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Libro Segundo
EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR
Capítulo 12 (I)
Del camino real de la santa cruz
1. Esta palabra parece dura a muchos: «Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús» (Lc 9,23). Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno» (Mt 25,41). Pues los que ahora oyen y siguen de buena gana la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna condenación.
Esta señal de la cruz estará en el cielo cuando el Señor viniere a juzgar.
Entonces todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el Crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.
2. ¿Por qué, pues, temes tomar la cruz por la cual se va al Reino?
En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.
No está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna sino en la cruz.
Toma, pues, tu cruz y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna.
Él fue delante «llevando su cruz» (Jn 19,7), y murió en la cruz por ti, para que tú también lleves tu cruz y desees morir en ella.
Porque si murieres juntamente con Él, vivirás con Él. Y si le fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria.
3. Mira que todo consiste en la cruz y todo está en morir en ella.
Y no hay otro camino para la vida, y para la verdadera entrañable paz, sino el de la santa cruz y continua mortificación.
Ve donde quisieres, busca lo que quisieres y no hallarás más alto camino en lo alto, ni más seguro en lo bajo, sino la vía de la santa cruz.
Dispón y ordena todas las cosas según tu querer y parecer, y no hallarás sino que has de padecer algo, o de grado o por fuerza, y así siempre hallarás la cruz.
Pues o sentirás dolor en el cuerpo o padecerás tribulación en el espíritu.
4. A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo y, lo que peor es, muchas veces te descontentarás de ti mismo y no serás aliviado ni refrigerado con ningún remedio ni consuelo; mas conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere.
Porque quiere Dios que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo y que te sujetes del todo a Él y te hagas más humilde con la tribulación.
Ninguno siente así de corazón la pasión de Cristo como aquel a quien acaece sufrir cosas semejantes.
Así que la cruz siempre está preparada y te espera en cualquier lugar; no puedes huir dondequiera que fueres porque dondequiera que vayas llevas a ti contigo, y siempre hallarás a ti mismo.
Vuélvete arriba, vuélvete abajo, vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y es necesario que en todo lugar tengas paciencia, si quieres tener paz interior y merecer perpetua corona.
5. Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea.
Si contra tu voluntad la llevas, cárgaste, y hácestela más pesada, y, sin embargo, conviene que la sufras.
Si desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más grave.
