Contracorriente

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Catecismo Social XXXV: Liberalismo, Capitalismo Y Supercapitalismo II

15 martes Oct 2013

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5 -La Iglesia, ¿ha condenado el capitalismo liberal?

La Iglesia propugna la propiedad privada, como garantía de la libertad y dignidad. Pero la Iglesia ha condenado catecismo socialseveramente, no el régimen de capital y trabajo, sino la concentración del dinero en pocas manos, producido por la usura más criminal. Pío XI, reflejando lo que León XIII había ya apuntado contra el capitalismo liberal, escribe en la «Quadragesimo anno»: «Salta a los ojos de todos, en primer lugar, que en nuestros tiempos no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio. Dominio ejercido de la manera más tiránica por aquellos que, teniendo en sus manos el dinero y dominando sobre él, se apoderan también de las finanzas y señorean sobre el crédito, y por esta razón administran, diríase, la sangre de que vive toda la economía y tienen en sus manos así como el alma de la misma, de tal modo que nadie puede ni aun respirar contra su voluntad». (39).

 

 

6 -Los otros Papas, ¿tienen este lenguaje condenatorio del capitalismo liberal?

Basta hojear el magisterio pontificio. Pío XII dice: «Vemos, de una parte, cómo ingentes riquezas dominan la economía privada y pública, y a menudo también la actividad civil; la otra, la innumerable multitud de quienes, privados de toda directa o indirecta seguridad de vida, no tienen ya interés por los verdaderos y altos valores del espíritu y se cierran a las aspiraciones hacia una genuina libertad» (l-IX-1944).y en otra ocasión, hablaba así acusando a ciertos católicos: «Otros se muestran no menos timoratos e indecisos frente a ese sistema económico que se conoce con el nombre de capitalismo, cuyas graves consecuencias la Iglesia no ha dejado de denunciar. La Iglesia, en efecto, ha señalado no sólo los abusos del capital y del mismo derecho de propiedad que tal sistema promueve y defiende, sino que ha enseñado también que el capital y la sociedad deben ser instrumentos de la producción para provecho de toda la sociedad y medios de apoyo y de defensa de la libertad y dignidad de la persona humana» (23-IX-1950). Juan XXIII, en la «Mater et Magistra», nos dice: «Si el funcionamiento y las estructuras económicas de un sistema productivo ponen en peligro la dignidad humana del trabajador, o debilitan su sentido de responsabilidad, o le impiden la libre expresión de su iniciativa propia, hay que afirmar que este orden económico es injusto aun en el caso de que, por hipótesis, la riqueza producida en él alcance un alto nivel y se distribuya según criterios de justicia y equidad» (83). Y Pablo VI taxativamente afirma: «¡Debe de haber algo profundamente equivocado, radicalmente insuficiente en el sistema mismo, cuando da origen a semejantes reacciones sociales!» (8-VI-1964).O sea, la Iglesia que proclama que la propiedad es de derecho natural, condena «el sistema mismo», que aniquila la propiedad de muchos y la concentra en pocas manos. Lo que es lo mismo, la Iglesia condena el capitalismo como concentración injusta de la propiedad en unos cuantos. Porque este capitalismo no tiene nada que ver con la civilización católica. Es el hijo legítimo del protestantismo, que con la doctrina calvinista predicaba la predestinación para los que tienen abundancia de riquezas. y es cosa sabida que la Iglesia católica fue la que más se opuso a la doctrina del interés del dinero, entendido como usura, tantas veces condenada en la Sagrada Escritura, y que solamente se acepta por títulos externos, justos y proporcionados. Otra cosa es que los católicos hayan sido fieles a la doctrina social de la Iglesia. Pío XI, en la «Divini Redemptoris», lamentaba «la pesada herencia de los errores de un régimen económico injusto que ha ejercitado su ruinoso influjo durante varias generaciones» (SO). El ideal social de la Iglesia es la difusión de la propiedad, de la que es enemigo el capitalismo liberal y el supercapitalismo. «El derecho a poseer una parte de bienes suficientes para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde» «<Gaudiumet Spes», 69), nos dice el Vaticano II. Y a esta propiedad difundida, en que efectivamente muchos participan, se oponen el capitalismo liberal y el marxismo. Solamente la limitación del arrendamiento -negación y abuso en muchos casos, de la propiedad privada-, la justicia social y la práctica de la limosna o magnificencia, según los módulos de la moral, lo pueden lograr.

