Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos de etiqueta: san ignacio

El cuarto ejercicio es resumir el tercero

12 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

Etiquetas

única Iglesia de Cristo, concilio vaticano II, cuarto ejercicio, entendimiento, nueva Iglesia, párrafos del Concilio Vaticano II, repase asiduamente los recuerdos de las cosas contempladas, resumir, san ignacio

San Ignacio dice resumir, «para que el entendimiento, sin divagar, repase asiduamente los recuerdos de las cosas contempladas en los ejercicios anteriores»; debe hacerse lo mismo con los tres coloquios.

Como algunos, o muchos enteradillos, nos repiten hasta la náusea que el Concilio Vaticano II inició una “nueva Iglesia” que ha cambiado muchas enseñanzas pre conciliares, entre ellas, el infierno, el demonio, el pecado… voy a transcribir párrafos del Concilio Vaticano II que hablan del pecado como siempre ha enseñado la única Iglesia de Cristo. El Vaticano II repite la doctrina católica de siempre: sus dogmas, su moral, su ascética y mística…

En el Mensaje de los Padres del Concilio todos los hombres, el 21 de octubre de 1962, leemos “Creemos que el Padre amó tanto al mundo, que para salvarlo entregó a su propio Hijo, y por medio del mismo nos liberó de la servidumbre del pecado”(nº6).

En la Constitución dogmática sobre la divina revelación el Concilio enseña: “Quien ve a Jesucristo, ve al Padre (cf. Jn. 14,9); Él, con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino; a saber, que Dios está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna” (nº4). Y en el nº 109, de la misma constitución, afirma: “Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que detesta el pecado en cuanto es ofensa a Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores”.

En el número 13 de la Constitución de la Iglesia en el mundo actual, el concilio Vaticano II, dice: “El hombre se nota incapaz de dominar con eficacia por si solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como aherrojado entre cadenas. Pero el Señor vino en persona para liberar y vigorizar al hombre, renovándole interiormente y expulsando al “príncipe de este mundo” (Jn 12,31), que le retenía de la esclavitud del pecado. El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud”.

En el número 78 de la misma constitución conciliar, el Vaticano II, dice: “El bien común humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus primeras exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, está sometido a continuos cambios; por eso la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima”. La beata Jacinta de Fátima dijo:”las guerras son el castigo de Dios por los pecados”.

En la declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, el Concilio Vaticano II dice: “Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido y fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y el pecado? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio, y cual la retribución después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos?” (nº1).

La divina Misericordia le dijo a santa Faustina Kowaska: “Oh, si los pecadores conocieran mi Misericordia no perecería un número tan grande de ellos. Diles a las almas pecadoras que no tengan miedo de acercarse a Mí, habla de mi gran misericordia”.

“Secretaria Mía, escribe que soy más generoso para los pecadores que para los justos. Por ellos he bajado a la Tierra… Por ellos he derramado Mi sangre; que no tengan miedo de acercarse a Mí; son los que más necesitan Mi misericordia”.

Meditación de los Pecados

15 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

Etiquetas

19, 23, beato juan pablo II, composición de lugar, Concilio de Trento, enemigos de Dios, Gloria de Dios, hijos de la ira, infierno hay para siempre, Job 13, meditación de los pecados, muerte de la conciencia, Nuestro Señor, realidad de la malicia del pecado, Salmo 39, san agustín, san ignacio, san juan de ávila, Santa Maravillas de Jesús, santa teresa de jesús, sentido del pecado

Dice san Ignacio que el segundo ejercicio es la meditación de los pecados, y contiene en sí, padremisericordioso-hijo2después de la oración preparatoria y dos preámbulos, cinco puntos y un coloquio. La oración preparatoria es siempre la misma: que todas nuestras oraciones, acciones y operaciones vayan dirigidas a la mayor gloria de Dios. El primer preámbulo es la composición de lugar: ver mi alma encarcelada entre brutos animales. El segundo preámbulo es la petición propia de cada meditación, pedir lo que quiero: será aquí pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.

El primer punto es el proceso de  los pecados es traer a la memoria todos los pecados de la vida, mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo cual aprovechan tres cosas: La 1ª, mirar el lugar y la casa donde he habitado. La 2ª, la conversación que he tenido con otros. La 3ª, el oficio que he tenido.

