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Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXIV: Motivos para esta perfecta consagración II

03 martes Sep 2013

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Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

175. María es la Virgen fiel, la que por su fidelidad a Dios repara las pérdidas que la infiel Eva causó por su infidelidad, la que alcanza la fidelidad a Dios y la perseverancia a los que a Ella se unen. Por esto San Juan Damasceno la compara a un áncora firme que nos sostiene y evita que naufraguemos en el mar agitado de este mundo en que tantos perecen por no unirse a María. Unimos, dice, las almas a vuestras esperanzas, como a un áncora firme. Los santos se han salvado porque han sido los más unidos a Ella, y han servido a los demás para perseverar en la virtud.
Dichosos, pues, mil veces dichosos los cristianos que ahora se unen fiel y enteramente a María como a un ancla firme y segura. ¡Los embates de las olas de este mundo no podrán sumergirlos, ni harán que pierdan sus tesoros celestiales! iDichosos los que entran en esa nueva arca de Noé! Las aguas del diluvio de los pecados, que anegaron todo el mundo, no les dañarán, porque «los que se unen a mí para trabajar en su salvación, no pecarán», dice la Divina Sabiduría (Eccli. 24,30). Dichosos los hijos infieles de la desdichada Eva que se entregan a la Madre y Virgen fiel, la cual siempre permanece fiel y jamás se contradice (2 Tim. 2,13) y siempre ama a los que la aman (Prov. 8,17), no sólo con amor afectivo, sino con amor efectivo y eficaz, impidiéndoles, mediante una gran abunciancia de gracias, retrocedan en la virtud o caigan en el camino perdiendo la gracia de su Hijo.

176. Esta bondadosa Madre recibe siempre, por pura caridad, todo cuanto se le entrega en depósito y una vez que Ella lo ha recibido como depositaria, se obliga en justicia, en virtud del contrato de depósito, a guardárnoslo, lo mismo que una persona a quien hubiese yo confiado en depósito mil escudos quedaría obligada a guardármelos, tanto que si por negligencia suya se perdiesen, sería ella responsable de los mismos en verdadera justicia. Pero no, jamás esta fiel Señora dejará que por su negligencia se pierda lo que se le hubiere confiado: el cielo y la tierra pasarán, antes que Ella sea negligente e infiel con los que de Ella se fían.

177. Pobres hijos de María, es extrema vuestra debilidad, grande vuestra inconstancia, muy corrompida vuestra naturaleza. Lo confieso: habéis sido sacados de la masa corrompida de los hijos de Adán y Eva. Pero no os desaniméis por esto; antes bien, consolaos y alegraos; oid el secreto que os descubro, secreto desconocido de casi todos los cristianos, aun de los más devotos.
No dejéis vuestro oro y vuestra plata en los cofres que han sido ya rotos por el espíritu maligno que os ha robado; son, además, muy pequeños, y demasiado endebles y viejos para contener tan grande y tan precioso tesoro. No pongáis el agua pura y clara de la fuente en vuestros vasos, que están sucios e infestados por el pecado. Si en ellos ya no está el pecado, queda todavía su mal olor, y el agua se corrompe. No guardéis vuestros vinos exquisitos en toneles viejos, que han estado llenos de malos vinos, porque se echarían a perder y correrían peligro de derramarse.

178. Aunque me habéis entendido, almas predestinadas, quiero todavía hablar con más claridad. No confiéis el oro de vuestra caridad, la plata de vuestra pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los vinos de vuestros méritos y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto, a un vaso infecto y contaminado, como lo estáis vosotros; de lo contrario seréis robados por los ladrones, esto es por los demonios, que día y noche acechan y espían el tiempo oportuno para ello; de lo contrario, todo lo que Dios os da de más puro lo corromperéis con el mal olor del amor de vosotros mismos, de la confianza en vosotros y de la propia voluntad.
Guardad, verted en el seno y Corazón de María todos vuestros tesoros, todas vuestras gracias y virtudes; El es un Vaso espiritual, un Vaso de honor, un Vaso insigne de devoción. Desde que se encerró en El el mismo Dios en persona con todas sus perfecciones, este Vaso se ha hecho todo espiritual, y se ha convertido en mansión espiritual de las almas más espirituales; se ha hecho honorable y el trono de honor de los mayores príncipes de la eternidad; se ha hecho insigne en devoción, y la mansión más insigne en dulzuras, en gracias y en virtudes; se ha hecho, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la torre de David y pura como torre de marfil.

