Contracorriente

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Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XL: Motivos para esta perfecta consagración VIII

15 martes Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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amor de Madre, devoción, felices para siempre, gozos de la eternidad, gracia dviina, Israel, madre verdadera, predestinados, réprobos, santísima virgen, virgen

200. 5.º En fin, los predestinados siguen los caminos de la Virgen, es decir, la visitan, y por esto son verdaderamente dichosos y devotos, y llevan la señal de su predestinación como se lo dice Ella: Dichosos aquellos que practican (Prov. 8,32) mis virtudes y que caminan sobre las huellas de mi vida, con el socorro de la gracia divina. Son dichosos en este mundo durante su vida por la abundancia de gracias y de dulzuras que de mi plenitud les comunico, y con más abundancia que a los que no me imitan tan de cerca; son dichosos en su muerte, que es dulce y tranquila, y a la que asisto ordinariamente para conducirlos yo misma a los gozos de la eternidad; en fin, ellos serán felices para siempre, porque ninguno de mis buenos servidores que han imitado mis virtudes en la vida se ha perdido jamás. Los réprobos, al contrario, son desgraciados durante su vida, en su muerte y en toda su eternidad, porque no imitan a la Virgen en sus virtudes, contentándose con inscribirse alguna vez en sus Congregaciones, con recitar alguna oración en su honra o con hacer alguna otra devoción exterior.

¡Oh Santísima Virgen, mi bondadosa Madre: cuán felices son, repito, con los transportes de mi corazón, cuán felices los que, no dejándose seducir por una falsa devoción hacia Vos, siguen fielmente por vuestros caminos, observando vuestros consejos y vuestras órdenes! Pero ¡qué desgraciados son los que, abusando de vuestra devoción, no guardan los mandamientos de vuestro Hijo! Son malditos quienes de tus mandatos se desvían (Psalm. 119,21).

201. Ved ahora los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores, que se han entregado a Ella del modo que he dicho, y según la figura de Jacob.

1.º Ella los ama

Amo a los que me aman (Prov. 13,17). Ella los ama: 1.º, porque es su Madre verdadera, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas; 2.º, los ama por reconocimiento, porque efectivamente ellos la aman como a su buena Madre; 3.º, los ama porque, estando predestinados, los ama Dios. Jacob amó, Esaú odió (Rom. 9,13); 4.º, los ama porque están enteramente consagrados a Ella, y son su posesión y su herencia. Heredar en Israel (Eccle. 24,13).

202. Los ama tiernamente, y más tiernamente que todas las madres juntas. Poned, si os es posible, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen hacia sus hijos en el corazón de una sola madre para con su hijo único: esta madre amará ciertamente mucho a su hijo; sin embargo, la verdad es que María ama aún más tiernamente a sus hijos que esa madre puede jamás amar al suyo.
No los ama solamente con afección, sino con eficacia: su amor para con ellos es efectivo y afectivo, como el de Rebeca para con Jacob, y aun mucho más. Véase lo que esta buena Madre, de quien Rebeca era no más que figura, hace por obtener para sus hijos la bendición del Padre celestial.

Misioneros de la Verdad y el Bien

14 lunes Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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barrabás, Bautismo, centroáfrica, Cristo, democracia, escéptico, kelsen, misioneros, Pilatos, virgen

El bautismo nos hace hijos de Dios, herederos del Cielo y miembros de la Iglesia Católica; militantes del Reino de Cristo, apóstoles y misioneros. He recibido una carta de unos misioneros que están en Centroáfrica, donde hay una guerra civil que sufren en sus carnes. Pero son valientes: “de aquí no nos vamos, tenemos que hacer todo lo que podamos por estas pobres gentes”. En la vigilia de oración y penitencia que convocó el Santo Padre Francisco, no solo se rezó por la paz en Siria sino en  todo el mundo. Miles de misioneros llevan la paz de Cristo a muchos rincones de esta tierra.

Nosotros también tenemos el sagrado deber de ser apóstoles, misioneros, en el lugar en el que vivimos. Nadie puede dispensarse. Todos somos necesarios en la misión de recristianizar nuestros ambientes, familias, trabajo, etc. Ser misionero es dar testimonio de Cristo, predicar con la palabra, las obras y el ejemplo que Dios nos ama y nos espera en la vida eterna del Cielo. Cristo suele manifestarse por medio de los bautizados que viven coherentemente su vida sobrenatural.