No debemos cansarnos de pedir el crecido e intenso dolor de nuestros pecados. la conciencia se ha podrido de tal manera que ya nada es pecado: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y hasta la muerte de la conciencia; y esta muerte es algo más profundo que el pecado; es la eliminación del sentido del pecado” (Beato Juan Pablo II). “Cuantas ofensas a Dios y qué pena ver que pocas almas le sirven de veras, de las que parecen suyas” (Santa Maravillas de Jesús). San Juan de Ávila: “Para todo tienes seso, y no lo tienes para esto que tanto te va, aunque te digan “infierno hay para siempre”, no obra en ti más que si no te lo dijesen… ¡Oh pecado! ¿Por qué no nos decís el mal que nos has de hacer? ” Todos los pecados mortales, aun  los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de la ira y enemigos de Dios” (Concilio de Trento).

Hagamos el proceso de los pecados propios, con sinceridad y seriedad, sin disimularnos y mentirnos a nosotros mismos. No es un examen de conciencia para confesarme, sino para que, viendo los muchos pecados de mi vida pasada, alcance horror y arrepentimiento de mis pecados. Asumir la realidad de la malicia del pecado en mi propia alma. San Agustín decía: “¡Niño ya tan pequeñuelo y ya tan grande pecador! ¿Dónde, Dios mío, dónde y cuando fui inocente?” Y, en nuestra juventud, cuando las pasiones desordenadas se despiertan y quieren abrirse camino en nuestra vida ¿qué camino seguimos, el ancho que lleva a la perdición eterna o el estrecho que lleva a la felicidad eterna? En la edad madura ¿He tenido siempre ante mis ojos el fin eterno? ¿He procurado en todo mi salvación y la gloria de Dios? ¿Cómo he aprovechado las gracias actuales que Dios me ha concedido? “Mis iniquidades se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza” (Salmo 39, 19). “¿Cuántos son mis delitos y pecados? dame a conocer mi transgresión y mi ofensa” (Job 13,23). Recorramos nuestra vida sin prisas, despacio, pidiéndole al Señor la gracia de reconocer nuestros pecados y el aborrecimiento de todos y cada uno de ellos.

El segundo punto es ponderar los pecados, mirando la fealdad y la maldad que cada pecado mortal cometido tiene en sí, prescindiendo de la ofensa contra Dios que lo prohíbe. Al cometer un pecado el hombre y la mujer obran contra el justo juicio de su entendimiento, discurren siguiendo sus afectos desordenados y sus sentidos, abdican de su  razón; se rebajan al nivel de brutos animales, haciéndose semejante a ellos.

Santa Teresa de Jesús dice: “Yo sé de una persona a quien quiso Nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando peca mortalmente; dice aquella persona que le parece que si los hombres lo entendiesen, no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se puedan pensar para huir de las ocasiones… Por  subida que esté el alma en la cumbre de la perfección, si torna atrás y a hacerse ofensas a Dios todo lo pierde. En pecando uno mortalmente todo lo pierde. Cuando el alma cae en pecado mortal, no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra, que no lo esté mucho más”. El Salmo 48,1 dice: “El hombre constituido en honor no ha tenido discernimiento; se ha igualado a los insensatos jumentos y se ha hecho como uno de ellos”.

Fealdad y malicia: “Reconoce y advierte cuan malo y amargo e apartarte de Yahve” (Jer 2,19). Nuestro Señor nos dice: “Muchos bienes os he hecho ¿por cuál de ellos me apedreáis?” (Jn 10,32). Dios me ha sacado de la nada y me ha colmado de bienes y yo, al pecar, me rebelo contra Él, ofendiéndole gravísimamente. “Dos maldades ha cometido mi pueblo: ¡me ha abandonado a mí, que soy fuente de agua viva, y han ido a fabricarse aljibes, que no pueden contener las aguas!” (Jer. 2, 12-13)