179. ¡Qué dichoso es el hombre que todo lo ha entregado a María, que en todo y por todo se confía y se pierde en María! El es todo de María, y María es toda de él. Osadamente puede decir con David: Se ha hecho para mí (Ps. 118,56). O con el discípulo amado: La tomé por todo mi bien (Jn. 19,27). O con Jesucristo: Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío (Jn. 17,10).

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXX: Motivos de la perfecta consagración a la Santísima Virgen

30 martes Jul 2013

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consagración, maría, perfecta, santísima virgen, virgen

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

156. ¿Por qué creéis que Jesucristo vivió tan poco sobre la tierra, y que los pocos años que pasó en este mundo los pasó casi todos en la sumisión y en la obediencia a su Madre? ¡Ah! Es que, a pesar de haber llegado pronto a su término, vivió largo tiempo y más que aquel cuyas pérdidas vino a reparar, por más que Adán viviera más de novecientos años. Jesucristo vivió largo tiempo porque siempre estuvo sometido a su Santísima Madre, por obedecer en Ella a Dios su Eterno Padre; porque el que honra a su Madre se parece a un hombre que atesora, dice el Espíritu Santo; es decir, que el que honra a su Madre hasta someterse a Ella, a obedecerla en todo, prontamente se hará rico: porque acumula tesoros todos los días por el secreto de esta piedra filosofal: Quien honra a la Madre es como si atesorara (Ecclo. 3,5); porque en el seno de María, que ha cercado y engendrado un hombre perfecto, y que ha tenido la capacidad de contener a Aquel que lodo el universo no es capaz de comprender ni contener, en el seno de María, repito, es en donde los jóvenes se hacen ancianos consumados en luz, en santidad, en experiencia y en sabiduría, y en pocos años llegan hasta la plenitud de la edad de Jesucristo (Ps. 91,11; Ierem. 31,22).

157. 3.º Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para ir y unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje.
El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno. El lncomprensible se ha dejado comprender y contener perfectamente por María, sin perder nada de su inmensidad, y por esta humilde Virgen debemos nosotros dejarnos conducir hacia Dios perfectamente, sin reserva alguna. El lnaccesible se ha acercado a nosotros, se ha unido estrechamente, perfectamente y aun personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de Su Majestad; también por María podemos acercarnos a Dios y unirnos a Su Majestad perfecta y estrechamente sin temor de ser rechazados. En fin, Aquel que es, ha querido venir a lo que no es, y hacer que lo que no es llegue a ser Dios en Aquel que es, y lo ha hecho perfectamente entregándose y sometiéndose enteramente a la humilde Virgen María, sin cesar de ser en el tiempo Aquel que es por toda la eternidad; asimismo, pues, por María, aunque nada seamos, podemos hacernos semejantes a Dios, por la gracia y la gloria, entregándonos a Ella tan perfecta y enteramente que no seamos nada en nosotros mismos, y seamos todo en Ella, sin temor de extraviarnos.

158. Aunque se me trazara un camino nuevo para ir a Jesucristo, y supongamos que este camino estuviera enlosado con todos los méritos de los bienaventurados, adornado con todas sus virtudes heroicas, alumbrado y hermoseado con todas las luces y bellezas de los ángeles, y que todos los ángeles y santos estuvieran en él para conducir, defender y sostener a aquellos y aquellas que quisieran andar por él; yo me atrevo a afirmar de todas veras, y sé que digo la verdad, que, antes que ir por este camino tan perfecto, yo preferiría ir por el camino inmaculado de María: vía o camino sin mancha ni suciedad, sin pecado original ni actual, sin sombras ni tinieblas; y si mi amable Jesús con toda su gloria viene otra vez al mundo (como es cierto que ha de venir) para reinar en él, no escogerá otro camino para su viaje más que el de la divina María, por el cual tan segura y perfectamente ha venido la vez primera. La diferencia que habrá entre una y otra venida es que la primera fue secreta y oculta y la segunda será gloriosa y resplandeciente; pero las dos perfectas, porque las dos quedarán realizadas por María. ¡Ah! He aquí un misterio que no se comprende todavía: Enmudezca aquí toda lengua.