El Papa nos ha dicho que la vida cristiana tiene una actitud alegre, la alegría del corazón. Y, como la  causa de nuestra alegría es la Virgen María, con Ella debemos ir a todas partes. Ella proclamó la grandeza del Señor y se alegró profundamente en el Señor. Nosotros también, porque el mundo muere de tristeza y desolación.

San Pablo dice en su carta a Timoteo que Dios quiere que todas las almas se salven. Nosotros también, convencidos de que sólo somos instrumentos de la gracia de Dios. Cristo es el único redentor pero, por su infinita misericordia, podemos colaborar con Él en la salvación eterna de las almas.

Hace años le oí decir a un jesuita que San Ignacio decía que mejor que un rey se convierta haciendo Ejercicios Espirituales que predicar unas misiones donde se conviertan muchas personas. El argumento que daba es que un rey católico fomentaría en su reino las buenas costumbres que ayudarían a millones de personas a vivir moralmente y a salvar eternamente sus almas. Cómo estamos muy lejos de ésa tesis; a misionar con la Virgen santísima todos nuestros ambientes!

No es lo mismo que un régimen político sea ateo, laico o católico. El pensador escéptico Kelsen termina su obra “La democracia” transcribiendo el capítulo 18 del evangelio de san Juan en el que Pilato pregunta a Jesús: “¿qué es el verdad?” Kelsen dice: “Y como Pilato no sabe lo que es la verdad y por ser romano está acostumbrado a pensar democráticamente apela al pueblo presente y provoca un plebiscito”. Como sabemos, el pueblo presente pidió la muerte de Cristo y la libertad de Barrabás, que era un bandido. El escéptico Kelsen, comentando esta injusticia, escribe: “Es posible que algunos arguyan que los creyentes, los creyentes políticos, objeten que este ejemplo se pronuncia precisamente más bien en contra de la democracia que en su favor. Y es preciso reconocer el valor de esta objeción, pero con una condición: que estos creyentes estén tan seguros de su verdad política que debe, llegado el caso, ser también realizada por una violencia sangrienta. Como el Hijo de Dios. Nuestros mártires dieron ese testimonio sangriento de la verdad y hacer el Bien siempre.

                                                                                                                              P. Manuel Martínez Cano mCR

 

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXV: Motivos para esta consagración III

12 jueves Sep 2013

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consagraciónv, Dios, maría, santísima virgen, virgen

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

180. Si algún crítico que esto lea creyese que hablo aquí con exageración, ¡ay!, es que no me entiende, ya porque es hombre carnal, que no gusta para nada de las cosas del espíritu, ya porque es del mundo, el cual no puede recibir el Espíritu Santo, o ya también porque es orgulloso y crítico, que condena o desprecia todo lo que no entiende. Pero las almas que no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios y de María, me comprenden y gustan, y para ellas escribo esto (Jn. 14,17; 1,13).

181. Sin embargo, para unos y para otros digo, volviendo al asunto que he interrumpido, que siendo la divina María la más noble y la más generosa de las puras criaturas, jamás se deja vencer en amor y liberalidad, y, como dice un santo devoto por un huevo te da un buey («pour un oeuf, Elle donne un boeuf»); es decir, por poco que se le dé, da Ella en retorno mucho de lo que ha recibido de Dios; y, por consiguiente, si un alma se da a Ella sin reserva, poniendo en Ella toda su confianza sin presunción, trabajando cuanto esté de su parte para adquirir las virtudes y domar sus pasiones, María se da también sin reserva a esta alma.

182. Digan, pues, atrevidamente con San Juan Damasceno, los fieles servidores de la Santísima Virgen: Si confío en Vos, ¡oh Madre de Dios!, seré salvo y defendido por Vos nada temeré; con vuestro auxilio combatiré a mis enemigos y los pondré en fuga, porque ser devoto vuestro es una prenda de salvación que Dios da a los que quiere salvar.

183. De todas las verdades que acabo de consignar respecto de la Santísima Virgen y de sus hijos y servidores, el Espíritu Santo nos ofrece en el libro del Génesis una figura admirable en la historia de Jacob, quien recibió la bendición de su padre Isaac por la diligencia e industria de Rebeca, su madre. Vedla tal como el Espíritu Santo la refiere; por mi parte añadiré luego algunas explicaciones.