Además de mi Creador, Dios es mi Padre y un Padre infinitamente misericordioso y cariñoso: “ofender a tal padre, hacer algo contra su voluntad es gran crueldad” (San Agustín). Dios nos ama con entrañas de madre. Dios no está muy lejos de nosotros, sin preocuparse de nosotros. Dios nos ama infinitamente: “¡Oíd cielos! ¡Apresta el oído tierra! Que habla Yahve: Yo he criado hijos y los he engrandecido, pero ellos se han rebelado contra mí”. Y todo por un vil deleite. Crece la maldad del pecado al considerar que el Dios que me ha creado y me ha cuidado, y me cuida como Padre, además es mi Redentor, mi salvador. Al pie de la cruz, junto con María santísima, se comprende lo que es el pecado. La Justicia divina para reparar los pecados de los hombres exigió la pasión y muerte de su divino Hijo. Pecar es pisotear la sangre de Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Y pecamos en la presencia de Dios. Solo un hijo que ha perdido la razón, un desnaturalizado se puede atrever a ofender a su Creador, Padre y Redentor. Jesús, para justificarnos no encontró otra excusa: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

San Enrique de Ossó: “¿Has reflexionado alguna vez, hija mía, que cosa es el pecado? Pecado es una deliberada transgresión de la ley de Dios; un insulto hecho a Dios en su misma presencia, un acto irracional más vil que de bestia; es hacerse esclavo de las pasiones; del mismo demonio; es renunciar al cielo, y escoger el infierno por morada sempiterna. ¿Sabes tú lo que has hecho pecando? Has ofendido a una Majestad infinita; has cometido una infinita injusticia; has querido destruir una bondad infinita. Cuando pecas, llenas de amargura el Corazón bondadoso de Dios Padre, traspasas el Corazón de Cristo, crucificas a Jesucristo, tu más insigne bienhechor. ¡Cuánta malicia! ¡Cuánta indignidad y vileza! ¿Has cometido en tu vida algún pecado mortal, hija mía? ¡Qué crueldad! ¡Qué horrible fiereza! Sábete que cuantas veces pecaste, tomaste en tus manos los beneficios de Dios para con ellos golpearle, maltratarle, darle muerte si te hubiera sido posible. ¿Cuándo se ha visto tan horrible crimen y monstruosa ingratitud? ¡Dios mío!  ¡Y tantas veces como he pecado! ¡Oh Dios de bondad! ¡Perdón, Dios mío! Apiadaos de mí según vuestra gran misericordia”.

El Pecado Particular de Cada Uno

07 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 2 comentarios

Etiquetas

1, 8-9, alma, contra Dios, deleite asqueroso, deliberada, destrucción cristiano, esclavo de satanas, Infierno, Isaías, Luzbel, malicia del pecado, pecado, pecado mortal, pecado particular, rebelión, san francisco de sales, san ignacio, san Juan, san juan de ávila, santa teresa de jesús, santísima trinidad, suicido espiritual, vil criatura

“El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero pecado particular de cada uno que por un pecado mortal es ido san Ignacioal infierno, y otros muchos sin cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo hacer otro tanto sobre el 3 pecado particular, trayendo a la memoria la gravedad y malicia del pecado contra su Criador y Señor, discurrir con el entendimiento cómo en el pecar y hacer contra la bondad infinita, justamente ha sido condenado para siempre, y acabar con la voluntad, como está dicho”.

La fe nos enseña que quien muere con un sólo pecado mortal se condena en el infierno para siempre. Es lo que le sucedió a Luzbel y a los ángeles que desobedecieron a Dios. La Iglesia sólo nos dice quienes son los que se salvan, los santos. No sabemos si hay alguien hombre o mujer que se haya condenado por un sólo pecado mortal. Lo que san Ignacio quiere es que nos convenzamos de la malicia del pecado, para preferir antes morir que pecar. No hay nada más horrible que un pecado mortal que nos hace merecedores del infierno, de una vida de eterno sufrimiento y desesperación. El condenado jamás verá a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; jamás verá a la Virgen Santísima.

Todo pecado mortal es una rebelión deliberada contra Dios; la criatura se enfrenta a su Creador; es la rebelión contra la Misericordia infinita de Dios. Y todo por una vil criatura, un deleite asqueroso. El pecado es un suicidio espiritual; es la destrucción del alma del cristiano como templo vivo de la Santísima Trinidad; es la única desgracia que merece ese nombre. El pecado mortal encierra en sí una malicia, en cierto modo, infinita. Por el pecado el cristiano pierde la dignidad de hijo de Dios y se hace esclavo de Satanás: “El pecado entra por una puerta y Dios sale por la otra ¡Oh malaventurado de aquel que dice de Dios: Salíos, que quiero entrar en mi casa al demonio!” (San Juan de Ávila). Santa Teresa de Jesús dice: “En ninguna manera sufriera andar en pecado mortal solo un día, si yo lo entendiera”.