159. 4.º Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a El.
1. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios, como dice M. Boudon (muerto en olor de santidad) en un libro que escribió acerca de esta devoción; es cierto, sin embargo, que hace más de setecientos años se encuentran vestigios de ella en la Iglesia. San Odilón, abad de Cluny, que vivía por los años 1040, ha sido uno de los primeros que la practicaron públicamente en Francia, como se consigna en su vida.
El Cardenal Pedro Damiano refiere que el año 1036, el bienaventurado Marín, su hermano, se hizo esclavo de la Santísima Virgen, en presencia de su director, de una manera muy edificante, poniéndose una cuerda al cuello, tomando la disciplina y poniendo sobre el altar una suma de dinero como señal de su rendimiento y de la consagración a esta augusta Soberana. Y continuó tan fielmente toda su vida la práctica de esta devoción, que mereció a su muerte ser visitado y consolado por la Señora, y recibir de sus labios la promesa del Paraíso en recompensa de sus servicios. Cesáreo Bolando hace mención de un ilustre caballero, Vautier de Birbac, que hacia el año 1500 hizo esta consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Esta devoción ha sido practicada por muchos particulares hasta el siglo XVII, en que se hizo pública.

 

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXV

26 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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amor propio, concilios, intereses de Dios, padres, reino de Jesucristo, santísima virgen, socorrer almas

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María

131. No se puede objetar que esta devoción es nueva o indiferente; no es nueva, toda vez que los Concilios, los Padres y muchos autores, tanto antiguos como modernos, tratan de esta consagración a Nuestro Señor por la renovación de los votos y promesas del santo Bautismo como una cosa de antiguo practicada, y que aconsejan a todos los cristianos; no es indiferente, puesto que la principal fuente de todos los desórdenes, y por consiguiente, de la condenación de los cristianos, procede del olvido y de la indiferencia respecto de esta práctica.

132. Podría alguno decir que esta devoción nos hace incapaces de socorrer las almas de nuestros parientes, amigos y bienhechores, por cuanto nos hace dar a Nuestro Señor, por manos de la Santísima Virgen, el valor de todas nuestras buenas obras, oraciones, mortificaciones y limosnas. A esto se responde: 1.º Que no es creíble que nuestros parientes, amigos y bienhechores se lastimen de que nosotros nos hayamos sacrificado y consagrado sin interés al servicio de Nuestro Señor y de su Santísima Madre. El suponerlo sería hacer una injuria a la bondad y al poder de Jesús y de María, que bien sabrán asistir a nuestros parientes, amigos y bienhechores, ya de nuestra pequeña renta espiritual, ya de otro modo. 2.º Que esta práctica no impide que se ruegue por los demás fieles vivos o difuntos, por más que la aplicación de nuestras buenas obras dependa de la voluntad de la Santísima Virgen; al contrario, eso nos llevará a rogar con más confianza, del mismo modo que una persona rica que hubiese dado todo su caudal a un gran príncipe, a fin de honrarle más, suplicaría más confiadamente a este príncipe que diese limosna a alguno de sus amigos que se le pidiese. Y aún sería agradar al príncipe el proporcionarle ocasión de atestiguar su reconocimiento hacia una persona que se ha despojado de todo por el mayor brillo de su soberano y que se ha empobrecido por honrarle. Debe decirse lo mismo de Nuestro Señor y de la Santísima Virgen: jamás se dejarán vencer de nadie, ni en reconocimiento, ni en generosidad.

