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Mensaje de los Obispos de Liguria
Los Obispos de la Provincia eclesiástica de Liguria, reunidos en su anual Conferencia Episcopal, enviamos a Vuestra Eminencia nuestra gratitud por la Carta Colectiva de los Excmos. y Rvdmos. Obispos españoles, que se ha dignado remitirnos.
Difícil es expresar con palabras la intensidad de nuestro dolor ante la barbarie ejercida por los sin-Dios contra todo lo santo, contra las personas, los templos y la misma humanidad.
Nos llenan de admiración tantas pruebas de valor cristiano y de sacrificio en los verdaderos amantes de la España católica y civil.
Doblamos nuestras rodillas ante los cadáveres de tantos mártires.
Que su sangre consiga el arrepentimiento a los descarriados, aplaque al Señor y traiga nueva era de paz.
La Carta Colectiva de los Excmos. Obispos españoles es testimonio irrefragable, que dice a las Naciones y dirá a la Historia la verdad sobre la lucha trabada entre la honestidad y la barbarie, entre la fe cristiana y la apostasía.
Nuestras oraciones, humildes y confiadas, se enderezan a que el Señor abrevie los días de prueba, afirme la Iglesia de España y premie a cuantos han sido sacrificados o se sacrifican por el triunfo de la Verdad y de la Justicia.
Recibid, Eminencia, nuestro fraternal homenaje.
Génova, 25 de octubre de 1937.
De V. Emma. devotísimos, Carlos Dalmacio, Cardenal Mingretti. (Siguen las firmas de los ocho Obispos de la Provincia.)
Respuesta del Vicario Apostólico de Papuasia
Vicariato Apostólico de Papuasia. Misión Católica isla de Jule, Papuasia.
A Su Eminencia el Cardenal Arzobispo de Toledo.
Eminencia:
En nuestra lejana misión de Papuasia hemos recibido, con infinito respeto y leído con profunda emoción, la noble Carta de la Jerarquía española a los Obispos del mundo.
Esta Carta, luminosa y cristiana, no ha hecho sino confirmarnos, con su soberana autoridad, en lo que sentíamos sobre el carácter de la horrible lucha que desgarra vuestra patria, y sobre la persecución demoníaca que martiriza la Iglesia de España. Mediante ella se ha aumentado la admiración y gratitud que nos embargaba, por la gloria y honor que sus heroicos defensores de la fe dan a Cristo y a su Iglesia.
Estrechamente unidos con el corazón y el alma a nuestros Hermanos españoles, hacemos nuestras sus pruebas, sus esperanzas y aun sus oraciones por los desventurados perseguidores.
De Vuestra Eminencia, humilde hermano y servidor en Nuestro Señor,
† A. de Roinnemy, Vicario apostólico.