 

Cristo Rey

12 jueves Sep 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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beato juan pablo II, benedicto XVI, Cristo Rey, Gaudiu, Juan Pablo I, Juan Pablo II, león XIII, Lumen Gentium, pablo VI, Pilato, realeza de Cristo, Reino de Cristo, San Pío X, VaticanO II

Su Santidad Benedicto XVI dijo: “ En la misma línea del concilio ecuménico Vaticano II, mis venerados predecesores los siervos de Dios Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II fueron auténticos heraldos de la realeza de  Cristo en el mundo contemporáneo. Y es para mí, motivo de consuelo poder contar siempre con vosotros, sea colegialmente, sea de modo individual, para cumplir también yo esta misión fundamental del misterio petrino” ¡Cuenta con nosotros, Vicario de Cristo! (hoy SS Francisco)

Efectivamente, el Vaticano II, enseña la realeza de Cristo en varios documentos: “La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad, de abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo, de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la Tierra el germen y el principio de este Reino” (Lumen Gentium, 5) “ En cualquier asunto temporal, deben guiarse por la conciencia cristiana, ya que ninguna actividad humana, ni siquiera de orden temporal, puede sustraerse al imperio de Dios” (Gaudium et spes, 35) Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y ordenarlos hacia Dios por Jesucristo. Hay que establecer el orden temporal de forma que, observando íntegramente sus propias leyes, esté conforme con los últimos principio de la vida cristiana” (Apostolicam Actuositatem, 7)

En su primera homilía, el beato Juan Pablo II dijo: “Hermanos y hermanas, no tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad, ayudad al Papa y a todos los que quieran servir a  Cristo. En nuestro conocimiento y, con la potestad de Cristo, servid al hombre  y a la humanidad entera. No temáis. Abrid más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, tanto de los sistemas económicos como los políticos, los campos extensos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. No temáis.”  No temamos. Combatamos los nobles combates de la fe, hasta que se establezca en España y ene l mundo entero el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Nada sin Dios! Todo impregnado de la ley evangélica de Cristo Rey.

Pilato mandó colocar en la cruz de Cristo una tablilla con estas palabras: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos” Se quedó corto. Porque Jesús es rey de todos los hombres, de todos los pueblos, de todas las naciones: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Los males que sufre hoy la humanidad tienen su origen en el rechazo de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y en las implantaciones del totalitarismo democrático.

San Pío X condenó el movimiento francés “Le sillón” abanderado de la democracia contemporánea, porque los demócratas llegan al grado de perversidad de atribuir la soberanía al pueblo. ¡El único soberano es Cristo! Por ello, el Papa dice: “No se levantará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos, no; la civilización no está por inventar, ni la ciudad nueva por construir en las nubes. Ha existido, existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad: Omnia instaurare en Cristo” (Nostre charge apostolique, 11)

El Vicario de Cristo, León XIII ya lo había dicho: “Cristo es el Rey y Señor de todo el universo” Y el Papa que convocó el concilio ecuménico Vaticano II, beato Juan XXIII escribió en su encíclica Mater et Magister el 15 de mayo de 1961: “el aspecto más siniestramente típico de la época moderna consiste en una absoluta tentativa de querer reconstruir un orden temporal sólido y fecundo prescindiendo de Dios, único fundamento en que puede sostenerse “…”Sin embargo, la experiencia cotidiana, en medio de los desengaños más amargos y aúna veces entre formas sangrientas, sigue atestiguando lo que afirma el libro inspirado: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los que la edifican.”