133. Aún se objetará también que si doy a la Santísima Virgen todo el valor de mis acciones para aplicarlo a quien Ella quiera, será menester acaso que yo sufra por mucho tiempo en el Purgatorio. Esta objeción, que procede del amor propio y de la ignorancia de la liberalidad de Dios y de su Santísima Madre, se destruye por sí misma; un alma ferviente y generosa que toma con más empeño los intereses de Dios que los suyos propios, que da a Dios todo lo que tiene, sin reserva, hasta donde puede, que no aspira más que al reino de Jesucristo por su Santísima Madre, y que por obtenerlo se sacrifica enteramente y en todo, esta alma generosa, repito, ¿será castigada en el otro mundo por haber sido más liberal y más desinteresada que las demás? Al contrario: precisamente para con esta alma, como veremos a continuación, serán Nuestro Señor y la Virgen Santísima liberalísimos en este mundo y en el otro, en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria.

134. Ahora debemos ver, con la mayor brevedad posible, los motivos que deben hacernos más recomendable esta devoción, los admirables efectos que produce en las almas fieles, y cuáles son las principales prácticas de ella.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXIII

12 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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a Jesús por María, alma, Bautismo, buena acción, buena accións, buenas obras, consagrados a Jesucristo, consagrarse a María, consiste en estar conformes, devoción, devoción a la santísima virgen, devoción más excelente, Dios, entrega el alma a María, entregarle, entregarse enteramente, impetratorio, maría, más conforme a Jesucristo, mérito, merece la gracia y la gloria eterna, modelo de toda santidad, nuestra alma, nuestra perfección, nuestro cuerpo, nuestro Redentor, Nuestro Señor, nuestros bienes exteriores, nuestros bienes interiores y espirituales, obtiene alguna nueva gracia, orden de la naturaleza, orden de la racia, Orden religiosa, perfecta consagración, perfecta consagración a Jesucristo, perfecta y entera consagración de sí mismo, por toda la eternidad, promesas, renovación de los votos, santísima virgen, satisfacción, satisface la pena debida al pecado, ser todo de Jesucristo, sin reserva ninguna, Su Santa Madre, unidos, valor meritorio, valor satisfactorio

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María

120. Toda vez que nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más sagrados corazonesperfecta de todas las devociones es sin duda alguna la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a este acabado modelo de toda santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor, es la devoción a la Santísima Virgen, Su Santa Madre, y cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con Jesucristo, y, he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.

121. Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de María. Es menester entregarle: 1.º, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; 2.º, nuestra alma con todas sus potencias; 3.º, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; 4.º, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras; en una palabra: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Senora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.

122. Es preciso notar aquí que en todas las buenas obras que hacemos, hay dos cosas, a saber: la satisfacción y el mérito, o sea el valor satisfactorio o impetratorio, y el valor meritorio. El valor satisfactorio o impetratorio de una buena obra, es una buena acción en tanto en cuanto satisface la pena debida al pecado, o que obtiene alguna nueva gracia; el valor meritorio, o el mérito, es una buena acción en cuanto merece la gracia y la gloria eterna.
Así es que en esta consagración de nosotros mismos a la Santísima Virgen le damos todo el valor satisfactorio, impetratorio y meritorio, o sea las satisfacciones y los méritos de todas nuestras buenas obras; le damos nuestros méritos, nuestras gracias y nuestras virtudes, no para comunicarlas a otros (porque nuestros méritos, gracias y virtudes son, propiamente hablando, incomunicables, y no ha habido más que Jesucristo, que, haciéndose nuestro fiador para con su Padre, nos haya podido comunicar sus méritos), sino para que nos las conserve, aumente y embellezca, como diremos más adelante; le damos nuestras satisfacciones para que las comunique a quien más sea de su agrado, y para la mayor gloria de Dios.

123. De todo esto se deduce, que: 1.º, por esta devoción se da uno a Jesucristo de la manera más perfecta, por lo mismo que se da por manos de María, y entrega el alma a María, y todo lo que se le puede dar, y mucho más que por las demás devociones, por las que se da, o una parte del tiempo, o una parte de sus buenas obras, o una parte de sus satisfacciones y mortificaciones. Por esta devoción todo se da y se consagra, hasta el derecho de disponer de los bienes interiores y de las satisfacciones que se ganan por sus buenas obras diariamente, lo que no se hace en ninguna Orden religiosa. En las Ordenes religiosas se dan a Dios los bienes de fortuna por el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de castidad, la propia voluntad por el voto de obediencia, y algunas veces la libertad del cuerpo por el voto de clausura; más no se le da la libertad o el derecho que se tiene de disponer del valor de las buenas obras, y no se despoja, en cuanto es posible, de lo que el cristiano tiene de más precioso y caro, que son sus méritos y satisfacciones.

