Etiquetas
asociación profesionales por la ética, comadronas escocesas, Concepta Wood, enfermera, guerra de Dios, jaime urcelay, juan antonio martínez camino, mallorca, Mary Doogan, Mercedes, monseñor, monseñor reig pla, no al aborto, O.S.B, Padre Fray Justo Pérez, san Jorge, secretario de la conferencia episcopal española
Jaime Urcelay, de la Asociación Profesionales por la ética, ha manifestado que: “La reforma de la ley del aborto no puede aplazarse más; no queremos más anuncios ni propósitos sinos hechos reales. Hoy la ley permite asesinar inocentes y no existe de hecho la objeción de conciencia para todos los profesionales que intervienen en los diferentes momentos que conduce al aborto, lo cual convierte en la práctica nuestro ordenamiento en un sistema totalitario encubierto, ya que prima el derecho de fuerte sobre el indefenso y la libertad de conciencia no puede ejercerse”.
La ley del aborto debe suprimirse totalmente. La vida de un solo niño inocente vale más que todos los parlamentos y leyes democráticas. ¡No al aborto! Es un crimen abominable y, para mí, diabólico.
En la festividad de san Jorge, el Padre Fray Justo Pérez O.S.B., escribe en su Año Cristiano: “La idea de pedir sacrificios humanos es muy propio de los oráculos. El sacrificio es un acto de adoración, y como el demonio quiere ser adorado, tiene hambre y sed de carne y sangre humanas. A los pueblos groseros les pide el sacrificio humano en la forma más grosera; a los pueblos más refinados, de una manera refinada; quiere que de una forma u otra, la vida más noble de la tierra sea inmolada ante su altar; quiere la sangre, lágrimas rojas del cuerpo, o las lágrimas que, según San Agustín, son la sangre del alma. Quiere víctimas, y cuando más puras, mejor. La Fontaine cometía un profundo error cuando hacía decir a los animales enfermos de la peste: “Que el más culpable de nosotros sacrifique a los golpes del furor celeste”. No es la sangre más manchada, sino la más inocente, la que se pide en todas las tradiciones del género humano. Para que la armada griega tuvieses viento favorable al dirigirse a Troya, Diana pidió la vida de Ifigenia, la hija del pastor de los pueblos. Satán prefiere sangre virginal.
En rueda de prensa para informar de los trabajos de la Asamblea Plenaria, el secretario de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, ha dicho que: “Una sociedad civilizada no puede tutelar, por la ley la eliminación de un ser humano”. Es evidente, pues que vivimos en una sociedad incivilizada, salvaje. Donde impera la ley antinatural y antidivina del aborto.
No se puede, ni se debe, coquetear y fotografiarse con políticos abortistas. No se debe alabar una constitución que ha producido leyes anticristianas como el divorcio, el aborto, la experimentación de embriones, la educación anticatólica, el mal llamado matrimonio homosexual,… Monseñor Reig Pla ha dicho que estamos en la guerra de Dios. Los enemigos de la Iglesia y la sociedad cristiana han declarado la guerra a los niños inocentes. Hacen falta voluntarios que los defiendan.
Mary Doogan y Concepta Wood, comadronas escocesas, se han enfrentado al crimen abominable del aborto. No quisieron participar ni siquiera indirectamente. En una nota que han dado a los medios de comunicación social dicen: ¡Al declarar que toda vida es sagrada desde la concepción a la muerte natural, como comadronas siempre hemos trabajado sabiendo que teníamos dos vidas que cuidar en el parto: una madre y su hijo por nacer” La vida es un don de Dios. Nadie la puede suprimir. Es un derecho sagrado.
En Mallorca, también tenemos el caso de la enfermera Mercedes, que movida por sus convicciones católicas, consiguió que no se abortara en el hospital donde trabaja.
¿Vais a llorar como mujercitas sensibleras lo que no quisisteis defender como hombres valientes?
P. Manuel Martínez Cano, mCR