El afán de España para edificar la casa de Dios, el Reinado Social de Jesucristo, es único y trascendental en la historia de la Iglesia. Hemos combatido contra los enemigos de Cristo y su Iglesia en la Reconquista contra el Islam, en Lepanto contra el truco, contra el protestantismo en Europa, contra la Revolución Francesa, contra el comunismo… Hoy casi la mayoría de los católicos rezan en español. “La evangelización del Nuevo Mundo, es una obra sin par” (beato Juan Pablo II) L’Office Internacional de París tiene como ideal la instauración del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. Disertaba uno de sus conferenciantes sobre el tema. Fue interpelado por un tontico que le dijo: “pretendéis una utopía. ¿Cuando ha reinado Jesucristo en la sociedad civil?” Contestación del orador francés: “Cristo reinó en la sociedad civil en la España imperial”.

Ideal que persiste hoy en hombres y mujeres españoles. Queremos que Cristo reine en España y en todo el mundo. Realeza social de Cristo que se conseguirá con el restablecimiento de la verdad en el orden natural y sobrenatural. Verdad que debe inspirar las leyes civiles de los estados, santificar las costumbres de los pueblos, iluminar las enseñanzas en los colegios, institutos y universidades. Verdad que podemos conocer todos los bautizados estudiando la Doctrina social y política de la Iglesia.

 

En una de sus visitas a España, el beato Juan Pablo II, nos dijo: “es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica”. Somos hijos de una raza de héroes, santos y mártires. Miles de nuestros compatriotas murieron defendiendo el Reinado Social de Cristo en España. Murieron gritando la jaculatoria “¡Viva Cristo Rey!”. Ya el 1 de Julio de 1937 nuestros obispos escribían en su carta colectiva: “contamos los mártires por millones”. Sea ese grito sagrado nuestra consigna en esta guerra de Dios que estamos viviendo: ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA MARÍA REINA!

 

 

P.Manuel Martínez Cano mCR

Catecismo Social XVII: Libertad y Liberalismo II

12 miércoles Jun 2013

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14 de Mayo de 1971, 80 proposiciones más destacadas del liberalismo, anarquismo, ateísmo, autodeterminación, autonomía moral, único absoluto, bien común de la sociedad, calvinismo, capitalismo, captable, carta cardenal Roy1, causa de todas las desgracias de este mundo, causa del ateísmo, centrismo, comunismo, condena, confusionismo, conocer, convivencia, decálogo, democracia cristiana, desenfreno libre, dictadura, dictadura del estado, Dios, disgregación, el individuo se autodetermina hasta el yo elevado a la única realidad, en nombre de la libertad, encierra, entroniza alEstado, esencia de la libertad, espontáneos, existencia de Dios, explotación, familia liberal, fascismo, fe cristiana, fin de la existencia humana, fruto del liberalismo, guerras internacionales, hambree, hombre, ideologías, Iglesia, iluminismo, indiferentistas, instintos, irenismo, jesucristo, legislan, ley, liberales naturalistas, liberalismo, liberalismo católico, liberalismo naturalista, liberalismo total, libertad, libertad humana, mal, maldad intrínseca del liberalismo, maneras de proceder, maritanismo, marxismo, matices del mismo error, matriz, máscaras, moral personal, moral social, naturaleza humana, naturalmente bueno, nazismo, negación, niega, no aceptan, nominalismo, orden económico, orden intelectual, origen y razón de todos los derechos, pablo VI, Papas, pasionales, pío IX, perversión, práctica privadad, prescindir de Dios, presencia de Jesucristo, progresismo, propugna, pureza de la raza, quanta cura, racionalismo, razón humana, rechaza, rechaza a Dios, religiones, religiones iguales, Revelación, se apoya en la razón de la fuerza, secuela del mismo, sentido verdadero de la vida, sentidos, sistemas totalitarios, sobrenatural, sociedad, sofismas, suicidios, sylabus, teoría de la riqueza como signo de la predestinación, todas las ideas pueden ser divulgadas, tragedia, VaticanO II, Verdad, verdad objetivad

6 -Entonces, el liberalismo, ¿qué propugna?

