Contracorriente

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Imitación de Cristo XL: que debemos andar con verdad y humildad delante de Dios

15 martes Oct 2013

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alma, corazón, Dios, humildad, juicios de Dios, murmuraciones, pecados, sencillez, Verdad

Jesucristo.- 1. Hijo, anda delante de mí en verdad y búscame siempre con sencillez de corazón.

El que anda en mi presencia en verdad será defendido de los malos encuentros, y la Verdad lo librará de los engañadores y de las murmuraciones de los malvados.
Si la Verdad te librare, serás verdaderamente libre y no cuidarás de las vanas palabras de los hombres.
El Alma.- Verdad es, Señor. Como tú dices, así te suplico que lo hagas conmigo. Enséñame tu verdad, y ella me guarde y me conserve hasta alcanzar mi salvación.
Ella me libre de toda mala afición y amor desordenado, y andaré contigo en gran libertad de corazón.

Jesucristo.- 2. Yo te enseñaré -dice la Verdad- lo que es recto y agradable delante de mí. Piensa en tus pecados con gran descontento y tristeza, y nunca te juzgues ser algo por tus buenas obras.
En verdad eres pecador, sujeto y enredado en muchas pasiones.
De ti siempre vas a la nada; presto caes, presto eres vencido, presto te turbas y presto desfalleces.
Nada tienes de que puedas alabarte, pero mucho de que humillarte, porque eres más flaco de lo que puedes pensar.

3. Por eso no te parezca gran cosa alguna de cuantas haces.
Nada tengas por grande, nada por precioso y admirable; nada estimes por digno de reputación, nada por alto, nada por verdaderamente de alabar y codiciar, sino lo que es eterno.
Agrádete sobre todas las cosas la Verdad eterna y desagrádete siempre, sobre todo, tu grandísima vileza.
Nada temas, ni desprecies, ni huyas tanto como tus vicios y pecados, los cuales te deben desagradar más que todos los daños del mundo.
Algunos no andan sencillamente en mi presencia, sino que, guiados de cierta curiosidad y arrogancia, quieren saber mis secretos y entender las cosas altas de Dios, no cuidando de sí mismos ni de su salvación.
Estos muchas veces caen en grandes tentaciones y pecados, por su soberbia y curiosidad, porque yo les soy contrario.

4. Teme los juicios de Dios; espántate de la ira del Omnipotente, y no quieras escudriñar las obras del Altísimo, sino examina tus maldades, en cuántas cosas pecaste y cuántas buenas obras dejaste por negligencia.
Algunos tienen su devoción solamente en los libros; otros, en las imágenes, y otros, en señales y figuras exteriores.
Algunos me traen en la boca, pero pocos en el corazón.
Hay otros que, alumbrado el entendimiento y purificado el afecto, suspiran siempre por las cosas eternas; oyen con pena las terrenas y con dolor sirven a las necesidades de la naturaleza; y estos sienten lo que habla en ellos el Espíritu de la Verdad, porque les enseña a despreciar lo terreno y amar lo celestial, aborrecer el mundo y desear el cielo de día y de noche.

Meditación de los Pecados II

22 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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meditación, paraíso, pecados, quién soy yo, santas, Santos

“El tercer punto de la meditación de los pecados es mirar quién soy yo, disminuyéndome por ejemplos: sagradocorazon21º, cuánto soy yo en comparación de todos los hombres; 2º, qué cosa son los hombres en comparación de todos los ángeles y santos y santas del paraíso; 3º, mirar que cosa es todo lo criado en comparación de Dios, pues yo solo ¿qué puedo hacer?; 4º, mirar toda mi corrupción y fealdad de mi cuerpo; 5º, mirarme como una llaga supurante, de donde han salido tantos pecados y tantas maldades y pus asquerosísima”.

¿Qué sucedería si yo declarase la guerra a todos los hombres? ¿Qué vale mi ciencia o mi fuerza comparada con todos los hombres? ¿El día que muera quién me echara de menos? ¿Quién notaría mi falta en España? ¡Qué estupidez creernos que valemos mucho! ¡que somos muy importantes! Vanidad de vanidades.

Comparados con los ángeles y los santos somos muy poca cosa; y, si me comparo con Dios, soy nada. Todas las cosas son delante de Él como nada. Somos llaga y pus de donde han salido muchos pecados. Cuando san Francisco de Borja salía a cualquier lugar, sentía internamente como le gritaban: “¡Al condenado!”. San Juan de Ávila: “Toda esta vida es año de probación, año de noviciado, para que se vea si sois digno de ser morador del Cielo: qué castidad habéis guardado en este tiempo, que humildad, qué amor de Dios y de los prójimos”.

