Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

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Imitación de Cristo XXXIII: Del Camino Real de la Santa Cruz

28 miércoles Ago 2013

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camino real, santa cruz, vida interior

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 12 (I)

Del camino real de la santa cruz

1. Esta palabra parece dura a muchos: «Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús» (Lc 9,23). Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno» (Mt 25,41). Pues los que ahora oyen y siguen de buena gana la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna condenación.
Esta señal de la cruz estará en el cielo cuando el Señor viniere a juzgar.
Entonces todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el Crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.

2. ¿Por qué, pues, temes tomar la cruz por la cual se va al Reino?
En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.
No está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna sino en la cruz.
Toma, pues, tu cruz y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna.
Él fue delante «llevando su cruz» (Jn 19,7), y murió en la cruz por ti, para que tú también lleves tu cruz y desees morir en ella.
Porque si murieres juntamente con Él, vivirás con Él. Y si le fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria.

3. Mira que todo consiste en la cruz y todo está en morir en ella.
Y no hay otro camino para la vida, y para la verdadera entrañable paz, sino el de la santa cruz y continua mortificación.
Ve donde quisieres, busca lo que quisieres y no hallarás más alto camino en lo alto, ni más seguro en lo bajo, sino la vía de la santa cruz.
Dispón y ordena todas las cosas según tu querer y parecer, y no hallarás sino que has de padecer algo, o de grado o por fuerza, y así siempre hallarás la cruz.
Pues o sentirás dolor en el cuerpo o padecerás tribulación en el espíritu.

4. A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo y, lo que peor es, muchas veces te descontentarás de ti mismo y no serás aliviado ni refrigerado con ningún remedio ni consuelo; mas conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere.
Porque quiere Dios que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo y que te sujetes del todo a Él y te hagas más humilde con la tribulación.
Ninguno siente así de corazón la pasión de Cristo como aquel a quien acaece sufrir cosas semejantes.
Así que la cruz siempre está preparada y te espera en cualquier lugar; no puedes huir dondequiera que fueres porque dondequiera que vayas llevas a ti contigo, y siempre hallarás a ti mismo.
Vuélvete arriba, vuélvete abajo, vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y es necesario que en todo lugar tengas paciencia, si quieres tener paz interior y merecer perpetua corona.

5. Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea.
Si contra tu voluntad la llevas, cárgaste, y hácestela más pesada, y, sin embargo, conviene que la sufras.
Si desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más grave.

Imitación de Cristo XXV

26 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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confiar, hombre recogido, vida interior

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 5

De la consideración de sí mismo

1. No debemos confiar de nosotros grandes cosas, porque muchas veces nos falta la gracia y la discreción.
«Poca luz hay» en nosotros (Jn 12,35), y esta presto la perdemos por nuestra negligencia.
Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma.
Muchas veces obramos mal, y lo excusamos peor.
A veces nos mueve la pasión, y pensamos que es celo.
Reprendemos en los otros las cosas pequeñas, y tragamos las graves si son nuestras.
Muy presto sentimos y agravamos lo que de otros sufrimos, mas no miramos cuanto molestamos a los otros.
El que bien y rectamente examinare sus obras, no tendrá que juzgar gravemente las ajenas.

2. El hombre recogido antepone el cuidado de sí mismo a todos los cuidados; y el que tiene verdadero cuidado en sí, poco habla de los otros.
Nunca estarás recogido y devoto si no callares las cosas ajenas y especialmente mirares a ti mismo.
Si del todo te ocupas en Dios y en ti, poco te moverá lo que sientes de fuera.
¿Dónde estás cuando no estás contigo?
Y después de haber discurrido por todas las cosas, ¿qué has ganado si de ti te olvidaste?
Si deseas tener paz y unión verdadera, conviene que todo lo pospongas, y tengas a ti sólo delante de tus ojos.

3. Mucho aprovecharás si te guardas libre de todo cuidado temporal.
Muy menguado serás si alguna cosa temporal estimares.
No te parezca cosa alguna alta, ni grande, ni acepta, ni agradable, sino puramente Dios o lo que sea de Dios.
Ten por vana cualquier consolación que te viniere de alguna criatura.
El alma que ama a Dios, desprecia todas las cosas debajo de Dios.
Sólo Dios eterno e inmenso, que todo lo llena, es gozo del alma y alegría verdadera del corazón.

Imitación de Cristo XXII

04 martes Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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ayudar, buena conciencia, Dios, Dios contigo, humilde, sumisión, vida interior

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 2

De la humilde sumisión

1. No te importe mucho quién es por ti o contra ti, sino busca y procura que sea Dios contigo en todo lo que haces.
Ten buena conciencia, y Dios te defenderá.
Al que Dios quiere ayudar, no le podrá dañar la malicia de alguno.
Si sabes callar y sufrir, sin duda verás el favor de Dios.
Él sabe el tiempo y el modo de librarte, y por eso te debes ofrecer a Él.
A Dios pertenece ayudar y librar de toda confusión.
Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan.

2. Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros, y sin dificultad satisface a los que están enojados con él.
Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia abundante, y después de su abatimiento lo levanta a gran honra; al humilde descubre sus secretos, y lo trae dulcemente a sí y lo convida.
El humilde, recibida la afrenta, está en paz; porque está en Dios y no en el mundo.
No pienses haber aprovechado algo, si no te estimas por el ínfimo de todos.