El liberalismo niega la naturaleza humana en su versión auténtica. Pretende que el hombre es naturalmente catecismo socialbueno. Y así entiende que la libertad es la autodeterminación de cada uno, sin tener en cuenta ni a Dios, ni el fin de la existencia humana, ni el bien común de la sociedad. Para el liberalismo, la libertad es lo único absoluto. Todo lo demás se subordina a la misma. Y la familia liberal tiene diferentes máscaras. Desde el liberalismo total que rechaza a Dios como si fuera el mal, al liberalismo naturalista que navega en el confusionismo de que todas las ideologías, religiones y maneras de proceder son dignas de respeto, hasta el liberalismo llamado católico -la democracia cristiana, el maritainisrno, el centrismo, el irenismo, el progresismo- que, junto a la práctica privada de la fe cristiana, se une a aquellos que en el orden social prescinden de Dios y legislan contra el Decálogo, bajo los sofismas de la convivencia, y otros pretextos similares.

 

7 -¿La Iglesia acepta el liberalismo?

No, la Iglesia ha condenado el liberalismo. La «Ouanta cura», con el «Syllabus», de Pío IX, infaliblemente anatematiza las 80 proposiciones más destacadas del liberalismo. Y los Papas, continuamente, hasta Pablo VI en su carta al cardenal Roy, en 14 de mayo de 1971, han repetido esta condena. Se explica: el liberalismo es producto del nominalismo que niega que la razón humana pueda conocer la verdad, del racionalismo que recorta su vuelo a lo puramente captable por los sentidos y rechaza todo lo sobrenatural, del iluminismo que se encierra en la autonomía en lo moral, y del calvinismo con su teoría sobre la riqueza como signo de predestinación. Porque el liberalismo es causa del ateísmo en el orden intelectual, del capitalismo en el orden económico, y también del marxismo como secuela del mismo, así como la disgregación de toda moral personal y social, con sus guerras internacionales, hambre y explotación, así como la tragedia de tantos suicidios y perversión, la Iglesia no puede de ninguna forma transigir con el liberalismo, causa de todas las desgracias de nuestro mundo.

 

8 -Pero, ¿el Vaticano II no ha evolucionado en sentido liberal?

No, el Vaticano II ha definido solemnemente: «Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» (Gaudium et Spes, n. 20). Y esto entraña la condenación absoluta del liberalismo. Los que «afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia» son los liberales, naturalistas –o sea, que no aceptan a Dios, su Revelación, Jesucristo, la Iglesia-, indiferentistas -o sea, que imaginan que todas las religiones son iguales y que todas las ideas pueden ser divulgadas-, y los ateos que, lógicamente, ya implantan una dictadura, en nombre de la libertad, para ahogar definitivamente el sentido verdadero de la vida. El Vaticano II es un nuevo compromiso y confirmación de que ni el hombre ni la sociedad, en todas sus manifestaciones, pueden prescindir de Dios ni que sean independientes a Él, como pretenden los liberales, los marxistas, los demócratas cristianos.

 

9 -¿En qué consiste la maldad intrínseca del liberalismo?

En definitiva el liberalismo entroniza al Estado como origen y razón de todos los derechos. Fruto del liberalismo son los sistemas totalitarios. Es liberal el fascismo, porque se apoya en la razón de la fuerza. Es liberal el nazismo, porque se apoya en la pureza de la raza, entendida según módulos meramente fisiológicos. Es liberal el comunismo, porque dogmatiza sus errores y los eleva a la dictadura del Estado en su máxima expresión. Es liberal el anarquismo, porque el individuo se autodetermina hasta el «yo» elevado a única realidad. Son matices del mismo error. Si no se reconoce la existencia de Dios, la presencia de Jesucristo y su ley dentro de la sociedad, todos los sistemas erróneos encuentran su matriz en la negación que entraña un sistema que desconoce la verdad objetiva y deja el desenfreno libre de la libertad humana, a sus más espontáneos y pasionales instintos.