“El cuarto punto es considerar quién es Dios, contra quien he pecado, según sus atributos, comparándolos con sus contrarios en mí: su sapiencia a mi ignorancia, su omnipotencia a mi flaqueza, su justicia a mi iniquidad, su bondad a mi malicia”.

La magnitud de la ofensa se mide por la dignidad y grandeza del ofendido. Y yo he ofendido a Dios muchas veces. El corazón debería reventar de dolor. ¡He ofendido a Dios tantas veces! Mi malicia ha ofendido a su bondad infinita, mi debilidad y flaqueza se ha atrevido a enfrentarse a mi Dios todopoderoso; mi maldad e iniquidad ha despreciado su justicia que “no perdonó a su propio hijo”(Rom.10,8). San Juan de Ávila: “Mirad cuán gran bofetada se da a Dios, después de haberlo conocido, trocado por cosa tan baja como es el pecado. Mirad que sois templo de Dios; guardaos limpios por honra de Aquél que en vos mora”.

Santa Maravillas de Jesús: “Dan ganas de olvidar de una vez todo el cúmulo de mis propias miserias, arrojándolas todas, las pasadas, las presentes y las venideras según se vayan presentando, a cada instante, en ese fuego consumidor del Corazón Divino”. San Antonio Mª Claret: “El pensar que el pecado no sólo hace condenar a mi prójimo, sino que principalmente es una injuria a Dios, que es mi Padre. ¡Ah! esta idea me parte el corazón de pena y me hace correr como… Y me digo: si un pecado es de malicia infinita, el impedir un pecado es impedir una injuria infinita a mi Dios, a mi buen Padre”.

“El quinto punto es exclamar admirado y con crecido afecto, recorriendo una a una todas las criaturas, cómo me han dejado con vida y conservado en ella: los ángeles, siendo espada de la justicia divina, cómo me han sufrido y guardado y rogado por mí; los santos cómo han intercedido y rogado por mí; y los cielos, sol, luna, estrellas y elementos, frutos, aves, peces y animales como me han conservado hasta ahora; y la tierra, cómo no se ha abierto para sorberme, criando nuevos infiernos para siempre pensar en ellos”.

El pecador es un monstruo de maldad. Las criaturas creadas por Dios, deberían aniquilarlo porque fueron hechas para que le ayuden a alabar y hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y él las usa para ofender a Dios. Como el fiel Abisai que, al oír a Semei insultar a su rey David, no pudo contenerse y exclamó furioso: “¿Por qué maldice ese perro muerto al Señor mi rey? ¡Voy a cortarle la cabeza!”(2 Reyes 16,9), así claman justicia ante Dios las criaturas contra el pecador. Pero la infinita misericordia de Dios las contiene y las hace que nos sirvan y nos ayuden a ser santos y volver a Él, como el hijo pródigo.

Todo lo ha ordenado Dios para mi eterna salvación. Y, para mi eterna felicidad, el Hijo de Dios se hizo hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María y murió en la cruz por mis pecados. y fundó su Iglesia. Los sacerdotes pueden perdonar todos los pecados y darnos el Cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Dios hecho hombre; qué es el hombre para que te acuerdes de Él y le ames infinitamente. “Exclamación admirable con crecido afecto”, dice san Ignacio.

“Acabar con un coloquio sobre la misericordia que el Señor ha tenido conmigo y dando gracias a Dios nuestro Señor, porque me ha dado vida hasta ahora, y proponer enmienda con su gracia para adelante. Pater nóster”. Señor antes morir que ofenderte. Te quiero, Jesús mío, con todo mi corazón.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XIX

15 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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bienes temporales, carne, congregaciones, demonio, devotos críticos, devotos escrupulosos, devotos exteriores, devotos hipócritas, devotos inconstantes, devotos interesados, devotos presuntuosos, falsas devociones, librea, males del cuerpo, mundo, pecados, santísima virgen, tratado

De las falsas devociones a la Santísima Virgen

101. Los devotos inconstantes son aquellos que son devotos de la Virgen por intervalos y por arranques, que tan pronto son fervientes como tibios, que en un momento parecen dispuestos a hacerlo todo por su servicio, y poco después no son ya los mismos. Los tales devotos abrazarán de pronto todas las devociones a la Santísima Virgen, entrarán en todas las Congregaciones, pero no practicarán las reglas con fidelidad; cambian como la luna, y María los pone bajo sus pies, porque son variables e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, entre los que tienen por herencia la fidelidad y la constancia. Vale más no cargarse de tantas oraciones y prácticas de devoción, y hacer poco con amor y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne, que hacer tanto y hacerlo tan mal y tan sin espíritu.

