Contracorriente

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Tratado de la verdadera devoción XLV (45)

19 martes Nov 2013

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jesucristo, santísima virgen

216. 4.º La Santísima Virgen os llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma: 1.º, porque ya no os acercaréis a Jesucristo por vos mismo, sino por medio de esta buena Madre; 2.º, porque habiéndole dado todos vuestros méritos, gracias y satisfacciones para que disponga de ellos a su gusto, Ella os comunicará sus virtudes, y os vestirá con sus méritos, de suerte que podréis decir a Dios con confianza: He aquí a María, vuestra sierva, hágase en mí según vuestra palabra; 3.º, porque habiéndoos dado a Ella enteramente en cuerpo y alma, María, cuya liberalidad es incomparable, no se dejará vencer en generosidad, y se os dará, en cambio, de una manera maravillosa pero verdadera, de modo que podréis decirle resueltamente: «Yo soy tuyo, Santísima Virgen, sálvame» (Ps. 118,94); o como lo he dicho ya con el discípulo amado: «Os he tomado, Santísima Virgen, en lugar de todos mis bienes». Aún podréis decir con San Buenaventura: «Mi amada dueña y salvadora, yo trabajaré confiadamente, y nada temeré, porque Vos sois mi fortaleza, mi alabanza en el Señor… Soy todo vuestro, y todo lo mío os pertenece. ¡Oh gloriosa Virgen, bendita sobre todas las cosas creadas: te pondré sobre mi corazón como un sello, porque tu amor es fuerte como la muerte!» Podréis decir a Dios con los sentimientos del Profeta: «Señor, no se ha engreído mi corazón, ni se han ensoberbecido mis ojos. No he andado en grandezas ni en cosas maravillosas sobre mí. Sí, no tenía yo sentimientos humildes, y por el contrario, engreí mi alma. Como el niño destetado junto a su madre, así sea el galardón en mi alma» (Ps. 130,1-2). Ella es, dice un santo, el tesoro del Señor.
Lo que aún aumentará más vuestra confianza en María, es que habiéndole dado en depósito todo cuanto tenéis de bueno para comunicarlo o guardarlo, tendréis menos confianza en vos mismo y mucha de esta bienaventurada Madre Virgen, que es vuestro tesoro. ¡Oh, qué confianza y qué consuelo para un alma el poder decir que el tesoro de Dios, en que el Eterno Padre ha puesto todo lo más precioso, es también suyo!

santisima-virgen-maria217. 5.º El alma de la Santísima Virgen se os comunicará para glorificar al Señor; su espíritu entrará en el lugar del vuestro, para regocijarse en Dios, su Salvador, siempre que seáis fiel a las prácticas de esta devoción.
¡Ah! ¿Cuándo llegará aquel dichoso tiempo, dice un santo varón de nuestros días, en que todo estará lleno de María? ¡Ah! ¿Cuándo llegará esa feliz época en que la Virgen Santísima será la señora y soberana de todos los corazones para someterlos plenamente al imperio de su grande y único Jesús? ¿Cuándo las almas respirarán a María, como los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas sucederán entonces en este lugar de miseria, en que, encontrando el Espíritu Santo a su amada Esposa como reproducida en las almas fieles, vendrá sobre ellas abundantemente y las colmará de sus dones, y particularmente del don de la sabiduría, para obrar maravillas de la gracia; ¿cuándo llegará ese tiempo feliz y ese siglo de María, en que las almas, absorbiéndose en el abismo de su interior, lleguen a ser copias vivientes de María para amar y glorificar a Jesucristo? Este tiempo no llegará más que cuando se conozca la devoción que yo enseño: Venga a nosotros el reinado de María, para que venga, Señor, tu reinado.