 

 

Catecismo Social XIII

15 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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16, anticientífico, azar, ciencia, condición racional del hombre, derecho natural, eterna, existencialismo, Gaudium et Spes, hacer el bien y evitar el mal, juicio final, juicio particular, libertad, materialismo, orden natural, preguntas fundamentales, razón, razón de la propia existencia, reino, reino animal, reino mineral, relativismo, responsabilidad, sentido religioso del hombre, todo es materia, VaticanO II, vegetal

IlI. EL ORDEN NATURAL Y EL ORDEN SOBRENATURAL

 

1- ¿Existe un orden natural?

Fluye de la condición racional del hombre. El hombre está por encima del reino mineral, catecismo socialvegetal y animal, aunque participe de algunas condiciones de los mismos. Pero, por encima de todo, el hombre tiene razón, libertad y responsabilidad. Y estas características reclaman un concepto del propio hombre y de todo lo que nos rodea.

 

2- ¿Cuáles son las preguntas fundamentales que debe plantearse todo hombre?

Son las más sencillas y las más profundas que empalman las raíces comunes para los hombres de todos los tiempos, culturas y clases. La razón de la propia existencia, el destino de la misma y el itinerario que hemos de seguir, concretados en estos interrogantes: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué vivo? Es imposible orientar la propia vida y la sociedad sin resolver estos enigmas.

 

3 – Para el cristiano están dadas las respuestas. ¿Quiénes las niegan?

El cristiano sabe que venimos de Dios, en definitiva, por medio de los padres. Que terminada la existencia temporal, el alma espiritual, simple e inmortal, tendrá que dar cuenta a Dios, en el juicio particular, y en el juicio final para toda la humanidad, de cómo ha discurrido su vida, si en gracia o apartado de Dios. Y como que el hombre nace y se desarrolla en la sociedad, la gloriosa primogenitura de hijos de Dios por encima de todas las cosas materiales ofrece las grandes motivaciones de lo que llamamos el orden natural, o sea, aceptar la realidad y la esencia del propio hombre y de la sociedad, sin menoscabo de los cambios accidentales. Niegan el orden natural los materialistas, los relativistas, los existencialistas.

 

4 -¿En qué consisten estas ideologías?

El materialismo afirma que todo es materia, incluso el pensamiento y el espíritu humano. Sus más radicales errores proceden de asegurar que la materia es eterna y que todo es producto del azar. Esto, además de ateo, es totalmente anticientífico. Ni la materia es eterna ni el universo se explica por el azar. y las ciencias cuanto más se profundizan ofrecen argumentos apodícticos en contra de la eternidad de la materia y del azar como causa del mundo. Para los materialistas no hay orden natural. Niegan a Dios, de Quien en definitiva procede el orden natural.

El relativismo sostiene que todo es cambiante y que la realidad es algo vaporoso. El relativismo sólo se fija en las variaciones accidentales. Entonces, para los relativistas, la religión, la moral, la ética, son totalmente variables. Nada es vigente para todos los tiempos. Todo se transforma y se cataloga como opiniones de una época. Los relativistas no admiten las normas permanentes del orden natural.

El existencialismo ataca de frente el orden natural. Ni siquiera admite que el hombre tenga naturaleza. Para Jean Paul Sartre -corifeo del existencialismo ateo- el hombre es su «proyecto de libertad» y «un absur do entre dos nadas,. Al no admitir ninguna realidad, el existencialismo es fanáticamente subjetivista.

 

5 -La ciencia y el sentido religioso del hombre, ¿prueban el orden natural?