El pecado es enseñorear la bestia que llevamos dentro: “El apartamiento de Dios al recrearse desordenadamente de la criatura” (Santo Tomás de Aquino). “No entendemos que es el pecado una guerra campal contra Dios de todos nuestros sentidos y potencias del alma… vi cuán bien se merece el infierno por una sola culpa mortal, porque no se puede entender cuán gravísima cosa es hacerla delante de Dios” (Santa Teresa de Jesús). San Francisco de Sales: “Es preferible morir antes que pecar conscientemente y deliberadamente; pero cuando caemos es preferible todo antes que perder el ánimo, la esperanza y la voluntad, pues el Señor lo convertirá todo en gloria y honra suya”.

San Juan de Ávila: “Para que quiere Dios el Cielo sino para los pecadores arrepentidos”. Isaías: “Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana”. 1º San Juan 1, 8-9: “Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él que es fiel y justo, nos perdonará los pecados”. los santos encontraron siempre, en el conocimiento de sus propios pecados perdonados, materia abundante para encenderse en el amor de Dios. Nuestro Señor dijo a Santa Catalina: “El pecado de desesperación me ofende más que el abuso de confianza y es más grave  para los pecadores que todos los otros pecados que cometieron en el curso de la vida”. Eclesiástico 7,40: “Acuérdate de tus postrimerías (muerte, juicio, infierno, cielo) y no pecarás”.

Nuestro Señor dijo a Santa Margarita María Alacoque: “Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y que en pago de tanto amor no recibe de ellos más que ingratitudes, olvidos, indiferencias y ultrajes”. Beata Jacinta: “Fíjate, ¿sabes? nuestro Señor esta triste porque Nuestra Señora nos dijo que no lo ofendieran más que ya está muy ofendido, y nadie le hizo caso; continúan haciendo los mismos pecados… Las guerras son castigos por los pecados de los hombres”. Las quejas más amargas, por los pecados de los sacerdotes, religiosos y religiosas, las recibió santa Faustina Kowalska de la Divina Misericordia. El pecado es la separación del amor infinito de Dios, la idolatría de uno mismo. El pecado nace en el terreno del gusto; todos los pecados son agradables a la naturaleza humana caída, menos el de envidia. Decimos que no queremos pecar y buscamos la ocasión de pecar (TV, revistas, cine…). Hay que pedir al Señor aborrecimiento de las ocasiones de pecar. Todo tiene importancia, para evitar el pecado.

Sabiduría 5,16: “Sabed que uno que convierte al pecador de su extravío, se salvará de la muerte, y sepultará un sinfín de pecados”. Sublime, divino ideal. Trabajar incansablemente por la salvación de las almas, gastar y consumir nuestras vidas consolando al Corazón de Jesús (Jacinta y Francisco de Fátima). “Cristo murió por nuestros pecados” (1, Cor. 15,3). “Que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado” (Hbr. 3,15). “Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado” (Hebr. 12,4).

Santa Maravillas de Jesús: “¡Qué importa todo menos ofender a Dios! Está el Señor tan solo; la soberbia, el propio yo, le arroja de tantas almas. El ver las ofensas de Dios parece llegar a lo más íntimo del alma ¡Cómo está el mundo, qué indecencias y sobre todo qué ceguedad de los buenos y que confusión de ideas! ¡Hija, por amor de Dios! En estos momentos, en que tanto hay que pedir y reparar, no se entristezca sino por las ofensas de Dios y agradézcale las cosas desagradables al natural, sean las que sean, y más las que tan directamente tienden a hacerle agradable a Él. Cuando veo tantas ofensas y tan poca correspondencia de los suyos, me dan ganas que venga lo que sea, con tal de que no se le ofenda más”.

