Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

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La Voz de los Sin Voz XXV

12 miércoles Jun 2013

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aborto, amable lector, bestiales, bien comun, contracorriente, demócratas de toda la vida, enseñanza de la Iglesia, Estado laico, eutanasia, fin terreno de la política, género de uniones, incestuosas, injusticia, intolerantes con Dios, límite ético, ley natural, libertad humana, libertinaje, limite moral, muestra la ley natural, orden natural, para hacer el bien, pío XI, pecado, pedagogía y enseñanza democrática, pederastas, pluriafectivas, regula el derecho natural, trasciende, universal

Magdalena: Estamos recibiendo felicitaciones por nuestra aportación a “Contracorriente”. Nosotros hablamos de lo que nos viene al paso. Si algún amable lector, nos sugiere un tema, intentaremos complacerle. Lo que los tertulianos, tenemos claro es que, si no se pone un límite ético y moral a estos “demócratas de toda la vida”, institucionalizarán jurídicamente todo género de uniones: incestuosas, bestiales, pederastas, pluriafectivas…

Pedro: La pedagogía y enseñanza democrática es diametralmente opuesta a la enseñanza de la Iglesia. De hombres y mujeres sin formación humana y religiosa, puede esperarse cualquier cosa aberrante. No hay educación posible cuando se desprecia la verdad y no se enseña que la libertad humana es para hacer el bien, no el mal. Hacer el mal es libertinaje, injusticia y pecado.

Juan: Hemos oído y leído hasta la náusea, las alabanzas del Estado laico. No es verdad que las prácticas laicistas son neutras. Si todo es inmanente, como enseñan, se sitúan como antitrascendentes. El ejemplo de la retirada de los crucifijos del espacio público, no es una acción neutra. Lo que hacen esos demócratas es imponer totalitariamente su laicismo.

Salomé: Es evidente que lo de la neutralidad y la tolerancia es un camelo democrático para borreguitos. Cuando en sus programas ideológicos, toleran casi todo, los demócratas muestran su totalitarismo encubierto, siendo intolerantes con Dios y sus verdades.

Santiago: La Iglesia ha enseñado siempre que el fin terreno de la política es el bien común, que muestra la ley natural y regula el derecho natural. El derecho positivo, emanado de los parlamentos democráticos, no sirve como elemento definitorio del bien común. El aborto, la eutanasia y otras leyes democráticas antinaturales son ejemplos demoledores.

Judit: Estoy de acuerdo. El fin natural es el bien común de todos los integrantes de la comunidad. Asesinar a enfermos mentales, físicos y ancianos, para beneficiar a otros ciudadanos es monstruoso. El bien común es universal y trasciende, y al mismo tiempo, mantiene todos los bienes particulares, como enseña la Iglesia.

Pablo: No hay bien común si no se respeta el orden natural. La determinación del bien común, como enseña Pío XI, le corresponde a la ley natural. Las leyes positivas de los Estados, contrarias a la ley natural, son injustas y no obligan en conciencia.

Magdalena Presidenta

La Voz de los Sin Voz XXIII

29 miércoles May 2013

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combate político, coraje, franco, fruto amargo, Hitler, oración, pecado, régimen político democrático, sacrificio, Santo Padre Francisco, voz de los sin voz, XXIII

Salomé: La tragedia humana que estamos sufriendo es el fruto amargo del pecado, porque el pecado deforma la inteligencia, debilita la voluntad y crea estructuras viciosas y corruptoras.

Santiago: En el fondo de esta tragedia está la anti-educación que reciben muchos niños y jóvenes en colegios, institutos y universidades. La misión de educar corresponde a la familia, a la Iglesia, a los grupos sociales intermedios y al Estado. Pero en eso que llaman democracia se ha impuesto la dictadura de la mayoría que elabora e impone pedagogías aberrantes.

Judit: El proyecto fundamental de esos demagogos es formar una generación de ciudadanos que sirvan al Estado. El hombre democrático, no ha sido creado para servir a Dios, sino al Estado relativista en moral y neutro en religión. Es un totalitarismo estatal que coarta la libertad del hombre.