184. Habiendo vendido Esaú a Jacob su derecho de primogenitura, Rebeca, madre de ambos hermanos, a quienes Isaac amaba tiernamente, le aseguró esta prerrogativa muchos años después, en virtud de un acto de santa destreza llena de misterio. Sintiéndose ya muy viejo Isaac y deseando bendecir a sus hijos antes de morir, llamó a su hijo Esaú, a quien amaba, y le encargó que fuese a cazar alga que comer para bendecirle en seguida. Rebeca puso inmediatamente en conocimiento de Jacob lo que pasaba, y le ordenó que fuese en busca de dos cabritos del rebaño. Cuando los hubo entregado a su madre, ésta preparó para Isaac un manjar que sabía le gustaba, vistió a Jacob con las ropas de Esaú, que ella guardaba, y cubrió sus manos y su cuello con la piel de los cabritos, a fin de que su padre, que estaba ciego, pudiese, al oír las palabras de Jacob, creer, siquiera por el vello de las manos, que era Esaú.
Isaac, sorprendido con el timbre de aquella voz que le hacía creer que era la de Jacob, le hizo aproximarse, y al tocar el pelo de las pieles con que se había cubierto las manos, dijo que verdaderamente la voz era la de Jacob, pero que las manos eran las de Esaú. Después que comió y sintió, al besar a Jacob, el olor de sus perfumados vestidos, le bendijo y le deseó el rocío del cielo y la fecundidad de la tierra; le hizo señor de sus hermanos, y dio fin a su bendición con estas palabras: «Aquel que te maldijere, sea maldito, y el que te bendiga, sea colmado de bendiciones».
No bien acabó de hablar Isaac, cuando entra Esaú trayendo para comer lo que había cazado, para que su padre le bendijese en seguida. El santo Patriarca se sorprende con increíble asombro, cuando comprendió lo que acababa de pasar; más lejos de retractar lo que había hecho, al contrario, lo confirmó, porque distinguía sensiblemente el dedo de Dios en este proceder. Esaú entonces lanza bramidos, como nota la Sagrada Escritura; acusa de engañador a su hermano, y pregunta a su padre si no tenía más que una bendición; en lo cual era, como advierten los Santos Padres, la imagen de los que, hallando fácil aliar a Dios con el mundo, quieren gozar a la vez los consuelos del cielo y los goces de la tierra. Isaac, enternecido con los gritos de Esaú, lo bendijo, al fin, pero con bendición de la tierra, sujetándolo a su hermano, lo cual hizo concebir a Esaú un odio tan envenedado contra Jacob, que no esperaba más que la muerte de su padre para matarle; y Jacob no hubiera podido evitar la muerte si su amada madre Rebeca no hubiese acudido a su seguridad con la solicitud y los buenos consejos que le dio, y que él aprovechó.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXIV: Motivos para esta perfecta consagración II

03 martes Sep 2013

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Dios, eva, fidelidad, fiel, maría, perfecta consagración, san juan damasceno, santísima virgen, virgen

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

175. María es la Virgen fiel, la que por su fidelidad a Dios repara las pérdidas que la infiel Eva causó por su infidelidad, la que alcanza la fidelidad a Dios y la perseverancia a los que a Ella se unen. Por esto San Juan Damasceno la compara a un áncora firme que nos sostiene y evita que naufraguemos en el mar agitado de este mundo en que tantos perecen por no unirse a María. Unimos, dice, las almas a vuestras esperanzas, como a un áncora firme. Los santos se han salvado porque han sido los más unidos a Ella, y han servido a los demás para perseverar en la virtud.
Dichosos, pues, mil veces dichosos los cristianos que ahora se unen fiel y enteramente a María como a un ancla firme y segura. ¡Los embates de las olas de este mundo no podrán sumergirlos, ni harán que pierdan sus tesoros celestiales! iDichosos los que entran en esa nueva arca de Noé! Las aguas del diluvio de los pecados, que anegaron todo el mundo, no les dañarán, porque «los que se unen a mí para trabajar en su salvación, no pecarán», dice la Divina Sabiduría (Eccli. 24,30). Dichosos los hijos infieles de la desdichada Eva que se entregan a la Madre y Virgen fiel, la cual siempre permanece fiel y jamás se contradice (2 Tim. 2,13) y siempre ama a los que la aman (Prov. 8,17), no sólo con amor afectivo, sino con amor efectivo y eficaz, impidiéndoles, mediante una gran abunciancia de gracias, retrocedan en la virtud o caigan en el camino perdiendo la gracia de su Hijo.