Muchos se han condenado con menos pecados de los que yo he cometido. Los juicios de Dios son incontestables. Ellos justamente condenados y yo misericordiosamente perdonado. Queda una sola cosa. Reformar mi vida, solamente deseando y eligiendo lo que más me conduce para el fin que he sido creado: la felicidad eterna. “Dios es un Padre que perdona. Su misericordia es mayor que nuestro pecado. Él perdonará nuestras faltas: decidamos no volver a cometerlas”. “Jesús nos ha dicho algo muy bello: Sus muchos pecados le han sido perdonados porque ha amado mucho. Si de verdad queremos tener reconciliación, tenemos que perdonarnos unos a otros, porque perdonar nos da un corazón puro, y el que tiene el corazón puro puede ver a Dios y puede amar con un amor puro, como Dios nos ama” (Beata Teresa de Calcuta).

El Pecado de los Ángeles II

24 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

≈ 1 comentario

Etiquetas

428, A, adán, avengozarme, ángeles, ¿pecaste y no temes?, beato juan pablo II, castigo eterno, cavernas, Concilio IV de Letrán, confundir, conocimiento, corazón, de, del, demonios, diablo, Dios, dolor, eliminación, entendimiento, espíritu puri, eva, Infierno, non serviam, obedecer, partido, pecado, pecado particular, pecados míos, pevado, profundo, Romano Guardini, san ignacio, san juan de ávila, santa teresa de jesús, santo Tomás de Aquino, sentido, servir, tártaro, tenebrosas, vital, voluntad

«El primer punto será traer la memoria sobre el primer pecado, que fue de los ángeles, y luego sobre el mismo entendimiento discurriendo, luego la voluntad, queriendo todo esto, memorar y entender, por más avergonzarme y confundir; trayendo en comparación de un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y donde ellos por un pecado fueron al infierno, cuántas veces yo lo he merescido por tantos. Digo traer en memoria el pecado de los ángeles; cómo siendo ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en superbia, fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno; y así, consequenter, discurrir más en particular con el entendimiento, y consequenter moviendo más los afectos con la voluntad».

El beato Juan Pablo II dijo: “que el hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y de la muerte de la conciencia y esta muerte es algo más profundo que el pecado: es la eliminación del sentido del pecado”. San Ignacio quiere que el ejercitante alcance un conocimiento vital y profundo del pecado con la meditación del pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el pecado particular. Nuestro nuevo doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila, pregunta: “¿Pecaste y no temes? No has conocido a Dios; ¿Ofendiste a Dios y no tienes el corazón partido de dolor? No lo has conocido”. San Ignacio de Loyola decía: «Daría por muy bien empleada mi vida por evitar un solo pecado mortal”.

Es dogma de fe que existen los ángeles, sustancias intelectuales, inferiores a Dios, superiores al hombre, puramente espirituales: “Por su bondad y virtud omnipotente… desde el principio del tiempo, creó (Dios) de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la humana” (Concilio IV de Letrán; 428). El mismo concilio dice que: “El diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; más ellos por sí mismos se hicieron malos” (428). Un espíritu puro no puede cometer otro pecado que el de la soberbia, apetecer desordenadamente su propia excelencia. Según santo Tomás de Aquino, el diablo habría apetecido para si la unión hipostática, o negado su obediencia al Verbo encarnado. “Viniendo en  superbia” los ángeles pecaron, dice san Ignacio.

“Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las cavernas tenebrosas” (2 Pd, 2-4). En un instante cayó sobre ellos el rayo de la Justicia Divina: “fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al infierno” (San Ignacio). ¡Horrible transformación! Belleza- fealdad, bondad-malicia, sabiduría-ignorancia…” y así consecuenter discurrir más en particular con el entendimiento, queriendo todo esto memorar y entender” (san Ignacio).

Los ángeles fueron creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios en el Cielo. Dios les concedió la libertad para que usándola ordenadamente, pudieran merecer la vida eternamente feliz. “¡Non serviam!” fue su respuesta, ¡no quiero obedecer, no quiero servir a Dios! Si en el primer pecado mortal que cometí, Dios me hubiera privado de la vida, hubiera caído en el infierno eternamente. ¡Y he pecado tantas veces! Mi alma ha estado podrida, corrompida ¿Dios mío, quién soy yo para Ti? A los ángeles aplicó su justicia; a mí, su misericordia infinita ¿Cómo voy a presentarme en  su presencia? : «Avergonzado y confundido, en haberle mucho ofendido, de quien primero recibí muchos dones y mercedes” (san Ignacio).