Ciertamente. La ciencia observa que los fenómenos están íntimamente enlazados con una precisión maravillosa. La química, los planetas, cualquier aspecto humano y del cosmos, exigen una tal compleja combinación, permanente y sapientísima, que ni el materialismo, ni el relativismo, ni el existencialismo, puede justificarse. Hay transformaciones, pero en las mismas hay algo que no cambia. Y lo que cambia no anula lo permanente. Cada animal engendra a otros de su misma especie. Cada árbol, los mismos frutos. Ni un elefante alumbra pollitos, ni un peral produce plátanos. Si esto sucediera, lo valoraríamos como algo anormal. Y la conciencia del hombre distingue perfectamente un acto virtuoso de un crimen, una generosidad de un robo, un abrazo de una puñalada. Y esto en todos los tiempos de la historia. Ya hace muchos siglos que Aristóteles enseñaba que lo único que es relativo es el relativismo. Y lo mismo cabe afirmar del materialismo y del existencialismo.

 

6 -Entonces, ¿en qué consiste el orden natural o, lo que es lo mismo, el derecho natural?

El orden natural es aquel conjunto de principios o de normas que todo hombre considera como algo suyo. El Vaticano II ha recordado que «en lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer» (Gaudium et Spes, 16). Sintetizando podríamos decir que aparece como evidente este principio para todos los hombres: hay que hacer el bien y evitar el mal.

 

 

Política Podrida y Reino de Cristo

07 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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aborto, centro, Cerro de los Ángeles, derechas, entronizado, izquierdas, jesuitas, leyes antidivinas, leyes antinaturales, monumento, paganismo político, pío XI, pecados, político, primeros, principio general de la democracia, quas primas, realidad, Reino en España, Sagrado Corazón de Jesús, San Luis Mª Griñon de Montfort, Su Santidad, VaticanO II, Verdad, vicios

Su Santidad Pio XI, dice en las Quas Primas que “he de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a cerroangelescristolos particulares, sino también a los magistrados y gobernantes”. Es la doctrina social y política de la Iglesia, que ha recordado el Vaticano II: “El poder público debe crear condiciones propicias para el fomento de la vida religiosa, a fin de que los ciudadanos puedan ejercer los derechos de la religión y cumplir los deberes de la misma” (D, 11, 6).

A mi entender, no hay democracia alguna que tenga en cuenta esta doctrina de la Iglesia Católica.

En estas democracias de nuestros días, vemos como se difunde, por todos los medios, mentiras, calumnias, vicios, pecados… Y se crean leyes antinaturales y antidivinas como el aborto. Y es que, el principio general de la democracia, no es racional. La verdad y el bien no los crean lo que diga una mayoría ni una minoría.

La verdad y el bien existen y el hombre, conoce la verdad y el bien no los crean. La verdad es la realidad que nadie puede cambiar con sus ideas y sus palabras. El bien es lo que todos apetecen y que Dios ha revelado en su ley natural y divina.

En el monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, leemos: “Reino en España”. Es triste reconocerlo, pero hoy tenemos que decir “Reinó en España”. Fue por ese sublime ideal por lo que entregaron generosa y heroicamente sus vidas millares y millares de españoles. En la Carta Colectiva del Episcopado Español de 1937, nuestros obispos decían: “Quiera Dios ser en España el primero bien servido, condición esencial para que la nación sea bien servida”. Hoy como el Estado no sirve a Dios, la nación no es bien servida.

Desde que empezó eso que llaman democracia, ni un solo político de derechas, izquierdas o centro ha nombrado el nombre Dios públicamente. Estamos en el paganismo político entronizado. La Política se ha podrido. Pero no hay que perder jamás la esperanza. La Historia está en las manos de Dios. A los primeros jesuitas, que san Ignacio envió a Alemania, cuna de la rebelión contra la Iglesia, el santo les dijo: “Lo primero y principalmente que ayudará es que desconfiando de sí mismos, confíen con gran magnanimidad en Dios y tengan un ardiente deseo, escitado y fomentado por la obediencia y caridad de conseguir el fin”.

Nosotros sí queremos que Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en España y en todas las naciones, y confiamos totalmente en la Virgen María, como enseña san Luis Mª Griñon de Montfort: “Como hijos suyos, echaos en su regazo en todo tiempo y ocasión, con firmísima confianza. Recurrid a esta dulce Madre, implorad su amor maternal, procurad imitad sus virtudes y tened un afecto verdaderamente filial a esta Señora”.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

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