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El Padre Alba: «El Divino Impaciente»

20 miércoles Feb 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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P.Alba con Rafael Stern en el Colegio Corazón Inmaculado de

P.Alba con Rafael Stern en el Colegio Corazón Inmaculado de

Nuestro gran José M. Pemán en su insuperable obra «El divino impaciente» pone en labios de san Francisco Javier las palabras que dirigió a san Ignacio de Loyola antes de su partida a las India, que fueron cortas pero llenas de amor entrañable:

Perdóname Padre Ignacio,

Que no diga lo que siento.

Vos que entendéis a las almas

Traducidme este silencio que vos me habéis enseñado

Con la lección y el ejemplo

Al ser expresión más corta

Cuando es más largo el afecto.

Esto mismo es lo que nos ha enseñado el padre José María Alba, hijo también de san Ignacio, con su lección y ejemplo: a no cantar las glorias y virtudes del prójimo mientras éste vive, pero una vez muerto, como ya no puede crecer en soberbia, se pueden y deben publicar para que nos sirvan de modelo.Por lo que considero una gracia de Dios, he compartido con él 38 años de mi vida de comunidad, después de participar en una tanda de ejercicios dirigida por él. Han sido años muy felices en que he podido experimentar sus inquietudes sacerdotales, el buscar la mayor gloria de Dios, su amor por las almas y a la patria. He podido ser participe de sus alegrías y sus penas. He experimentado sus delicadezas para conmigo y para muchos más, que por desgracia en ocasiones, no hemos sabido apreciar, valorar y corresponder.

Por lo anteriormente dicho, lo primero que se me ocurre contaros sobre el padre Alba, que no es poco, es que fue un digno sucesor e imitador de su hermano en religión, san Francisco Javier. ¡Sí!, el padre Alba fue otro gran impaciente para ganar almas para Dios a través de los ejercicios espirituales, cursillos de cristiandad, convivencias, retiros, peregrinaciones, adoración nocturna, colegio… Continuamente estaba tramando proyectos para cazar a las almas, para acercarlas a Jesús. Más de una vez me había dicho: «Reza por un alma que se resiste a la gracia». He sido testigo también de su paciencia en querer asegurar la perseverancia de almas volubles y con cuánto amor lo hacía, e incluso en algunas ocasiones aguantando impertinencias, pero él, que sabia qué un alma vale más que toda la creación material entera, no cejaba en su empeño.

Quienes hemos convivido con el padre Alba, sabemos de su impaciencia e intransigencia cuando se trataba de salir en defensa de los derechos de Dios, de la Iglesia y de la verdad, porque sentía en su alma sacerdotal las palabras de Pablo Vl pronunciadas dramáticamente en los años en que da comienzo la gran crisis que había de acometer a la Iglesia: «Sin una fortaleza de espíritu y acción cada vez más operante, podemos vernos arrastrados por culpa de nuestra inercia, a creer que las causas del bien, se defienden por sí solas. Los tiempos actuales son fuertes y exigen hombres fuertes». El padre Alba fue el intérprete exacto de aquella hora en que Cristo, por la llamada del Papa, nos convoca a actuar en defensa de la santa Iglesia y de la santa Tradición de siglos de fe católica.

Fue también un impaciente para que pronto fuera realidad el reinado social de Cristo Rey y en extender ese reinado. Impaciente en inculcar a todos el amor y reverencia a Jesús Eucaristía. Amor y reverencia que le llevaba, en sus días de enfermedad en que las piernas no le obedecían, a pedir que le ayudáramos a recibir al Divino Huésped puesto de rodillas, y por la misma razón al salir del hospital para ir a Sentmenat, al llegar a casa y decirle que le llevábamos a la habitación, dijo: «Yo querría primero llamar a la puerta de nuestro Señor para decirle que ya he llegado».

Fue también un impaciente en querer consolar y reparar al Corazón de Jesús y extender más y más el amor a nuestra Señora. Impaciente por querer instaurar de nuevo, contra viento y marea, la unidad católica en España que otros alegremente habían echado por la borda, porque decían que convenía una pasada por la izquierda.

El padre Alba fue un alma de decisiones firmes y rápidas. Nadie ni nada le frenaba en la consecución de alcanzar algo que Dios había inspirado para su mayor gloria, porque era consciente que:

Las grandes resoluciones

hay que tomarlas al paso

para su mejor acierto

hay que cumplirla al vuelo

Fue también un alma humilde. Siempre ponderaba las virtudes de los demás y jamás tomó una decisión sin consultarla a sus más queridos colaboradores.