¿Qué será el pecado que tiene un castigo eterno? ¿Qué efectos han producido en mi memoria, entendimiento y voluntad mis muchos pecados? ¡Dios mío, perdóname! Dame tu gracia para jamás volver a ofenderte. ¡Jesús en ti confío! ¡Virgen Santísima bajo tu amparo nos acogemos! “El diablo, a quien os sujetáis cuando pecáis, ¿Quién os parece que es? Es la más malaventurada criatura del mundo, enemigo de Dios, condenado, maldito, espantable enemigo de todo bien, contrario a Dios. El diablo es un gran pecador; los que pecan son sus hijos” (San Juan de Ávila).

Santa Teresa de Jesús: “Pareceros a, hermanas, que a estas almas a quienes el Señor se comunica tan particularmente, que estarán ya tan seguras de que han de gozar para siempre, que no tendrán que temer ni que llorar mis pecados, y será muy grande engaño, porque el dolor de los pecados crece más mientras más recibimos de nuestro Señor”.

El gran teólogo Romano Guardini en su obra el Señor, dice: “Comprenderemos a Cristo en la medida en que comprendamos el pecado”, que es lo mismo que decir: quien no reconoce su pecado, no conocerá a Cristo de verdad, ni lo amará de verdad.

P.Manuel Martínez Cano, mCR

Introducción a la Meditación de las tres Potencias sobre los Tres Pecados

17 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

Etiquetas

abuso, adán y eva, alabanza, amor, aplicación, aspiraciones, avergonzarse, cambiar de rumbo, Camino, cciones, cielo, completa, confundirse, conocer, contra, corazón, creador, criatura, criaturas, Cristo crucificado, cuneta de deuda proppia, del, desviación, determinaciones, Dios, divina majesta, dolor del corazón, dominio absoluto, ejercicios espirituales, ejercitante, en s, entendimiento, envilecimiento, envilecimineto, fundamento, gracia especial, humillación, Infierno, intencionesa, introducción, irracional, malicia, mayor Gloria de Dios, meditaciónt, memoria, merecido, mil veces morir antes que pecar, necesario, negación, ocasión de pecado, ocupaciones exteriores, operaciones, ordenadas, pío XII, pecado, pecado de los ángeles, pecado particular, pecador, pecados cometidos, pedir gracia, perdón, perfección cristiana, potencias, práctica, principio, profundamente, querer, rebelión, reparación, salvarme, san ignacio, san juan de ávila, servicio, soberbia, sobre, su, tierra, tres, vida, vileza, virgen santísima, voluntad

La primera meditación de la primera semana de los Ejercicios Espirituales es la A-Mayor-Gloria-de-Dios-una-de-_54278646725_53389389549_600_396aplicación de la memoria, entendimiento y voluntad al pecado de los ángeles, de Adán y Eva al pecado particular. Contiene en sí, después de una oración preparatoria y dos preámbulos, tres puntos principales y un coloquio.

El pecado es la rebelión de la criatura contra su creador; la negación del dominio absoluto del Creador sobre la criatura, la desviación completa del camino del Cielo, el abuso irracional de las criaturas que Dios me ha dado para que me ayuden a salvarme. El pecado es la negación práctica del Principio y Fundamento.

La actividad del ejercitante en estas meditaciones sobre el pecado, que propone San Ignacio, ha de ir dirigida a conocer profundamente la malicia del pecado y el envilecimiento y vileza del pecador, conocida en lo más profundo del corazón.

Si el principio de todo pecado está en la soberbia (Ecles. 1015) es justo que el principio del perdón y la reparación del pecado sea la humillación. Si el ejercitante no llega a avergonzarse y confundirse, por los pecados cometidos, no está capacitado para adquirir el dolor de corazón necesario que le haga cambiar de rumbo en su vida hacia la perfección cristiana. Mil veces morir antes que pecar.