102. Hay además otros falsos devotos de la Santísima Virgen, que son los devotos hipócritas, los que cubren sus pecados y sus malos hábitos bajo el manto de María, a fin de pasar a los ojos de los hombres por lo que no son.

103. Hay, en fin, devotos interesados, que recurren a la Virgen sólo para ganar algún pleito, para evitar algún peligro, para curarse de una enfermedad o por alguna otra necesidad de esta clase, sin la que no se hubieran acordado de ella. Unos y otros son falsos devotos, inadmisibles ante Dios y su Santísima Madre.

104. Guardémonos de ser del número de los devotos críticos, que en nada creen y lo critican todo; de los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima Virgen por respeto a Jesucristo; de los devotos exteriores, que cifran toda su devoción en prácticas superficiales; de los devotos presuntuosos, que, confiados en su falsa devoción a la Virgen, se encharcan en pecados; de los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las dejan a cada instante o a la menor tentación; de los devotos hipócritas, que entran en las Cofradías y se visten la librea de la Virgen Santísima a fin de pasar por buenos, y, en fin, de los devotos interesados, que no recurren a la Virgen sino con el fin de librarse de los males del cuerpo o de alcanzar bienes temporales.

Política Podrida y Reino de Cristo

07 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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aborto, centro, Cerro de los Ángeles, derechas, entronizado, izquierdas, jesuitas, leyes antidivinas, leyes antinaturales, monumento, paganismo político, pío XI, pecados, político, primeros, principio general de la democracia, quas primas, realidad, Reino en España, Sagrado Corazón de Jesús, San Luis Mª Griñon de Montfort, Su Santidad, VaticanO II, Verdad, vicios

Su Santidad Pio XI, dice en las Quas Primas que “he de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a cerroangelescristolos particulares, sino también a los magistrados y gobernantes”. Es la doctrina social y política de la Iglesia, que ha recordado el Vaticano II: “El poder público debe crear condiciones propicias para el fomento de la vida religiosa, a fin de que los ciudadanos puedan ejercer los derechos de la religión y cumplir los deberes de la misma” (D, 11, 6).

A mi entender, no hay democracia alguna que tenga en cuenta esta doctrina de la Iglesia Católica.

En estas democracias de nuestros días, vemos como se difunde, por todos los medios, mentiras, calumnias, vicios, pecados… Y se crean leyes antinaturales y antidivinas como el aborto. Y es que, el principio general de la democracia, no es racional. La verdad y el bien no los crean lo que diga una mayoría ni una minoría.

La verdad y el bien existen y el hombre, conoce la verdad y el bien no los crean. La verdad es la realidad que nadie puede cambiar con sus ideas y sus palabras. El bien es lo que todos apetecen y que Dios ha revelado en su ley natural y divina.

En el monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, leemos: “Reino en España”. Es triste reconocerlo, pero hoy tenemos que decir “Reinó en España”. Fue por ese sublime ideal por lo que entregaron generosa y heroicamente sus vidas millares y millares de españoles. En la Carta Colectiva del Episcopado Español de 1937, nuestros obispos decían: “Quiera Dios ser en España el primero bien servido, condición esencial para que la nación sea bien servida”. Hoy como el Estado no sirve a Dios, la nación no es bien servida.

Desde que empezó eso que llaman democracia, ni un solo político de derechas, izquierdas o centro ha nombrado el nombre Dios públicamente. Estamos en el paganismo político entronizado. La Política se ha podrido. Pero no hay que perder jamás la esperanza. La Historia está en las manos de Dios. A los primeros jesuitas, que san Ignacio envió a Alemania, cuna de la rebelión contra la Iglesia, el santo les dijo: “Lo primero y principalmente que ayudará es que desconfiando de sí mismos, confíen con gran magnanimidad en Dios y tengan un ardiente deseo, escitado y fomentado por la obediencia y caridad de conseguir el fin”.

Nosotros sí queremos que Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en España y en todas las naciones, y confiamos totalmente en la Virgen María, como enseña san Luis Mª Griñon de Montfort: “Como hijos suyos, echaos en su regazo en todo tiempo y ocasión, con firmísima confianza. Recurrid a esta dulce Madre, implorad su amor maternal, procurad imitad sus virtudes y tened un afecto verdaderamente filial a esta Señora”.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

Imitación de Cristo XVII

24 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Capítulo 23

De la meditación de la muerte

 1. Muy presto será contigo este negocio; mira cómo te has de componer.
Hoy es el hombre y mañana no parece.
En quitándolo de la vista, presto se va también de la memoria.
¡Oh torpeza y dureza del corazón humano, que solamente piensa en lo presente y no se cuida de lo porvenir!
Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de morir.
Si tuvieses buena conciencia, no temerías mucho la muerte.
Mejor fuera evitar los pecados que huir de la muerte.
Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana?
Mañana es día incierto, ¿y qué sabes si amanecerás mañana?

