianos el consagrarse por entero a la Santísima Virgen, para entregarse así con más perfección a Jesucristo.
Este buen Señor no se ha desdeñado de encerrarse en el seno de la Santísima Virgen como un esclavo de amor, y de vivir sometido y obediente a Ella durante treinta años. En esto es en lo que, repito, se pierde el espíritu humano al reflexionar seriamente en esta conducta de la Sabiduría encarnada, que no ha querido, por más que pudiera hacerlo, darse directamente a los hombres, sino por medio de la Santísima Virgen; que no ha querido venir al mundo en la edad de un hombre perfecto e independiente de otro, sino como débil y pequeño niño, dependiente de los cuidados y de la asistencia de su Santísima Madre.
Esta sabiduría infinita, que tenía un deseo inmenso de glorificar a Dios, su Padre, y de salvar a los hombres, no ha hallado medio más perfecto y más corto para hacerlo que someterse en todo a la Santísima Virgen, no sólo durante los ocho, diez o quince primeros años de su vida, como los demás niños, sino durante treinta afios, y ha dado más gloria a Dios, su Padre, en este espacio de tiempo de sumisión y de dependencia de la Santísima Virgen, que le hubiese dado empleando estos treinta años en hacer prodigios, en predicar por toda la tierra, en convertir a todos los hombres: que, si hubiese creído lo otro más perfecto, lo hubiese realizado. ¡Oh, cuán grandemente se glorifica a Dios sometiéndose a María, a ejemplo de Jesús!
Teniendo a nuestra vista un modelo tan visible y tan conocido de todo el mundo, ¿no seríamos unos insensatos en esperar hallar un medio más perfecto y más corto de glorificar a Dios que el de someternos a María, a imitación de su hijo?

140. Recuérdese ahora, en prueba de la dependencia que debemos tener de la Santísima Virgen, lo que más arriba he dicho al referir el ejemplo que de esa dependencia nos da el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
El Padre no nos ha dado ni nos da a su Hijo sino por medio de María, ni adquiere hijos adoptivos sino por María, y no comunica sus gracias sino por María; Dios-Hijo no ha sido formado para todo el mundo en general sino por Ella, ni se forma diariamente ni nace en las almas sino por Ella, en unión del Espíritu Santo, ni comunica sus méritos y sus virtudes sino por Ella; el Espíritu Santo no ha formado a Jesucristo sino por María, ni forma los miembros de su cuerpo místico sino por Ella, y no dispone de sus dones y sus favores sino por su medio. Tras de tantos y de tan poderosos ejemplos de la Santísima Trinidad, ¿podríamos, sin una extrema ceguera, desviarnos de María, y no consagrarnos a Ella, y no depender de Ella para ir a Dios y para sacrificarnos a Dios?

Imitación de Cristo XVIII

07 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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1, afligida, amar a Dios, amigos, avarientos, bienaventurados, carne, condenados, confusión, consuelo, Cristo, deleites, despreci, despreciado, devotos, disolutos, docta, dolor, filosofía, floridas, Infierno, juicio, juicio de los hombres, justos, miserable, mundo, necesidad, obediencia, obras santas, oprimidos, paciencia, palabras, palacio dorado, pecadods, pecadores, penas, penitencia, poder, precioso, propio, reinar, riquezas, Sab 5, sabio, sagacidad, soberbios, sosiego, sufrida, tesoro, tierra, tormento, trabajos, tribulación, vanidad, vestido, vicio

Capítulo 24 (II)

Del juicio y penas de los pecadores

4. No hay vicio que no tenga su propio tormento.
Allí los soberbios estarán llenos de confusión, y los avarientos serán oprimidos con miserable necesidad.
Allí será más grave pasar una hora de pena que aquí cien años de amarguísima penitencia.
Allí no hay sosiego ni consuelo alguno para los condenados; mas aquí cesan algunas veces los trabajos y se goza del consuelo de los amigos.
Ten ahora cuidado y dolor de tus pecados, para que en el día del Juicio estés seguro con los bienaventurados.

5. Pues entonces «estarán los justos con gran constancia contra los que les angustiaron y persiguieron» (Sab 5,1).
Entonces estará para juzgar el que aquí se sujetó humildemente al juicio de los hombres.
Entonces tendrá mucha confianza el pobre y humilde; mas el soberbio, por todos los lados se estremecerá.
Entonces se verá que el verdadero sabio en este mundo fue aquel que aprendió a ser necio y menospreciado por Cristo.
Entonces agradará toda tribulación sufrida con paciencia, «y toda maldad no despegará los labios» (Sal 106,42).
Entonces se alegrarán todos los devotos y se entristecerán todos los disolutos.
Entonces se alegrará más la carne afligida que la que siempre vivió en deleites.
Entonces resplandecerá el vestido despreciado y parecerá vil el precioso.
Entonces será más alabada la pobre casilla que el palacio dorado.
Entonces ayudará más la constante paciencia que todo el poder del mundo.
Entonces será más ensalzada la simple obediencia que toda la sagacidad del siglo.
Entonces alegrará más la pura y buena conciencia que la docta filosofía.
Entonces se estimará más el desprecio de las riquezas que todo el tesoro de los ricos de la tierra.
Entonces te consolarás más de haber orado con devoción que de haber comido delicadamente.
Entonces te alegrarás más de haber guardado silencio que de haber conversado mucho.
Entonces valdrán más las obras santas que las palabras floridas.
Entonces agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia que todos los deleites terrenos.

6. Aprende ahora a padecer en lo poco, para que entonces seas libre de lo muy grave.
Prueba aquí primero lo que podrás después.
Si ahora no puedes padecer levemente, ¿cómo podrás después sufrir los tormentos eternos?
Si una pequeña penalidad te hace tan impaciente, ¿qué hará entonces el infierno?
De verdad no puedes tener dos goces: deleitarte en este mundo y después reinar con Cristo.
Si hasta ahora hubieses vivido siempre en honores y deleites, y te llegase el instante de la muerte, ¿qué te aprovecharía todo lo pasado?
Todo, pues, es vanidad, sino amar a Dios y servirle a Él solo.
Porque quien ama a Dios de todo corazón, no teme la muerte, ni el tormento, ni el juicio, ni el infierno; pues el amor perfecto tiene segura entrada para Dios.
Mas quien todavía se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el juicio.
Bueno es, no obstante, que si el amor aún no te desvía de lo malo, por lo menos el temor del infierno te refrene.
Pero el que pospone el temor de Dios, no puede durar mucho tiempo en el bien, sino que caerá muy pronto en los lazos del demonio.

 

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