La vida del padre Alba estuvo llena de momentos felices, pero como no hay rosas sin espinas, también los hubo amargos, de persecución y de incomprensión e incluso entre personas cercanas que podían haber entendido su grandeza de alma. Hubo un momento especialmente doloroso en su vida al apartarse de su lado sus más cercanos, aquellos a los que solamente había hecho bien y le dejaron solo con un grupito de almas fieles a él y a su obra. Humanamente hablando parecía que se había dado la puntilla a su obra, pero también en esa ocasión, se vio su entereza y fortaleza de alma en llevar la cruz de lo que algunos consideraban muerto y enterrado. Dios, en su bondad infinita, salió en defensa de su servidor bueno y fiel e hizo surgir unas flores muy hermosas: Asociación de la Inmaculada, Colegio CIM, Sociedad Misionera de Cristo Rey que han dado, dan y con la ayuda de Dios, le seguirán dando mucha gloria. Pero los caminos de Dios son inescrutables y Él que ha dispuesto premiar a nuestro querido padre

El P.Alba, nos alcanzará por su intercesión el que podamos llevar adelante las obras que el fundado haciéndolas crecer en santidad y número. De momento, tenemos a nuestro favor los sufrimientos dolorosísimos de sus últimos días de enfermedad y de Getsemaní ofrecidos con ese fin. Lo demás es sólo cuestión de generosidad por nuestra parte y de seguir fielmente el camino señalado por él combatiendo los nobles combates de la fe, por Cristo, por María, por España, más, más y más.

Antonio Turú Rofes, mCR

Vencerse a sí mismo

16 miércoles Ene 2013

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crucifijo_iglesia_de_yaguaron_paraguay_11_11_2007_mirtha_taboada_mirthataboada_hotmail_com-sizedLos Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola son: para vencerse a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea.

Vencerse a sí mismo, se dice en un instante, pero puede durar toda la vida y vencerse en algunos de los afectos desordenados contraídos. El doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila, nos dice: No podéis, por mucho que procuréis, ofrecer a Jesucristo cosa mejor que vuestra propia voluntad, una voluntad acostumbrada a hacer lo que quiere en cosas de poca importancia, se hallará muy rebelde para negarse en las mayores. El que obra llevado de su propio juicio no necesita de demonio que le tiente.

Nuestro Rey y Señor nos dice: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a si mismo, tome su cruz y me siga (Mt. 16,24). No hay santo que no haya hecho el camino de la perfección sin el primer paso de negarse, de vencerse a si mismo. San Juan de la Cruz enseña: No está la perfección y valor de las cosas en la multitud y gusto de las obras, sino el saberse negar a sí mismo en ellas.

San Agustín, que vivió durante muchos años en las corrupciones mundanas, y convertido ha sido uno de los grandes Padres de la Iglesia, nos da este consejo: La lucha está dentro de ti mismo; no tengas en mucho al enemigo externo, véncete a ti mismo y el mundo quedará vencido. Sí, porque el hombre más aprovecha y merece gracia más amplia, donde más se vence a si mismo y se mortifica en su espíritu (Imitación de Cristo).

El gran obstáculo para entrar en el espíritu de oración es no combatir en el vencimiento: Vaya doblando su voluntad si quiere que le aproveche la oración. Si no se anda con gran cuidado, y cada una, como en negocio más importante que todos… contradiciendo la voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu, que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de hierro y plomo. Así lo han entendido sus hijas carmelitas: esta doctrina de morir uno a sí mismo es una ley indeclinable para toda alma cristiana (beata Isabel de la Trinidad). De poco serviría mortificar el cuerpo si no se mortifica el amor propio (Santa Catalina de Siena).

Y aunque muchos no se han enterado, el Concilio Vaticano II dijo exactamente lo mismo: La reforma que el Concilio predica la más necesaria y difícil, consiste en cambiar los propios pensamientos y gustos según la voluntad de Dios, corregir los propios defectos (Pablo VI).