176. Esta bondadosa Madre recibe siempre, por pura caridad, todo cuanto se le entrega en depósito y una vez que Ella lo ha recibido como depositaria, se obliga en justicia, en virtud del contrato de depósito, a guardárnoslo, lo mismo que una persona a quien hubiese yo confiado en depósito mil escudos quedaría obligada a guardármelos, tanto que si por negligencia suya se perdiesen, sería ella responsable de los mismos en verdadera justicia. Pero no, jamás esta fiel Señora dejará que por su negligencia se pierda lo que se le hubiere confiado: el cielo y la tierra pasarán, antes que Ella sea negligente e infiel con los que de Ella se fían.

177. Pobres hijos de María, es extrema vuestra debilidad, grande vuestra inconstancia, muy corrompida vuestra naturaleza. Lo confieso: habéis sido sacados de la masa corrompida de los hijos de Adán y Eva. Pero no os desaniméis por esto; antes bien, consolaos y alegraos; oid el secreto que os descubro, secreto desconocido de casi todos los cristianos, aun de los más devotos.
No dejéis vuestro oro y vuestra plata en los cofres que han sido ya rotos por el espíritu maligno que os ha robado; son, además, muy pequeños, y demasiado endebles y viejos para contener tan grande y tan precioso tesoro. No pongáis el agua pura y clara de la fuente en vuestros vasos, que están sucios e infestados por el pecado. Si en ellos ya no está el pecado, queda todavía su mal olor, y el agua se corrompe. No guardéis vuestros vinos exquisitos en toneles viejos, que han estado llenos de malos vinos, porque se echarían a perder y correrían peligro de derramarse.

178. Aunque me habéis entendido, almas predestinadas, quiero todavía hablar con más claridad. No confiéis el oro de vuestra caridad, la plata de vuestra pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los vinos de vuestros méritos y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto, a un vaso infecto y contaminado, como lo estáis vosotros; de lo contrario seréis robados por los ladrones, esto es por los demonios, que día y noche acechan y espían el tiempo oportuno para ello; de lo contrario, todo lo que Dios os da de más puro lo corromperéis con el mal olor del amor de vosotros mismos, de la confianza en vosotros y de la propia voluntad.
Guardad, verted en el seno y Corazón de María todos vuestros tesoros, todas vuestras gracias y virtudes; El es un Vaso espiritual, un Vaso de honor, un Vaso insigne de devoción. Desde que se encerró en El el mismo Dios en persona con todas sus perfecciones, este Vaso se ha hecho todo espiritual, y se ha convertido en mansión espiritual de las almas más espirituales; se ha hecho honorable y el trono de honor de los mayores príncipes de la eternidad; se ha hecho insigne en devoción, y la mansión más insigne en dulzuras, en gracias y en virtudes; se ha hecho, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la torre de David y pura como torre de marfil.

179. ¡Qué dichoso es el hombre que todo lo ha entregado a María, que en todo y por todo se confía y se pierde en María! El es todo de María, y María es toda de él. Osadamente puede decir con David: Se ha hecho para mí (Ps. 118,56). O con el discípulo amado: La tomé por todo mi bien (Jn. 19,27). O con Jesucristo: Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío (Jn. 17,10).

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXXIII: Motivos para esta perfecta consagración II

28 miércoles Ago 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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consagración, devoción, motivos, perfecta, virgen

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

171. Séptimo motivo. – Lo que puede empeñarnos más todavía a abrazar esta devoción, son los grandes bienes que de ella ha de reportar nuestro prójimo. Porque por esta práctica se ejerce la caridad para con él de una manera eminente, toda vez que se le da por manos de María todo lo que se tiene de más caro, que es el valor satisfactorio e impetratorio de todas las buenas obras, sin exceptuar el menor pensamiento bueno, ni el más pequeño sufrimiento; en virtud de ella se consiente que todo lo que se ha adquirido y se adquiera hasta la muerte, en punto de satisfacciones, se emplee, según la voluntad de la Santa Virgen, en la conversión de los pecadores o en librar las almas del Purgatorio. ¿No es esto amar al prójimo perfectamente? ¿No es esto ser verdadero discípulo de Jesucristo, que se distingue por la caridad? ¿No es este el medio de convertir a los pecadores sin temor de incurrir en la vanidad, y de librar las almas del Purgatorio sin hacer casi otra cosa que lo que cada cual está obligado a hacer en su estado?