218. 6.º Si cultivamos bien a María, que es el árbol de la vida en nuestra alma, siguiendo con fidelidad la práctica de esta devoción, Ella dará su fruto en su tiempo, y este fruto suyo es Jesucristo. Veo a tantos devotos y devotas que buscan a Jesucristo, los unos por un camino y una práctica, los otros por otra, y frecuentemente, después de haber trabajado mucho durante la noche, pueden decir: A pesar de haber trabajado toda la noche no hemos cogido (Lc. 5,5). Y se les puede decir: Habéis trabajado mucho y habéis aprovechado poco; Jesucristo es todavía muy débil en vosotros. Pero por el camino inmaculado de María y por medio de esta práctica divina que enseño, se trabaja durante el día, se trabaja en un lugar santo, se trabaja poco. En María no hay noche, porque en Ella no hay pecado, ni aun la menor sombra de él. María es lugar santo y el Santo de los Santos, en donde los santos han sido formados y moldeados.

219. Observad bien, os lo suplico, que digo que los santos han sido moldeados en María. Hay una gran diferencia entre construir una figura en relieve a golpe de martillo y de cincel, y hacerla por medio de molde; los escultores y estatuarios trabajan mucho en construir figuras del primer modo, y emplean mucho tiempo, pero de la segunda manera trabajan poco y hacen mucho en corto tiempo. San Agustín llama a la Virgen forma Dei, el molde de Dios: Por esto te llamo molde de Dios, dignamente lo fuiste; el molde propio para formar y modelar santos. El que es echado en este molde divino, bien pronto es formado y modelado en Jesucristo, y Jesucristo en él; a poca costa y en poco tiempo llegará a ser semejante a Dios, toda vez que ha sido echado en el mismo molde en que se formó un Dios hecho hombre.

220. Paréceme que bien puedo comparar a estos directores y personas devotas que quieren formar en sí o en otros a Jesucristo, por otras prácticas diferentes de éstas, a los escultores que, poniendo su confianza en su habilidad, en su industria y en su arte, dan infinidad de golpes de martillo y de cincel sobre una piedra dura o un pedazo de madera tosca, para hacer con ella la imagen de Jesucristo, y sucede que no logran sacarla al natural, ya por falta de bastante conocimiento de la persona de Jesucristo, ya por haber dado mal algún golpe que estropea la obra.
Pero a los que abrazan el secreto que les presento, los comparo fundadamente a los fundidores y modeladores que, habiendo encontrado el hermoso molde de María en que Jesús fue natural y divinamente formado, sin fiarse de su propia industria, sino únicamente de la bondad del modelo, se arrojan y se absorben en María para llegar a ser el retrato al natural de Jesucristo.

221. ¡Oh hermosa y verdadera comparación! ¿Quién la comprenderá? Deseo que la comprendan mis queridos lectores; pero tengan presente que no se arroja en el molde más que lo que esta fundido y líquido; es decir, que es menester fundir y destruir en nosotros al viejo Adán, para llegar a ser el nuevo en María.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XL: Motivos para esta perfecta consagración VIII

15 martes Oct 2013

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amor de Madre, devoción, felices para siempre, gozos de la eternidad, gracia dviina, Israel, madre verdadera, predestinados, réprobos, santísima virgen, virgen

200. 5.º En fin, los predestinados siguen los caminos de la Virgen, es decir, la visitan, y por esto son verdaderamente dichosos y devotos, y llevan la señal de su predestinación como se lo dice Ella: Dichosos aquellos que practican (Prov. 8,32) mis virtudes y que caminan sobre las huellas de mi vida, con el socorro de la gracia divina. Son dichosos en este mundo durante su vida por la abundancia de gracias y de dulzuras que de mi plenitud les comunico, y con más abundancia que a los que no me imitan tan de cerca; son dichosos en su muerte, que es dulce y tranquila, y a la que asisto ordinariamente para conducirlos yo misma a los gozos de la eternidad; en fin, ellos serán felices para siempre, porque ninguno de mis buenos servidores que han imitado mis virtudes en la vida se ha perdido jamás. Los réprobos, al contrario, son desgraciados durante su vida, en su muerte y en toda su eternidad, porque no imitan a la Virgen en sus virtudes, contentándose con inscribirse alguna vez en sus Congregaciones, con recitar alguna oración en su honra o con hacer alguna otra devoción exterior.