2. ¿Qué aprovecha vivir mucho, cuando tan poco nos enmendamos?
¡Ah! La larga vida no siempre nos enmienda; antes muchas veces añade pecados.
¡Ojalá hubiéramos vivido siquiera un día bien en este mundo!
Muchos cuentan los años de su conversión; pero muchas veces es poco el fruto de la enmienda.
Si es temeroso el morir, puede ser que sea más peligroso el vivir mucho.
Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos y se dispone cada día a morir.
Si has visto alguna vez morir un hombre, piensa que por aquella carrera has de pasar.

3. Cuando fuere de mañana, piensa que no llegarás a la noche; y cuando fuere de noche, no te atrevas a prometerte la mañana.
Por eso está siempre prevenido y vive de tal manera que nunca te halle la muerte inadvertido.
Muchos mueren de repente, porque «en la hora que no se piensa vendrá el Hijo del Hombre» (Lc 12,40).
Cuando viniere aquella hora postrera, de otra suerte comenzarás a sentir de toda tu vida pasada y te dolerás mucho de haber sido tan negligente y perezoso.

4. ¡Qué bienaventurado y prudente es el que vive de tal modo cual desea lo halle Dios en la muerte!
Porque el perfecto desprecio del mundo, el ardiente deseo de aprovechar en las virtudes, el amor de la observancia, el trabajo de la penitencia, la prontitud de la obediencia, la abnegación de sí mismo, la paciencia en toda adversidad por amor de Cristo, gran confianza te darán de morir felizmente.
Muchas cosas buenas puedes hacer cuando estás sano; pero cuando enfermo, no sé qué podrás. Pocos se enmiendan en la enfermedad; y los que andan en muchas romerías, tarde se santifican.

5. No confíes en amigos ni en vecinos, ni dilates para después tu salvación, porque más presto de lo que piensas estarás olvidado de los hombres.
Mejor es ahora, con tiempo, prevenir algunas buenas obras que envíes adelante, que esperar en el socorro de otros.
Si tú no eres solícito para ti ahora, ¿quién tendrá cuidado de ti después?
Ahora es el tiempo muy precioso; «ahora son los días de salud; ahora es el tiempo aceptable» (2Cor 6,2).
Pero, ¡ay dolor!, que lo gastas sin aprovecharte, pudiendo en él ganar con qué vivir eternamente.
Vendrá cuando desearías un día o una hora para enmendarte, y no sé si te será concedida.

6. ¡Oh hermano! ¡De cuánto peligro te podrías librar, y de cuán grave espanto salir, si estuvieses siempre temeroso de la muerte y preparado para ella!
Trata ahora de vivir de modo que en la hora de la muerte puedas más bien alegrarte que temer.
Aprende ahora a morir al mundo, para que entonces comiences a vivir con Cristo.
Aprende ahora a despreciarlo todo, para que entonces puedas libremente ir a Cristo.
Castiga ahora tu cuerpo con penitencia, porque entonces puedas tener confianza cierta.

7. ¡Oh necio! ¿Por qué piensas vivir mucho, no teniendo un día seguro?
Cuántos se han engañado y han sido separados del cuerpo cuando no lo esperaban!
¿Cuántas veces oíste contar que uno murió a cuchillo, otro se ahogó, otro cayó de lo alto y se quebró la cabeza, otro comiendo se quedó pasmado, a otro jugando le vino su fin? Uno murió con fuego, otro con hierro, otro de peste, otro pereció a manos de ladrones; y así la muerte es fenecimiento de todos, y la vida de los hombres se pasa como sombra rápidamente.

8. ¿Quién se acordará de ti, y quién rogará por ti después de muerto?
Haz ahora, hermano, haz lo que pudieres, que no sabes cuándo morirás; no sabes lo que te acaecerá después de la muerte.
Ahora que tienes tiempo, atesora riquezas inmortales.
Nada pienses fuera de tu salvación y cuida solamente de las cosas de Dios.
«Granjéate ahora amigos», venerando a los santos de Dios e imitando sus obras, «para que cuando salieres» de esta vida «te reciban en las moradas eternas» (Lc 16,9).

9. Trátate como huésped y peregrino sobre la tierra a quien no le va nada en los negocios del mundo.
Guarda tu corazón libre y levantado a Dios, porque aquí «no tienes domicilio permanente» (Heb 13,14).
Allí endereza tus oraciones y gemidos, cada día con lágrimas, porque merezca tu espíritu, después de la muerte, pasar dichosamente al Señor. Amén.

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