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La patria de San José
Se ha discutido si nació en Belén o en Nazaret. Los Evangelios no particularizan. Los que son del parecer que nació en Belén, se apoyan en estas razones:
1. Que San José al terminar el destierro de la Sagrada Familia en Egipto, su propósito era volver a Belén, según el relato de Mateo: «Y levantándose tomó al niño y a su madre y partió para la tierra de Israel. Mas, habiendo oido que en Judea reinaba Arquelao, en lugar de Herodes, su padre, temió ir allá y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret…» (Mt. 2. 21-23).
2. El testimonio de San Justino, mártir del siglo I, quien nos dice que José subió de Nazaret a Belén «donde era oriundo».
3. El tenerse que empadronar en Belén pudiera ser otra nueva prueba, porque podía él haber nacido allí.
Los que están a favor de que José nació en Nazaret dicen:
1. Que los relatos de los Evangelios favorecen esta opinión, pues allí vivía cuando tuvieron lugar los esponsales (aunque esto solo también nos podría decir que allí vivía la Virgen cuando se conocieron), y que en Nazaret pasaría sin duda su infancia y juventud.
2. En Nazaret también vivía un hermano de Jesús.
3. Porque no se explica que si era oriundo de Belén, no hallase ningún pariente o amigo que les abriesen las puertas cuando fueron a empadronarse y tuvieran que refugiarse en un establo.
No ha faltado otra opinión, la de los que dijeron que había nacido en Jerusalén; pero ésta ha sido desechada por no tener otro fundamento que una afirmación de los Evangelios apócrifos.
Sus parientes
En los Evangelios hallamos expresiones como éstas:
Jesús «viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga de manera que, atónitos, se decían: ¿De dónde le viene a éste tal sabiduría y tales poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?» (Mt. 13,54-56).
Hemos de decir que la expresión «hermanos y hermanas» de Jesús, de que tanto se han valido los protestantes para negar la virginidad de María, no tiene otro significado que el de ser sólo primos o próximos parientes de Jesús, pero no eran propiamente sus hermanos, ni hijos, por tanto, de San José.
Hegesipo, historiador de la Iglesia del siglo II, nos dice que San José tenía un hermano llamado Cleofás.
Este era, pues, tío de Jesús, el cual estaba casado con María, una de las mujeres que estaban presentes a la muerte de Jesús y junto a la cruz. y es la que San Juan llama «la de Cleofás» (19,25). Los hijos de este matrimonio fueron Santiago el Menor y José (Me. 15,40), y por lo que dice Hegesipo también lo eran Simón y Judas y varias hijas (Mt. 13,55-56).
En consecuencia: los llamados «hermanos de Jesús» no son hijos de San José ni de la Virgen María, sino de Cleofás y la otra María, pariente también de la Virgen (Véase mi libro: LA VIRGEN MARÍA EN LA BIBLIA Y LA TRADICIÓN, donde tengo aclarada esta cuestión de los «hermanos de Jesús»…).
Profesión de San José
Según la Sagrada Escritura, San José (ateniéndose al significado de la palabra griega té/don, en latín faber) fue carpintero, ebanista, escultor, herrero, obrero de construcción o artesano en general; más según reza la tradición apoyada a su vez en el Evangelio se le suele designar con el oficio de carpintero, y los Padres de la Iglesia son de este parecer.
San Justino, mártir del siglo II, escribió: «Jesús pasaba por ser hijo del carpintero José y era él mismo carpintero, pues mientras permaneció entre los hombres, fabricó piezas de carpintería como arados y yugos».
Los Evangelios apócrifos lo llamaron faber lignarius, o sea, obrero de la madera…; sin embargo, no han faltado algunos que como San Hilario y San Veda el Venerable dijeran que había tenido el oficio de herrero, y San Isidoro dijo que era «obrero en hierro y en metal»; más santo Tomás de Aquino escribió: «José no fue herrero, sino carpintero», y a partir del siglo XIII la opinión general es que este fue su oficio.
No obstante lo dicho, si nos atenemos a las palabras de San Justino de que «fabricó piezas de carpintería como arados y yugos», como los arados suelen llevar su reja de hierro, bien pudiéramos decir que San José era el artesano del pueblo, que no sólo confeccionaba las piezas de madera que entraban en la construcción de las casas, sino también arados, ruedas de carros, etc., pudiendo sin duda trabajar a la vez la madera y el hierro, si bien con preferencia lo propio de la carpintería.
Lo que si se desprende de los Evangelios es que San José fue un humilde trabajador y en su rudimentario taller de carpintería pudo emplearse en todos los menesteres que este oficio lleva consigo. Por eso decían los judíos, según refiere San Mateo (13,55): «¿No es éste el hijo del carpintero?». También Jesús ejerció este oficio en compañía de José, como testifican sus paisanos de Nazaret: «¿No es acaso el carpintero hijo de María…?» (Me. 6,3).
San José vivía como un artesano pobre y honrado que ganaba lo necesario para sustentar a su esposa María y al niño Jesús. El Evangelio nos refleja su estado de pobreza y honradez. De pobreza, porque, al hablarnos de la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo, ofrecieron al sacerdote en lugar de un cordero primal, dos palominos que eran la ofrenda de las familias pobres y humildes. De honradez, porque él era como veremos, el «varón justo» que vivía conforme a la ley de Dios.