124. 2.º Una persona que así se consagra y sacrifica voluntariamente a Jesucristo por María, no puede ya disponer del valor de ninguna de sus buenas acciones, todo lo que sufre, todo lo que piensa, dice y hace de bueno, pertenece a María, a fin de que de ello disponga María según la voluntad de su Hijo y a su mayor gloria, sin que esta dependencia perjudique, sin embargo, de ninguna manera a las obligaciones del estado en que setotus tuus esté actualmente, o en el que se pueda estar en adelante, v. gr., a las obligaciones de un sacerdote que por su oficio o de otra manera debe aplicar el valor satisfactorio e impetratorio de la Santa Misa a un particular, porque no se hace esta ofrenda sino según el orden de Dios y los deberes del propio estado.

125. 3.º Todo justo se consagrará a la Santísima Virgen y a Jesucristo: a la Santísima Virgen, como el medio más perfecto que Jesucristo ha escogido para unirse a nosotros y unirnos con El, y a Nuestro Señor, como a nuestro último fin, al que debemos todo lo que somos, como a nuestro Redentor y nuestro Dios.

 

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXI

28 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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12, 15, comprenda, devoto, discípulo, jesucristo, maría, Mat.19, Mat.24, quien lea entienda, quien pueda comprender, sangre criminal, santísima virgen, soberana señora, soldados de Dios, soldados de María, verdadero

Parte Primera

DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL

De la verdadera devoción a la Santísima Virgen

111. He dicho ya muchas cosas de la Santísima Virgen y, sin embargo, tengo más que decir, y aún omitiré infinitamente más, ya por ignorancia, ya por insuficiencia, ya por falta de tiempo, según el designio que tengo de formar un verdadero devoto de María y un verdadero discípulo de Jesucristo.

112. ¡Oh! ¡qué bien empleado estaría mi trabajo si, cayendo este breve escrito entre las manos de un alma bien nacida, nacida de Dios y de María, y no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, le descubriese e inspirase por gracia del Espíritu Santo la excelencia y el precio de la verdadera y sólida devoción a la Santísima Virgen, que deseo ahora manifestar! Si supiese yo que mi sangre criminal podría servir para escribir en el corazón de mis lectores las verdades que escribo en honor de mi amada Madre y Soberana Señora, de quien soy el último de los hijos y esclavos, usaría de ella en lugar de tinta para trazar estos caracteres, con la esperanza que abrigo de hallar almas buenas que, por su fidelidad a la práctica que voy a enseñar, resarcirán a mi amada Madre y Señora de las pérdidas causadas por mi ingratitud y mis infidelidades.

113. Hoy más que nunca me siento animado a creer y a esperar todo lo que tengo grabado profundamente en el corazón y que hace tantos años pido a Dios, a saber: tarde o temprano la Santísima Virgen tendrá más hijos, servidores y esclavos de amor que nunca, y que por este medio Jesucristo, mi querido Dueño, reine cual nunca en los corazones.

114. Preveo que surgirán bestias enemigas que bramarán furiosas intentando destrozar con sus diabólicos dientes este escrito pequeño, o al menos sepultarlo en el silencio de un cofre a fin de que no aparezca jamás, y también atacarán y perseguirán a los que lo lean y pongan en práctica. Pero ¿qué importa? Tanto mejor. Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, un gran escuadrón de bravos y valientes soldados de Dios y de María, de uno y otro sexo, para combatir al mundo, al demonio y a la naturaleza corrompida en los tiempos, más que nunca peligrosos, que van a venir.

Quien lea entienda (Mat. 24,15). Quien pueda comprender, comprenda (Mat. 19,12).

 

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