¡Oh Santísima Virgen, mi bondadosa Madre: cuán felices son, repito, con los transportes de mi corazón, cuán felices los que, no dejándose seducir por una falsa devoción hacia Vos, siguen fielmente por vuestros caminos, observando vuestros consejos y vuestras órdenes! Pero ¡qué desgraciados son los que, abusando de vuestra devoción, no guardan los mandamientos de vuestro Hijo! Son malditos quienes de tus mandatos se desvían (Psalm. 119,21).

201. Ved ahora los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores, que se han entregado a Ella del modo que he dicho, y según la figura de Jacob.

1.º Ella los ama

Amo a los que me aman (Prov. 13,17). Ella los ama: 1.º, porque es su Madre verdadera, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas; 2.º, los ama por reconocimiento, porque efectivamente ellos la aman como a su buena Madre; 3.º, los ama porque, estando predestinados, los ama Dios. Jacob amó, Esaú odió (Rom. 9,13); 4.º, los ama porque están enteramente consagrados a Ella, y son su posesión y su herencia. Heredar en Israel (Eccle. 24,13).

202. Los ama tiernamente, y más tiernamente que todas las madres juntas. Poned, si os es posible, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen hacia sus hijos en el corazón de una sola madre para con su hijo único: esta madre amará ciertamente mucho a su hijo; sin embargo, la verdad es que María ama aún más tiernamente a sus hijos que esa madre puede jamás amar al suyo.
No los ama solamente con afección, sino con eficacia: su amor para con ellos es efectivo y afectivo, como el de Rebeca para con Jacob, y aun mucho más. Véase lo que esta buena Madre, de quien Rebeca era no más que figura, hace por obtener para sus hijos la bendición del Padre celestial.

Tratado de la Verdadera devoción a la Santísima Virgen XXXVII: Motivos de esta perfecta consagración V

25 miércoles Sep 2013

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consagración, Isaac, Jacob, obedecer, Rebeca, santísima virgen, verdadera devoción

191. En cuanto a Jacob, el menor de la familia: 1.º Era de una contextura débil, dulce y apacible, y generalmente permanecía en casa para granjearse el cariño de Rebeca, a la que amaba tiernamente; si salía alguna vez, no era por su propia voluntad ni por confianza en su habilidad, sino por obedecer a su madre.

192. 2.º Amaba y honraba a su madre, y por esto se quedaba en casa; evitaba todo lo que podía desagradarla, y hacía cuanto creía que la agradaba, todo lo cual aumentaba en Rebeca el amor que tenía a su hijo.

193. 3.º En todo estaba sometido a su querida madre; la obedecía en todo y por todo, pronta y amorosamente y sin quejarse; a la menor señal de su voluntad, el pequeño Jacob corría y trabajaba; creía todo lo que ella le decía, por ejemplo, cuando le dijo que fuese a buscar dos cabritos y los trajese para disponerlos para las comidas de su padre Isaac, Jacob no le replicó que tenía bastante con uno, sino que sin razonar hizo lo que ella le ordenó.

194. 4.º Tenía una gran confianza en su amada madre; como no confiaba en su propio saber, se atenía solamente a la solicitud y a la protección maternal; reclamaba su socorro en todas sus necesidades y la consultaba en todas sus dudas; por ejemplo, cuando le preguntó si en vez de la bendición no recibiría la maldición de su padre, la creyó y confió en ella apenas le dijo que ella tomaba sobre sí esta maldición.

195. 5.º En fin, imitaba según su alcance las virtudes que veía en su madre, y parece que una de las razones por la que permanecía tranquilo en la casa, era la de imitar a su querida madre; que era virtuosa, y así se separaba de las malas compañías que corrompen las costumbres. Por eso se hizo digno de recibir la doble bendición de su querido padre.

