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Este texto encierra el mensaje traído por el ángel Gabriel de parte de Dios a la Virgen cuando estaba orando en la soledad de su casa, y de él deducimos:
1°. Que la Virgen estaba desposada con José (y sin duda habrían recibido la ceremonia complementaria de la promesa firme de matrimonio hecha en los desposorios, y por tanto estaban realmente casados), y 2º. que María tenía hecho voto de virginidad perpetua, y de él era sabedor su esposo José.
Esto es lo que nos revela la frase: «¿Cómo puede ser esto. pues no conozco varón?». Esta pregunta no tendría razón de ser en María si no tuviera hecho tal voto, y ambos esposos María y José no hubieran también hecho ya el propósito de vivir en perfecta continencia.
(Véase mi «Nuevo Testamento explicado»).
La Virgen María es aquella mujer dichosa de quien había hablado ochocientos años antes el profeta Isaías lleno de inspiración y sorpresa: «He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, que tendrá por nombre Emmanuel (7, 14). Será grande y le llamarán Hijo del Altísimo…» (Le. I, 32).
María es la primera que ofreció a Dios el don incomparable de su virginidad. Y no consintió a ser madre sino después de haberle prometido el ángel, de parte de Dios, que concebiría por obra del Espíritu Santo. Sólo entonces dijo: «He aquí la esclava del Señor, hágase según tu palabra» (Le. 1, 38)…
María, dice San Agustín era esposa de un hombre justo, que se había unido a ella. no para arrebatarle su virginidad, sino más bien para custodiarla. San José conocía el voto que María había hecho antes de casarse, y consintió en que lo observara. María no se casó sino con la condición formal de que había de permanecer virgen y guardar su voto.
San José vivió y murió virgen. Por esto le representan con un lirio en la mano, flor que es el emblema de la virginidad.