Pablo: Para mí, el problema central del régimen político democrático, que nada tiene que ver con la democracia clásica de Aristóteles o los cantones suizos, es que las ideologías democráticas actuales son relativistas y nihilistas: imponen el falso derecho de enseñar el error y la corrupción; el aborto y la eutanasia.

Rut: Para educar niños y jóvenes (también adultos), es necesario formarlos en las virtudes morales y sobrenaturales. Esta educación humana y cristiana es incompatible con un régimen democrático que tiene como un derecho fundamental asesinar niños inocentes con la ley del aborto como pretexto.

Andrés: Los gobiernos democráticos monopolizan la educación de la gran mayoría de los ciudadanos. Imponen sus sistemas, teorías, métodos, designan los textos, programas… todo. Y esto es, sencillamente, un totalitarismo implacable.

María: Le he oído decir muchas veces a mis abuelos que eso que llaman educación para la ciudadanía y demás títulos rimbombantes, no es más que una práctica corruptora, diametralmente opuesta a la enseñanza tradicional de las familias, la Iglesia y los colegios católicos.

Mateo: Es bueno escuchar a nuestros abuelos y leer buenos libros, sobre todo los documentos de los Papas. El Santo Padre Francisco nos ha exhortado varias a veces a que vivamos nuestra fe con coraje. Franco así lo hizo. Y así venció al comunismo, al socialismo y anarquismo con las armas. Rindió dialécticamente a Hitler. Y venció al cerco internacional o aislamiento de todas las naciones que retiraron sus embajadores de España.

Coraje, oración, sacrificio y combate político.

 

                                                     Magdalena Presidenta

El Pecado Particular de Cada Uno

07 martes May 2013

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1, 8-9, alma, contra Dios, deleite asqueroso, deliberada, destrucción cristiano, esclavo de satanas, Infierno, Isaías, Luzbel, malicia del pecado, pecado, pecado mortal, pecado particular, rebelión, san francisco de sales, san ignacio, san Juan, san juan de ávila, santa teresa de jesús, santísima trinidad, suicido espiritual, vil criatura

“El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero pecado particular de cada uno que por un pecado mortal es ido san Ignacioal infierno, y otros muchos sin cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo hacer otro tanto sobre el 3 pecado particular, trayendo a la memoria la gravedad y malicia del pecado contra su Criador y Señor, discurrir con el entendimiento cómo en el pecar y hacer contra la bondad infinita, justamente ha sido condenado para siempre, y acabar con la voluntad, como está dicho”.

La fe nos enseña que quien muere con un sólo pecado mortal se condena en el infierno para siempre. Es lo que le sucedió a Luzbel y a los ángeles que desobedecieron a Dios. La Iglesia sólo nos dice quienes son los que se salvan, los santos. No sabemos si hay alguien hombre o mujer que se haya condenado por un sólo pecado mortal. Lo que san Ignacio quiere es que nos convenzamos de la malicia del pecado, para preferir antes morir que pecar. No hay nada más horrible que un pecado mortal que nos hace merecedores del infierno, de una vida de eterno sufrimiento y desesperación. El condenado jamás verá a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; jamás verá a la Virgen Santísima.

Todo pecado mortal es una rebelión deliberada contra Dios; la criatura se enfrenta a su Creador; es la rebelión contra la Misericordia infinita de Dios. Y todo por una vil criatura, un deleite asqueroso. El pecado es un suicidio espiritual; es la destrucción del alma del cristiano como templo vivo de la Santísima Trinidad; es la única desgracia que merece ese nombre. El pecado mortal encierra en sí una malicia, en cierto modo, infinita. Por el pecado el cristiano pierde la dignidad de hijo de Dios y se hace esclavo de Satanás: “El pecado entra por una puerta y Dios sale por la otra ¡Oh malaventurado de aquel que dice de Dios: Salíos, que quiero entrar en mi casa al demonio!” (San Juan de Ávila). Santa Teresa de Jesús dice: “En ninguna manera sufriera andar en pecado mortal solo un día, si yo lo entendiera”.

