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Parte Segunda
DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Motivos de esta perfecta consagración
175. María es la Virgen fiel, la que por su fidelidad a Dios repara las pérdidas que la infiel Eva causó por su infidelidad, la que alcanza la fidelidad a Dios y la perseverancia a los que a Ella se unen. Por esto San Juan Damasceno la compara a un áncora firme que nos sostiene y evita que naufraguemos en el mar agitado de este mundo en que tantos perecen por no unirse a María. Unimos, dice, las almas a vuestras esperanzas, como a un áncora firme. Los santos se han salvado porque han sido los más unidos a Ella, y han servido a los demás para perseverar en la virtud.
Dichosos, pues, mil veces dichosos los cristianos que ahora se unen fiel y enteramente a María como a un ancla firme y segura. ¡Los embates de las olas de este mundo no podrán sumergirlos, ni harán que pierdan sus tesoros celestiales! iDichosos los que entran en esa nueva arca de Noé! Las aguas del diluvio de los pecados, que anegaron todo el mundo, no les dañarán, porque «los que se unen a mí para trabajar en su salvación, no pecarán», dice la Divina Sabiduría (Eccli. 24,30). Dichosos los hijos infieles de la desdichada Eva que se entregan a la Madre y Virgen fiel, la cual siempre permanece fiel y jamás se contradice (2 Tim. 2,13) y siempre ama a los que la aman (Prov. 8,17), no sólo con amor afectivo, sino con amor efectivo y eficaz, impidiéndoles, mediante una gran abunciancia de gracias, retrocedan en la virtud o caigan en el camino perdiendo la gracia de su Hijo.
176. Esta bondadosa Madre recibe siempre, por pura caridad, todo cuanto se le entrega en depósito y una vez que Ella lo ha recibido como depositaria, se obliga en justicia, en virtud del contrato de depósito, a guardárnoslo, lo mismo que una persona a quien hubiese yo confiado en depósito mil escudos quedaría obligada a guardármelos, tanto que si por negligencia suya se perdiesen, sería ella responsable de los mismos en verdadera justicia. Pero no, jamás esta fiel Señora dejará que por su negligencia se pierda lo que se le hubiere confiado: el cielo y la tierra pasarán, antes que Ella sea negligente e infiel con los que de Ella se fían.
177. Pobres hijos de María, es extrema vuestra debilidad, grande vuestra inconstancia, muy corrompida vuestra naturaleza. Lo confieso: habéis sido sacados de la masa corrompida de los hijos de Adán y Eva. Pero no os desaniméis por esto; antes bien, consolaos y alegraos; oid el secreto que os descubro, secreto desconocido de casi todos los cristianos, aun de los más devotos.
No dejéis vuestro oro y vuestra plata en los cofres que han sido ya rotos por el espíritu maligno que os ha robado; son, además, muy pequeños, y demasiado endebles y viejos para contener tan grande y tan precioso tesoro. No pongáis el agua pura y clara de la fuente en vuestros vasos, que están sucios e infestados por el pecado. Si en ellos ya no está el pecado, queda todavía su mal olor, y el agua se corrompe. No guardéis vuestros vinos exquisitos en toneles viejos, que han estado llenos de malos vinos, porque se echarían a perder y correrían peligro de derramarse.
178. Aunque me habéis entendido, almas predestinadas, quiero todavía hablar con más claridad. No confiéis el oro de vuestra caridad, la plata de vuestra pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los vinos de vuestros méritos y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto, a un vaso infecto y contaminado, como lo estáis vosotros; de lo contrario seréis robados por los ladrones, esto es por los demonios, que día y noche acechan y espían el tiempo oportuno para ello; de lo contrario, todo lo que Dios os da de más puro lo corromperéis con el mal olor del amor de vosotros mismos, de la confianza en vosotros y de la propia voluntad.
Guardad, verted en el seno y Corazón de María todos vuestros tesoros, todas vuestras gracias y virtudes; El es un Vaso espiritual, un Vaso de honor, un Vaso insigne de devoción. Desde que se encerró en El el mismo Dios en persona con todas sus perfecciones, este Vaso se ha hecho todo espiritual, y se ha convertido en mansión espiritual de las almas más espirituales; se ha hecho honorable y el trono de honor de los mayores príncipes de la eternidad; se ha hecho insigne en devoción, y la mansión más insigne en dulzuras, en gracias y en virtudes; se ha hecho, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la torre de David y pura como torre de marfil.
179. ¡Qué dichoso es el hombre que todo lo ha entregado a María, que en todo y por todo se confía y se pierde en María! El es todo de María, y María es toda de él. Osadamente puede decir con David: Se ha hecho para mí (Ps. 118,56). O con el discípulo amado: La tomé por todo mi bien (Jn. 19,27). O con Jesucristo: Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío (Jn. 17,10).

