Sobre la edad que tenía San José al contraer matrimonio con la Virgen María, no nos dicen nada los Evangelios. Unos
sostienen que era joven hermoso y adornado de toda virtud, y otros lo presentan como si fuera ya viejo y hasta octogenario, y en esta opinión tal vez hayan influenciado los libros apócrifos que hablan exageradamente en este sentido; pero esto no puede sostenerse, porque no es conforme con los Evangelios que reflejan la personalidad de San José como el protector de la Sagrada Familia y padre nutricio de la misma, que exigía fortaleza en su misión, como era el acompañarles vg. en sus viajes penosos, de Belén a Egipto, de Egipto a Nazaret, de Nazaret a Jerusalén, etc., y el desempeño de oficio de carpintero. Su edad estaba sin duda alguna en relación con la de la Virgen María.
Una israelita solía casarse alrededor de los quince años, y un israelita alrededor de los dieciocho o veinte años, y esta (tal vez pocos años más) tuvo que ser la de San José, y es la que sostenemos, porque las costumbres de entonces como las de ahora tenían que reprobar una unión tan desigual como sería la de un anciano con una adolescente y sería algo injurioso a San José.
Los que sostienen que San José era de edad avanzada para afirmar mejor la virginidad perpetua de María, miran muy humanamente esta cuestión, pues tenemos que decir como enseña Santo Tomás que «cuando Dios elige a un hombre para determinado cargo, entonces derrama sobre él todas las gracias conducentes para adquirir idoneidad en aquel cargo», y éstas pudo concedérselas a San José en su plena juventud.
San Alfonso María de Ligorio nos dice que «al disponer Dios que José ejerciese el oficio de padre respecto de la persona del Verbo encarnado débese tener la certidumbre que le confirió todas las dotes de sabiduría y santidad que para tal cargo se requerían; ni cabe poner en duda que le enriqueció además con todos los privilegios y gracias a los demás santos concedidos.
En sentir de Gersón y de Suárez (y otros teólogos), tres fueron los privilegios especiales que caracterizaron a José:
1.° El ser santificado desde el vientre de su madre, como Jeremías y el Bautista.
2.° El de haber sido asimismo confirmado en gracia.
3.° El de estar exento de los apetitos de la concupiscencia; de cuyo privilegio suele San José, por los méritos de su pureza, hacer participantes a sus devotos, librándolos de los movimientos de la carne».