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Anotaciones de los Ejercicios Espirituales

08 martes Ene 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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anotaciones, beata isabel de la trinidad, benedicto XVI, contemplar, demonio, devoción, discurrir, ejercicios espirituales, ejercitante, oración, oración mental, oración vocal, reverencia, san ignacio de loyola, san juan de ávila, san juan de la cruz, Satanás, silencio

signacio_loyolaSan Ignacio de Loyola, comienza los Ejercicios Espirituales con veinte anotaciones para ayuda del que da los Ejercicios y del que los hace.

 La primera anotación es que por este nombre ejercicios espirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales; por la misma manera todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de si todas las afecciones desordenados y después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales.

En la segunda anotación dice que el ejercitante no discurra mucho porque no el mucho saber haría y satisface al ánima, más el sentir y gozar de las cosas internamente.

En la tercera, nos recuerda que cuando se habla con Dios Nuestro Señor o sus santos; se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que cuando usamos el entendimiento entendiendo. Hacer la oración con reverencia y devoción.

En la quinta, San Ignacio, dice que el que recibe los Ejercicios, mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona, como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima voluntad.

En la décimo segunda, el Santo nos advierte que no dejemos el tiempo señalado a la oración: porque el enemigo no poco suele procurar de acortar la hora de la contemplación, meditación u oración.

La vigésima es que tanto más se aprovechará el que hace los Ejercicios, cuanto más se apartare de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena. Soledad y silencio para oír en el alma las inspiraciones del Espíritu Santo en cada momento; para ir al encuentro de Dios Padre, Dios Hijo y la Virgen Santísima.

Nuestro nuevo Doctor de la Iglesia , San Juan de Ávila nos dice: En el mucho hablar pierde el alma su fuerza, por eso es menester silencio, el cual tiene una hermana, que se llama soledad, y cuando entre ambos posan juntos en el alma, engendran en ella una elevación a Dios. Y la primera Doctora de la Iglesia Santa Teresa de Jesús, afirma: Nunca está uno menos solo que cuando está a solas con Dios.(…)  mucho importa de encontrarnos a solas con Dios (…) de estar sola nunca me cansaría. Y el gran doctor Místico de todos los tiempos, San Juan de la Cruz, nos recuerda: una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de oírla el alma (…) Sobre todas las cosas es necesario servir a Dios en silencio así de apetitos como de lengua, para que sólo percibas hablar de amor. Su hija espiritual, la Beata Isabel de la Trinidad, que pronto será canonizada exclama ¡Oh
Verbo Eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote! el alma necesita silencio para adorar!.

Su Santidad Benedicto XVI nos recuerda que; necesitamos un poco de silencio, necesitamos un the_cross_162espacio sin el bombardeo permanente de imágenes. Es necesario crearnos espacio de silencio y también sin imágenes, para volver a abrir nuestro corazón a la imagen verdadera y a la palabra verdadera.

¡Haz Ejercicios Espirituales de San Ignacio!

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

02 miércoles Ene 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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ignacio7Iñigo de Loyola era un hombre vano y desgarrado, frívolo y mundano, que sintió la llamada de Dios a la vida de perfección cristiana en una convalecencia que hubo de soportar por la herida provocada por una bomba en la ciudadela de Pamplona. Iñigo ha pasado a la historia como uno de los más grandes santos de la iglesia y gran benefactor de la Humanidad. Leamos su Autobiografía, la vida de san Ignacio de Loyola.

Por inspiración del Espíritu Santo, san Ignacio escribió, bajo la maternal mirada de María santísima, los Ejercicios Espirituales que el Magisterio de nuestra santa madre Iglesia ha encomiado en más de 700 documentos pontificios. Los Ejercicios de san Ignacio son un encuentro con Cristo que llevan a una experiencia de amistad y amor tan fervorosa que transforma la vida del ejercitante. No exagera nuestro compatriota Iñigo cuando afirma: Los Ejercicios es todo lo mejor que en esta vida puedo yo pensar, sentir y entender, ya para que el hombre se aproveche a sí mismo, ya para que fructifique y haga aprovechar a muchos.

 El Papa León XIII dijo: Mucho he procurado hacer el bien en mi país natal, pero de todo lo que he hecho, lo más saludable y lo que más me llena el alma de consuelo es el haber facilitado al clero la práctica de los Ejercicios Espirituales. La meditación del fin del hombre por si sola bastaría para renovar todo el orden social.

San Pío X, primer Papa santo del siglo XX afirmó: La obra de los Ejercicios para obreros es la más providencial de todas.