El pecado es enseñorear la bestia que llevamos dentro: “El apartamiento de Dios al recrearse desordenadamente de la criatura” (Santo Tomás de Aquino). “No entendemos que es el pecado una guerra campal contra Dios de todos nuestros sentidos y potencias del alma… vi cuán bien se merece el infierno por una sola culpa mortal, porque no se puede entender cuán gravísima cosa es hacerla delante de Dios” (Santa Teresa de Jesús). San Francisco de Sales: “Es preferible morir antes que pecar conscientemente y deliberadamente; pero cuando caemos es preferible todo antes que perder el ánimo, la esperanza y la voluntad, pues el Señor lo convertirá todo en gloria y honra suya”.

San Juan de Ávila: “Para que quiere Dios el Cielo sino para los pecadores arrepentidos”. Isaías: “Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana”. 1º San Juan 1, 8-9: “Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él que es fiel y justo, nos perdonará los pecados”. los santos encontraron siempre, en el conocimiento de sus propios pecados perdonados, materia abundante para encenderse en el amor de Dios. Nuestro Señor dijo a Santa Catalina: “El pecado de desesperación me ofende más que el abuso de confianza y es más grave  para los pecadores que todos los otros pecados que cometieron en el curso de la vida”. Eclesiástico 7,40: “Acuérdate de tus postrimerías (muerte, juicio, infierno, cielo) y no pecarás”.

Nuestro Señor dijo a Santa Margarita María Alacoque: “Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y que en pago de tanto amor no recibe de ellos más que ingratitudes, olvidos, indiferencias y ultrajes”. Beata Jacinta: “Fíjate, ¿sabes? nuestro Señor esta triste porque Nuestra Señora nos dijo que no lo ofendieran más que ya está muy ofendido, y nadie le hizo caso; continúan haciendo los mismos pecados… Las guerras son castigos por los pecados de los hombres”. Las quejas más amargas, por los pecados de los sacerdotes, religiosos y religiosas, las recibió santa Faustina Kowalska de la Divina Misericordia. El pecado es la separación del amor infinito de Dios, la idolatría de uno mismo. El pecado nace en el terreno del gusto; todos los pecados son agradables a la naturaleza humana caída, menos el de envidia. Decimos que no queremos pecar y buscamos la ocasión de pecar (TV, revistas, cine…). Hay que pedir al Señor aborrecimiento de las ocasiones de pecar. Todo tiene importancia, para evitar el pecado.

Sabiduría 5,16: “Sabed que uno que convierte al pecador de su extravío, se salvará de la muerte, y sepultará un sinfín de pecados”. Sublime, divino ideal. Trabajar incansablemente por la salvación de las almas, gastar y consumir nuestras vidas consolando al Corazón de Jesús (Jacinta y Francisco de Fátima). “Cristo murió por nuestros pecados” (1, Cor. 15,3). “Que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado” (Hbr. 3,15). “Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado” (Hebr. 12,4).

Santa Maravillas de Jesús: “¡Qué importa todo menos ofender a Dios! Está el Señor tan solo; la soberbia, el propio yo, le arroja de tantas almas. El ver las ofensas de Dios parece llegar a lo más íntimo del alma ¡Cómo está el mundo, qué indecencias y sobre todo qué ceguedad de los buenos y que confusión de ideas! ¡Hija, por amor de Dios! En estos momentos, en que tanto hay que pedir y reparar, no se entristezca sino por las ofensas de Dios y agradézcale las cosas desagradables al natural, sean las que sean, y más las que tan directamente tienden a hacerle agradable a Él. Cuando veo tantas ofensas y tan poca correspondencia de los suyos, me dan ganas que venga lo que sea, con tal de que no se le ofenda más”.