 

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXVI: Motivos para esta perfecta consagración IV

18 miércoles Sep 2013

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derecho de primogenitura, devoción más excelente, Esaú, intérpretes sagrada escritura, Jacob, Madre de los predestinados, padre celestial, placeres de la tierra, placeres del Paraíso, predestinados, réprobos, santísima virgen, Santos Padres

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

185. Antes de explicar esta historia, que tan hermosa es, menester es advertir que, según los Santos Padres y los intérpretes de la Sagrada Escritura, Jacob es la figura de Jesucristo y de los predestinados, y Esaú, la de los réprobos; y para juzgar así basta examinar las acciones y la conducta del uno y del otro. 1.º Esaú, el primogénito, era fuerte y robusto, gran cazador, de cuerpo diestro y hábil para manejar el arco. 2.º No estaba casi nunca en casa, y poniendo su confianza sólo en su fuerza y en su destreza, no trabajaba sino fuera de su hogar. 3.º Esaú no trabajaba por agradar a su madre Rebeca. 4.º Era tan glotón y gustaba tanto los placeres del gusto, que vendió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas. 5.º Estaba, como Caín, lleno de envidia contra su hermano Jacob, y lo persiguió a muerte.

186. He aquí la conducta que guardan siempre los réprobos: 1.º Fían en sus fuerzas e industria en los negocios temporales; son fuertes, hábiles y perspicaces para las cosas de la tierra, pero muy necios, débiles e ignorantes para las del cielo: Fuertes en las cosas terrenas, flojos en las celestiales. Por esto:

187. 2.º No paran nada o paran poco en la casa, en su propio hogar, es decir, en el interior de su alma, que es la casa interior que Dios ha dado a cada hombre para que habite allí consigo mismo, a ejemplo de Dios, que vive siempre en sí mismo. Los réprobos no aman el retiro, ni las cosas espirituales, ni la devoción interior, y califican de pequeños, de beatos y de salvajes a los hombres interiores y retirados del mundo, que trabajan más interior que exteriormente.

188. 3.º Los réprobos no se cuidan nada de la devoción a la Santísima Virgen, Madre de los predestinados; es verdad que no la aborrecen formalmente: algunas veces la alaban, dicen que la aman, hasta practican algunas devociones en honra suya, pero no pueden sufrir que se la ame tiernamente, porque no tienen para con Ella las ternuras de Jacob. Desaprueban las prácticas de devoción, a las que los buenos hijos y servidores de María suelen ser tan fieles. Pretenden que con no aborrecer formalmente a la Virgen y no menospreciar abiertamente su devoción, es bastante, y creen que con esto han alcanzado su gracia, y se figuran que son devotos de María porque recitan y murmuran algunas oraciones en su honra, sin ternura para con Ella ni enmienda en sus pecados.

189. 4.º Los réprobos venden su derecho de primogenitura, es decir, los placeres del Paraíso, por un plato de lentejas, es decir, por los placeres de la tierra. Beben, comen y se divierten, juegan, bailan, sin tomar a pecho, como Esaú, el hacerse dignos de la bendición del Padre celestial. En pocas palabras, no piensan sino en la tierra, no aman más que la tierra, no hablan ni tratan más que de la tierra y de los placeres vendiendo por un momento de goce, por un vano humo de honra y por un pedazo de tierra dura, amarilla o blanca, la gracia bautismal, su vestido de inocencia y la herencia celestial.

190. 5.º En fin, los réprobos aborrecen y persiguen sin cesar a los predestinados, franca u ocultamente; no pudiendo soportarlos, los desprecian, los critican, los contradicen, los injurian, los traen en lenguas; los engañan, los empobrecen, los desechan, los reducen a polvo, al paso que ellos agrandan su fortuna, gozan, viven cómodamente, se enriquecen, se engrandecen y se regalan a sus anchas.

 

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXV: Motivos para esta consagración III

12 jueves Sep 2013

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consagraciónv, Dios, maría, santísima virgen, virgen

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

180. Si algún crítico que esto lea creyese que hablo aquí con exageración, ¡ay!, es que no me entiende, ya porque es hombre carnal, que no gusta para nada de las cosas del espíritu, ya porque es del mundo, el cual no puede recibir el Espíritu Santo, o ya también porque es orgulloso y crítico, que condena o desprecia todo lo que no entiende. Pero las almas que no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios y de María, me comprenden y gustan, y para ellas escribo esto (Jn. 14,17; 1,13).