En su encíclica Mens Nostra sobre los Ejercicios del 20 de diciembre de 1929, Su Santidad Pío XI dice. En estos cenáculos-alzados como por inspiración divina- los corazones generosos, fortalecidos por la gracia, ilustrados por las verdades eternas y alentados por el ejemplo de Cristo, no solo conocerán el valor de las almas y se incendiarán en deseos de salvarlas sino que emprenderán con celo los trabajos y arduas empresas del apostolado cristiano. Los Ejercicios son el antídoto de la novísima ligereza, la formación del cristiano, fragua de apóstoles, estímulo fortísimo y peritísimo para procurar la reforma de las costumbres y alcanzar la cima de la perfección.

Pío XII, en proceso de beatificación, nos dijo a los Españoles: Si se quiere dar un poderoso impulso a la renovación espiritual que, después de tantos sacrificios, se siente en la noble y católica España será un poderoso medio propagar en toda la Nación esta Obra de Ejercicios parroquiales que hará de todos aquellos que se retiran a meditar, según el tradicional método ignaciano, las verdades eternas, perfectos cristianos que han de irradiar a su vez, en torno suyo, la vida sobrenatural.

Siendo Arzobispo de Milán, el Cardenal Montini, dijo: Los Ejercicios son escuela sublime, que después de tantos años, en vez de mostrarse superada y agotada, parece inventada para nuestros tiempos y nuestra psicología. Ya Sumo Pontífice afirmó: Los Ejercicios de san Ignacio son todavía hoy escuela insustituible para introducir a las almas a una mayor intimidad con Dios, al amor a la virtud y a la verdadera ciencia de la vida como don de Dios y respuesta a su llamada.

El beato Juan Pablo II afirmó rotundamente: La escuela de los Ejercicios Espirituales será siempre un remedio eficaz para el mal del hombre moderno, arrastrado por el torbellino de las vicisitudes humanas a vivir fuera de sí, excesivamente absorbido por las cosas exteriores. Sea fragua de hombres nuevos, de cristianos auténticos, de apóstoles comprometidos. Es el deseo que confío a la intercesión de la Virgen, la contemplativa por excelencia, la maestra sabia de los Ejercicios Espirituales. Que sacerdotes, religiosos y seglares continúen siendo fieles a esta experiencia y le den incremento. Hago esta invitación a todos los que buscan sinceramente la verdad.

 Nuestro amado Benedicto XVI, Vicario actual de Cristo en la Tierra nos enseña que los Ejercicios Espirituales: En un tiempo como el actual, en que la confusión y multiplicidad de los mensajes y la rapidez de cambios y situaciones dificultan de especial manera a nuestros contemporáneos la labor de poner orden en su vida y de responder con determinación y alegría a la llamada que el Señor dirige a cada uno de nosotros, los Ejercicios Espirituales constituyen un camino y un método particularmente valioso de buscar y hallar a Dios en nosotros, en nuestro alrededor y en todas las cosas, con el fin de conocer su voluntad y de llevarlas a la práctica.

Como la confusión que denuncia el Papa, se ha introducido también en la práctica de los Ejercicios Espirituales, hemos de tener muy presente la advertencia de Su Santidad Pío XII que nos dice que todos los frutos reseñados solo se conseguirán: con la condición de que sean auténticamente ignacianos.

Muchos santos ratifican la doctrina de los Sumos Pontífices. San Juan de Ávila, nuestro nuevo doctor de la Iglesia dice que los Ejercicios Espirituales es escuela de celestial sabiduría. San Pedro Canisio: noviciado del género humano.  San Francisco de Sales: método santo de reformar las costumbres. San Alfonso
María de Ligorio: tesoro manifestado por Dios en estos últimos tiempos.

Y en los tiempos actuales, la mujer que ha practicado en toda su perfección la misericordia divina, la madre de los 5369_18_479a10b8e78ccpobres más pobres, la fundadora de las Misioneras de la Caridad, la beata Teresa de Calcuta dejó establecido que: en nuestras constituciones de Misioneras de la Caridad, hacemos desde el comienzo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, que son hermosos y fructuosos. Los aconsejo a todos, pues no están reservados a los religiosos.

Yo también os lo aconsejo. En los Ejercicios de san Ignacio conocí a Cristo.

P.Manuel Martínez Cano, mCR

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

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Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

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