Muchos se han condenado con menos pecados de los que yo he cometido. Los juicios de Dios son incontestables. Ellos justamente condenados y yo misericordiosamente perdonado. Queda una sola cosa. Reformar mi vida, solamente deseando y eligiendo lo que más me conduce para el fin que he sido creado: la felicidad eterna. “Dios es un Padre que perdona. Su misericordia es mayor que nuestro pecado. Él perdonará nuestras faltas: decidamos no volver a cometerlas”. “Jesús nos ha dicho algo muy bello: Sus muchos pecados le han sido perdonados porque ha amado mucho. Si de verdad queremos tener reconciliación, tenemos que perdonarnos unos a otros, porque perdonar nos da un corazón puro, y el que tiene el corazón puro puede ver a Dios y puede amar con un amor puro, como Dios nos ama” (Beata Teresa de Calcuta).

El Pecado de Adán y Eva

02 jueves May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva; trayendo a la memoria pecado de adan y evacómo por el tal pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y quánta corrupción vino en el género humano, andando tantas gentes para el infierno. Digo traer a la memoria el 2º pecado, de nuestros padres, cómo después que Adán fue criado en el campo damaceno, y puesto en el paraíso terrenal, y Eva ser criada de su costilla, siendo vedados que no comiesen del árbol de la sciencia, y ellos comiendo, y asimismo pecando, y después vestidos de túnicas pellíceas, y lanzados del paraíso, vivieron sin la justicia original, que habían perdido, toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia; y consequenter discurrir con el entendimiento más particularmente, usando de la voluntad como está dicho.

Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles del paraíso”?. Y respondió la mujer a la serpiente “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”. Y dijo la serpiente a la mujer “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron una hojas de higuera y se hicieron unos cinturones.  Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yavé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín.

El Papa Benedicto XVI dijo que en nuestro tiempo se habla muy poco del pecado. Los santos sí predicaban y escribían mucho sobre el pecado. San Juan de Ávila: “¿Por qué ofendes a Dios y le haces combate con las piedras suyas? Diote sentidos, ojos, oídos, gusto, manos, pies, con que le sirvieses y le honrases y con todo ello le ofendes”. “¡Oh pecado! ¿Quién no se espantará de ti, de que puedas tornar a Dios de manso en airado, de amoroso en  aborrecedor, y que envíe al infierno y para siempre castigo a quien creó a su imagen y semejanza, y a quién había tomado por hijo y prometido la herencia del Cielo? ¿Quién habrá que no te aborrezca?”

Adán y Eva fueron creados por Dios en estado de santidad y justicia, perfectos. Les concedió los dones preternaturales que perfeccionan la naturaleza, sin elevarla al orden sobrenatural, pero si sobre lo que de suyo exige la naturaleza humana: ciencia infusa, inmoralidad corporal, inmunidad de concupiscencia (dominio de las pasiones), inmunidad de dolores y achaques corporales. Y, sobre todo, les concedió la gracia santificante, que es un don absolutamente sobrenatural, que les hizo participes de la naturaleza divina.

Por el pecado original, Adán y Eva perdieron los dones preternaturales; perdieron la santidad y justicia en que habían sido creados. Perdieron el don de integridad: “viendo que estaban desnudos” (Gen. 3, 7); el don de inmortalidad:”Hasta que vuelvas a la Tierra, pues de ella has sido tomada, ya que polvo eres y al polvo volverás” (Gen. 3,9); el don de impasibilidad: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces, parirás con dolor tus hijos” (Gen 3,16); “comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gen. 3,19) “Y le arrojó Dios, Yavé, del jardín de Edén…Expulsó a Adán…” (Gen 3,23-24).

Adán y Eva perdieron la gracia santificante, que solo se pierde por el pecado mortal. Todos los descendientes de nuestros primeros padres nacemos con el pecado original, privados de la gracia santificante y demás dones sobrenaturales. Los Santos Padres nos dicen que el pecado de Adán fue el más grande de todos los pecados porque es el de más graves consecuencias, tanto para Adán y Eva, como para sus descendientes, ya que con el pecado original, también perdimos nosotros la justicia y la santidad.