172. Para comprender la excelencia de este motivo sería menester conocer cuán grande bien es convertir a un pecador o librar un alma del Purgatorio, que es bien infinito, mayor que el crear el cielo y la tierra, por cuanto se da a un alma la posesión de Dios. Aun cuando no se sacase mediante esta práctica más que un alma del purgatorio en toda la vida, o no se convirtiese más que a un solo pecador, ¿no sería esto sólo bastante para empeñar a abrazarla a todo hombre verdaderamente caritativo?
Pero es menester notar que nuestras buenas obras reciben al pasar por las manos de María un aumento de pureza, y por lo mismo, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio, y esta es la razón porqué llegan a ser más capaces de aliviar las almas del Purgatorio y de convertir a los pecadores, que cuando no pasan por las manos virginales y liberales de María. Lo poco que se da por medio de la Santísima Virgen, sin propia voluntad y por una caridad desinteresada, llega a ser verdaderamente poderosísimo para aplacar la cólera de Dios y atraer su misericordia, de tal modo, que una persona que sea muy fiel a esta práctica, se encontrará, quizás a la hora de la muerte, con que habrá por ese medio sacado muchísimas almas del Purgatorio y convertido muchísimos pecadores, aunque no haya practicado más que acciones ordinarias. ¡Qué gozo tendrá en ese caso el día del juicio! ¡Qué gloria en la eternidad!

173. Octavo motivo. – En fin, lo que nos induce más poderosamente en cierto modo a esta devoción a la Santísima Virgen, es el ser un medio admirable para perseverar en la virtud y ser siempre fiel a Dios. Porque ¿en qué consiste que la conversión de la mayor parte de los pecadores no suele ser durable? ¿De qué dimana que se caiga tan fácilmente en el pecado? ¿Cuál es el motivo de que la mayor parte de los justos, en vez de adelantar de virtud en virtud y de adquirir nuevas gracias, pierdan muchas veces las pocas virtudes y gracias que tenían?
Esta desgracia procede de que, estando tan corrompido el hombre, y siendo por lo mismo tan débil y tan inconstante, se fía, sin embargo, de sí mismo, se apoya en sus propias fuerzas y se cree capaz de guardar el tesoro de sus gracias, de sus virtudes y sus méritos. Y como por esta devoción el cristiano confía a la Virgen todo lo que posee, y la hace depositaria universal de todos sus bienes de naturaleza y de gracia, confía en su fidelidad, se apoya sobre su poder y se funda sobre su misericordia y su caridad, a fin de que Ella conserve y aumente sus virtudes y méritos a pesar del demonio, del mundo y de la carne, que hacen esfuerzos para arrebatárnoslos.
Como el buen hijo a su madre, y un servidor fiel a su dueño le dice el alma: Guardad el depósito. Mi buena Madre y Señora amabilísima, reconozco que por vuestra intercesión he recibido hasta ahora más gracias de las que yo merecía, y la triste experiencia me enseña que llevo este tesoro en un vaso muy frágil, que soy demasiado débil y miserable para conservarlo por mí mismo. Soy pequeño y despreciable (Ps. 118,141) recibid, pues, os ruego, en depósito todo lo que poseo, y conservádmelo con vuestra fidelidad y vuestro poder. Si Vos me lo guardáis, nada de él perderé; si Vos me sostenéis, no caeré; si Vos me protegéis, estaré a cubierto de mis enemigos.

174. Esto es lo que San Bernardo dice formalmente para inspirarnos esta práctica: «Si María os sostiene, no caeréis; si María os protege, no temáis; si María os conduce, no os fatigaréis; si María os es favorable, llegaréis hasta el puerto de salvación».
San Buenaventura viene a decir lo mismo en términos más claros: «La Santísima Virgen, dice, no está colocada solamente en la plenitud de los Santos, sino que Ella es la que defiende y guarda a los Santos en su plenitud, a fin de evitar la disminución de sus virtudes; Ella impide que las virtudes de los justos se amengüen, que sus méritos perezcan, que sus gracias se pierdan, que los demonios les hagan daño; en fin, impide que Nuestro Señor los castigue cuando pecan».

 

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