Imitación de Cristo XXI

28 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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16, 34, alma, alma fiel, amor, consolacion, conversacion interior, cosas exteriores, Cristo, domicilio permanente, el reino de Dios dentro de vosotros está, esposo, exhortacion, gozo, hombre frágil, hombre interior, Jn 12, mundo, paz, reinar con Cristo, reino de Dios, reposo, Rom 14, vida interior

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 1

De la conversación interior

1. Dice el Señor: «El reino de Dios dentro de vosotros está» (Lc 17,21). Conviértete a Dios de todo corazón, y deja ese Beato Thomas Kempismiserable mundo, y hallará tu alma reposo.
Aprende a menospreciar las cosas exteriores y darte a las interiores, y verás que se viene a ti el reino de Dios.
Pues «el reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rom 14,16), que no se da a los malos.
Si le preparas digna morada interiormente, Cristo, vendrá a ti y te mostrará su consolación.
«Toda su gloria» y hermosura «está en lo interior», y allí se está complaciendo.
Su continua visitación es con el hombre interior, con él habla dulcemente, tiene agradable consolación, mucha paz y admirable familiaridad.

2. Ea, pues, alma fiel, prepara tu corazón a este Esposo, para que se digne venir a ti y morar contigo.
Porque Él dice así: «Si alguno me ama, guardará mi palabra; y vendremos a él, y haremos en él nuestra morada» (Jn 14,23).
Da, pues, lugar a Cristo, y a todo lo demás cierra la puerta.
Si a Cristo tuvieres, estarás rico, y te bastará. Él será tu fiel procurador, y te proveerá de todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres. Porque los hombres se mudan fácilmente y desfallecen en breve; pero «Cristo permanece para siempre» (Jn 12,34), y está firme hasta el fin.

3. No hay que poner mucha confianza en el hombre frágil y mortal, aunque sea útil y bien querido; ni has de tomar mucha pena si alguna vez fuere contrario o enemigo. Los que hoy son contigo, mañana te pueden contradecir, y al contrario: muchas veces se vuelven como el viento. Pon en Dios toda tu esperanza, y sea Él tu temor y tu amor. Él responderá por ti, y lo hará bien, como mejor convenga. No tienes aquí «domicilio permanente» (Heb 13,14); y donde quiera que estuvieres serás extraño y peregrino; y no tendrás nunca reposo si no estuvieres íntimamente unido con Cristo.

4. ¿Qué miras aquí no siendo este el lugar de tu descanso?
En los cielos debe ser tu morada, y como de paso has de mirar todo lo terrestre.
Todas las cosas pasan, y tú también con ellas. Guárdate de pegarte a ellas, porque no seas preso y perezcas.
En el Altísimo pon tu pensamiento, y tu oración sin cesar sea dirigida a Cristo.
Si no sabes contemplar las cosas altas y celestiales, descansa en la pasión de Cristo, y habita gustosamente en sus sagradas llagas.
Porque si te acoges devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesús, gran consuelo sentirás en la tribulación, y no harás mucho caso de los desprecios de los hombres, y fácilmente sufrirás las palabras de los maldicientes.

5. Cristo fue también en el mundo despreciado de los hombres, y entre grandes afrentas y en suma necesidad, desamparado de amigos y conocidos.
Cristo quiso padecer y ser despreciado, ¿y tú te atreves a quejarte de alguna cosa?
Cristo tuvo adversarios y murmuradores, ¿y tú quieres tener a todos por amigos y bienhechores?
¿Con qué se coronará tu paciencia, si ninguna adversidad se te ofrece?
Si no quieres sufrir ninguna adversidad, ¿cómo serás amigo de Cristo?
Sufre con Cristo y por Cristo si quieres reinar con Cristo.

6. Si una vez entrases perfectamente en el interior de Jesús, y gustases un poco de su encendido amor, entonces no tendrías cuidado de tu propio provecho o daño; antes te holgarías más de las injurias que te hiciesen; porque el amor de Jesús hace al hombre despreciarse a sí mismo.
El amante de Jesús y de la verdad, y el hombre verdaderamente interior y libre de las aficiones desordenadas, se puede volver fácilmente a Dios, y levantarse sobre sí mismo en el espíritu y descansar gozosamente.

7. Aquel a quien saben todas las cosas como son, no como se dicen o estiman, es verdaderamente sabio y enseñado más de Dios que de los hombres.
El que sabe andar dentro de sí y tener en poco las cosas exteriores, no busca lugares ni espera tiempos para darse a ejercicios devotos.
El hombre interior presto se recoge, porque nunca se entrega todo a las cosas exteriores.
No le estorba el trabajo exterior, ni la ocupación necesaria a tiempos; sino que así como suceden las cosas, se acomoda a ellas.
El que está interiormente bien dispuesto y ordenado, no cuida de los hechos famosos y perversos de los hombres.
Tanto se estorba el hombre y se distrae, cuanto atrae a sí las cosas de fuera.

8. Si fueses recto y puro, todo te sucedería bien y con provecho.
Por eso te descontentan y conturban muchas cosas frecuentemente, porque aún no estás muerto a ti del todo, ni apartado de todas las cosas terrenas.
Nada mancilla ni embaraza tanto el corazón del hombre, cuanto el amor desordenado de las criaturas.
Si desprecias las consolaciones de fuera, podrás contemplar las cosas celestiales y gozarte muchas veces dentro de ti.

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