181. Sin embargo, para unos y para otros digo, volviendo al asunto que he interrumpido, que siendo la divina María la más noble y la más generosa de las puras criaturas, jamás se deja vencer en amor y liberalidad, y, como dice un santo devoto por un huevo te da un buey («pour un oeuf, Elle donne un boeuf»); es decir, por poco que se le dé, da Ella en retorno mucho de lo que ha recibido de Dios; y, por consiguiente, si un alma se da a Ella sin reserva, poniendo en Ella toda su confianza sin presunción, trabajando cuanto esté de su parte para adquirir las virtudes y domar sus pasiones, María se da también sin reserva a esta alma.

182. Digan, pues, atrevidamente con San Juan Damasceno, los fieles servidores de la Santísima Virgen: Si confío en Vos, ¡oh Madre de Dios!, seré salvo y defendido por Vos nada temeré; con vuestro auxilio combatiré a mis enemigos y los pondré en fuga, porque ser devoto vuestro es una prenda de salvación que Dios da a los que quiere salvar.

183. De todas las verdades que acabo de consignar respecto de la Santísima Virgen y de sus hijos y servidores, el Espíritu Santo nos ofrece en el libro del Génesis una figura admirable en la historia de Jacob, quien recibió la bendición de su padre Isaac por la diligencia e industria de Rebeca, su madre. Vedla tal como el Espíritu Santo la refiere; por mi parte añadiré luego algunas explicaciones.

184. Habiendo vendido Esaú a Jacob su derecho de primogenitura, Rebeca, madre de ambos hermanos, a quienes Isaac amaba tiernamente, le aseguró esta prerrogativa muchos años después, en virtud de un acto de santa destreza llena de misterio. Sintiéndose ya muy viejo Isaac y deseando bendecir a sus hijos antes de morir, llamó a su hijo Esaú, a quien amaba, y le encargó que fuese a cazar alga que comer para bendecirle en seguida. Rebeca puso inmediatamente en conocimiento de Jacob lo que pasaba, y le ordenó que fuese en busca de dos cabritos del rebaño. Cuando los hubo entregado a su madre, ésta preparó para Isaac un manjar que sabía le gustaba, vistió a Jacob con las ropas de Esaú, que ella guardaba, y cubrió sus manos y su cuello con la piel de los cabritos, a fin de que su padre, que estaba ciego, pudiese, al oír las palabras de Jacob, creer, siquiera por el vello de las manos, que era Esaú.
Isaac, sorprendido con el timbre de aquella voz que le hacía creer que era la de Jacob, le hizo aproximarse, y al tocar el pelo de las pieles con que se había cubierto las manos, dijo que verdaderamente la voz era la de Jacob, pero que las manos eran las de Esaú. Después que comió y sintió, al besar a Jacob, el olor de sus perfumados vestidos, le bendijo y le deseó el rocío del cielo y la fecundidad de la tierra; le hizo señor de sus hermanos, y dio fin a su bendición con estas palabras: «Aquel que te maldijere, sea maldito, y el que te bendiga, sea colmado de bendiciones».
No bien acabó de hablar Isaac, cuando entra Esaú trayendo para comer lo que había cazado, para que su padre le bendijese en seguida. El santo Patriarca se sorprende con increíble asombro, cuando comprendió lo que acababa de pasar; más lejos de retractar lo que había hecho, al contrario, lo confirmó, porque distinguía sensiblemente el dedo de Dios en este proceder. Esaú entonces lanza bramidos, como nota la Sagrada Escritura; acusa de engañador a su hermano, y pregunta a su padre si no tenía más que una bendición; en lo cual era, como advierten los Santos Padres, la imagen de los que, hallando fácil aliar a Dios con el mundo, quieren gozar a la vez los consuelos del cielo y los goces de la tierra. Isaac, enternecido con los gritos de Esaú, lo bendijo, al fin, pero con bendición de la tierra, sujetándolo a su hermano, lo cual hizo concebir a Esaú un odio tan envenedado contra Jacob, que no esperaba más que la muerte de su padre para matarle; y Jacob no hubiera podido evitar la muerte si su amada madre Rebeca no hubiese acudido a su seguridad con la solicitud y los buenos consejos que le dio, y que él aprovechó.

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