Si he merecido el infierno por mis pecados, jamás me pondré en ocasión de pecado. Si, por una gracia especial, no he cometido un pecado mortal en mi vida: “es mayor merced dar Dios la inocencia, no dejando caer en pecado, que al caído darle perdón. La Virgen Santísima ponía a cuenta de deuda propia y agradecía a Dios, como si los hubiera cometido y fuera perdonada, todos los pecados que pudiera haber cometido y que otros hacían” (San Juan de Ávila).

San Ignacio empieza todas sus meditaciones con la oración preparatoria, que es siempre la misma:”Pedir gracia, a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”. Para que todo mi querer, aspiraciones, intenciones y determinaciones; acciones, ocupaciones exteriores, sea todo ordenado a la mayor gloria de Dios.

El primer preámbulo es composición viendo lugares. Aquí es de notar, que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar a Cristo nuestro Señor, el cual es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo, donde se halla la cosa que quiero contemplar. Digo el lugar corpóreo, así como un templo o monte, donde se halla Jesucristo o Nuestra Señora, según lo que quiero contemplar. Aquí será ver con la vista imaginativa y considerar mi alma que está encarcelada en este cuerpo corruptible en este valle, como desterrado entre brutos animales. Digo todo el compuesto de alma y cuerpo.

El segundo preámbulo es pedir a Dios nuestro Señor lo que quiero y deseo. Aquí será pedir vergüenza y confusión de mi mismo, viendo cuantos han sido condenados por un solo pecado mortal y cuantas veces yo merecía ser condenado para siempre por tantos pecados míos.

Los tres puntos del pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el pecado particular los veremos las próximas semanas, Dios mediante.

San Ignacio termina siempre sus meditaciones con un coloquio entre el alma y su Creador, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen María, los santos. El coloquio es una conversación entre amigos, entre el hijo y el padre, entre un siervo y su señor, pidiendo alguna gracia, arrepintiéndose de sus pecados, pidiendo consejo sobre las cosas de su alma, etc.

El coloquio que propone san Ignacio en esta meditación, se hace: “imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio, cómo de Criador ha venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y  ha venido a morir por mis pecados. Hacer otro tanto, considerando lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo y por fin viéndole tal y colgado así en la cruz, ir expresando lo que espontáneamente se ofreciere”. Terminar con un Padrenuestro.

Sólo ante Cristo crucificado por nuestro amor puede entenderse la malicia del pecado: “Cada pecado renueva en cierto modo la pasión de Nuestro Señor, puesto que crucifican de nuevo en sí mismo al Hijo de Dios”(Pío XII).

← Entradas anteriores
Entradas recientes →
diciembre 2025
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  
« Sep    

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Unión Seglar de San Antonio María Claret

P. José María Alba Cereceda, S.I.

palba2

Archivos

Categorías

  • Artículos (1.171)
  • Artículos – Contracorriente (919)
  • Carta Dominical (118)
  • Chispicas (266)
  • Cosicas (108)
  • De Hispanoamérica (1)
  • Dominicas (266)
  • El Coladero (1)
  • El nacimiento de la España moderna (75)
  • Francisco franco (176)
  • Guerra Campos (286)
  • Hemos leído (99)
  • Hispanoamérica. La verdad (192)
  • Historia de España (57)
  • Hitos (175)
  • Imagén – Contracorriente (132)
  • La Iglesia vive de la Eucaristia (22)
  • La voz de los santos (154)
  • Magisterio (38)
  • Meditaciones de la Virgen (174)
  • Mensajes de fe (214)
  • Miguicas (265)
  • Mojones (184)
  • Mostacicas (265)
  • Noticas (10)
  • Oraciones (391)
  • P. Manuel Martínez Cano (736)
  • Padre Alba (268)
  • Palabras de Dios (94)
  • Para pensar (27)
  • Pensamientos (99)
  • Pensar es sano (111)
  • Sabaticas (266)
  • Santos (111)
  • Semillicas (265)
  • Sintonía con la jerarquia (184)
  • Uncategorized (1.327)
  • Vida mixta (13)
  • Vida religiosa ayer, hoy y mañana (22)

Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

Mis tuits

Twitter P. Cano

Mis tuits

“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

Blog de WordPress.com.

  • Suscribirse Suscrito
    • Contracorriente
    • Únete a otros 279 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Contracorriente
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...