Satanás que odia a Dios y a los hombres y mujeres hechos a su imagen y semejanza, anda en torno nuestro mirando a quién devorar. Eva se dejo llevar por la curiosidad: el fruto prohibido “era muy hermoso a los ojos” (Gr 3,8). La vanidad de Eva, alagada con el “seréis como dioses”, le hizo alargar la mano; su sensualidad, excitada por el suave gusto de lo prohibido, le hizo caer. Y Adán, por complacer a su esposa, también desobedeció a Dios ¡Cuántas almas caen por los mismos pasos! Debemos refrenar nuestra curiosidad, fundarnos en humildad, mortificar nuestra sensualidad y jamás estar ociosos, aprovechando siempre el tiempo en la oración, el apostolado, los trabajos…

“La tentación nunca nos coge tan flacos como cuando estamos ociosos… No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a estos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos” (San Francisco de Sales). Y nuestro doctor de la iglesia, san Juan de Ávila, nos advierte: “Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser vencidos”. “Un santo nos dice que el hombre que se cree a sí mismo no ha menester demonio que lo tiente, que él es demonio para sí”.

Beata María Pilar Izquierdo: “Las tentaciones son como el abono que hace producir las flores más hermosas de las virtudes. Cada vez que se resiste una tentación se hace un acto de virtud consolidándose más el alma. ¡Oh!, que hermosos ramilletes de mil variadas flores podría ofrecer cada noche a Jesús después de un día de lucha y fidelidad”. “Las tribulaciones, las tentaciones, todo hay que bendecirlo, porque de esos males se sacan grandes bienes”. Nuestra doctora de la Iglesia, santa Teresa de Jesús, dice: “Son tantas veces las que esos malditos demonios me atormentan, y tan poco el miedo que yo los he, con ver que no pueden menear si el Señor no les da licencia… Sepan que cada vez se nos da poco de ellos quedan con menos fuerza y el alma muy mas señora… Porque son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas a ellos y cobardes que aquí muestran ellos su poder”.

La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede obligar a pecar, porque la voluntad permanece siempre dueña de su libertad. La tentación es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando voluntariamente la consentimos. Las tentaciones se vencen con la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia; con la oración y la mortificación de los sentidos; con la agregación del entendimiento y de la voluntad; con la huida de las ocasiones de pecar y, sobre todo, con la devoción a la Santísima Virgen. Estamos en buenas manos, estamos en el Corazón divino de nuestro Salvador, Jesucristo: “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla” (1 Cor 10,15).

“¡Cuanta corrupción vino al género humano andando tantas almas al infierno!” (san Ignacio). Y en mi alma ¿qué ha ocurrido? En el bautismo fuimos adornados por la gracia de Dios, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo, hechos hijos de Dios, herederos del Cielo y templos vivos de la Santísima Trinidad. Y si pecamos, lo perdemos todo. Nuestros primeros padres pecaron una sola vez, yo tantas veces ¿qué penas no he merecido yo? ¿Cómo es la fealdad de mi alma con tantos pecados manchada? Yo soy mayor culpable que Adán y Eva, merezco mayor castigo. Y, sin embargo, la Misericordia divina ha purificado mi alma y vive en ella. Misterio insondable del amor de Dios a sus criaturas.

El Pecado de los Ángeles II

24 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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428, A, adán, avengozarme, ángeles, ¿pecaste y no temes?, beato juan pablo II, castigo eterno, cavernas, Concilio IV de Letrán, confundir, conocimiento, corazón, de, del, demonios, diablo, Dios, dolor, eliminación, entendimiento, espíritu puri, eva, Infierno, non serviam, obedecer, partido, pecado, pecado particular, pecados míos, pevado, profundo, Romano Guardini, san ignacio, san juan de ávila, santa teresa de jesús, santo Tomás de Aquino, sentido, servir, tártaro, tenebrosas, vital, voluntad

«El primer punto será traer la memoria sobre el primer pecado, que fue de los ángeles, y luego sobre el mismo entendimiento discurriendo, luego la voluntad, queriendo todo esto, memorar y entender, por más avergonzarme y confundir; trayendo en comparación de un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y donde ellos por un pecado fueron al infierno, cuántas veces yo lo he merescido por tantos. Digo traer en memoria el pecado de los ángeles; cómo siendo ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en superbia, fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno; y así, consequenter, discurrir más en particular con el entendimiento, y consequenter moviendo más los afectos con la voluntad».

El beato Juan Pablo II dijo: “que el hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y de la muerte de la conciencia y esta muerte es algo más profundo que el pecado: es la eliminación del sentido del pecado”. San Ignacio quiere que el ejercitante alcance un conocimiento vital y profundo del pecado con la meditación del pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el pecado particular. Nuestro nuevo doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila, pregunta: “¿Pecaste y no temes? No has conocido a Dios; ¿Ofendiste a Dios y no tienes el corazón partido de dolor? No lo has conocido”. San Ignacio de Loyola decía: «Daría por muy bien empleada mi vida por evitar un solo pecado mortal”.

Es dogma de fe que existen los ángeles, sustancias intelectuales, inferiores a Dios, superiores al hombre, puramente espirituales: “Por su bondad y virtud omnipotente… desde el principio del tiempo, creó (Dios) de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la humana” (Concilio IV de Letrán; 428). El mismo concilio dice que: “El diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; más ellos por sí mismos se hicieron malos” (428). Un espíritu puro no puede cometer otro pecado que el de la soberbia, apetecer desordenadamente su propia excelencia. Según santo Tomás de Aquino, el diablo habría apetecido para si la unión hipostática, o negado su obediencia al Verbo encarnado. “Viniendo en  superbia” los ángeles pecaron, dice san Ignacio.

“Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las cavernas tenebrosas” (2 Pd, 2-4). En un instante cayó sobre ellos el rayo de la Justicia Divina: “fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno” (San Ignacio). ¡Horrible transformación! Belleza- fealdad, bondad-malicia, sabiduría-ignorancia…” y así consecuenter discurrir más en particular con el entendimiento, queriendo todo esto memorar y entender” (san Ignacio).

Los ángeles fueron creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios en el Cielo. Dios les concedió la libertad para que usándola ordenadamente, pudieran merecer la vida eternamente feliz. “¡Non serviam!” fue su respuesta, ¡no quiero obedecer, no quiero servir a Dios! Si en el primer pecado mortal que cometí, Dios me hubiera privado de la vida, hubiera caído en el infierno eternamente. ¡Y he pecado tantas veces! Mi alma ha estado podrida, corrompida ¿Dios mío, quién soy yo para Ti? A los ángeles aplicó su justicia; a mí, su misericordia infinita ¿Cómo voy a presentarme en  su presencia? : «Avergonzado y confundido, en haberle mucho ofendido, de quien primero recibí muchos dones y mercedes” (san Ignacio).

¿Qué será el pecado que tiene un castigo eterno? ¿Qué efectos han producido en mi memoria, entendimiento y voluntad mis muchos pecados? ¡Dios mío, perdóname! Dame tu gracia para jamás volver a ofenderte. ¡Jesús en ti confío! ¡Virgen Santísima bajo tu amparo nos acogemos! “El diablo, a quien os sujetáis cuando pecáis, ¿Quién os parece que es? Es la más malaventurada criatura del mundo, enemigo de Dios, condenado, maldito, espantable enemigo de todo bien, contrario a Dios. El diablo es un gran pecador; los que pecan son sus hijos” (San Juan de Ávila).

Santa Teresa de Jesús: “Pareceros a, hermanas, que a estas almas a quienes el Señor se comunica tan particularmente, que estarán ya tan seguras de que han de gozar para siempre, que no tendrán que temer ni que llorar mis pecados, y será muy grande engaño, porque el dolor de los pecados crece más mientras más recibimos de nuestro Señor”.

El gran teólogo Romano Guardini en su obra el Señor, dice: “Comprenderemos a Cristo en la medida en que comprendamos el pecado”, que es lo mismo que decir: quien no reconoce su pecado, no conocerá a Cristo de verdad, ni lo amará de verdad.

P.Manuel Martínez Cano, mCR

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Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

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