El Cardenal Raymond L. Burke, Prefecto de la Corte Suprema de la Signatura Apostólica, ha intervenido en el Sínodo de los Obispos que se celebra en Roma para asegurar que el abandono de la disciplina interna dentro de la Iglesia ha socavado las reformas del Concilio Vaticano II. El prelado ha declarado además que una versión secular del antinomianismo -herejía que afirma que la gracia exime a los cristianos de obedecer la ley moral- ha causado las más graves heridas en la sociedad hoy.
El antinomianismo, según el Prefecto de la Signatura Apostólica, es responsable de la legalización de acciones intrínsecamente malas como el aborto, la investigación con células madres procedentes de embriones humanos, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la denegación de la libertad religiosa en materias de objeción de conciencia. El cardenal ha denunciado que desgraciadamente, este antinomianismo incrustado en la sociedad civil ha infectado la vida eclesial post- conciliar.
El prelado ha explicado que el entusiasmo que siguió al concilio, vinculado a la creación de una nueva iglesia que enseña la libertad y el amor, ha provocado una actitud de indiferencia, incluso de hostilidad hacia la disciplina en la Iglesia.
Disciplina y nueva evangelización.
El purpurado ha afirmado ante el Sínodo que la nueva evangelización requiere la restauración de la disciplina y el respeto a la ley de la Iglesia. ¿Cómo seremos capaces de dar testimonio de nuestra fe en el mundo si ignoramos o rechazamos las demandas de justicia dentro de la propia Iglesia? ha preguntado el cardenal al resto de obispos. (INFOCATÓLICA)
Las palabras del Cardenal Burke son la actualización de las palabras del Papa San Pio X: Los artífices del terror no hay que buscarlos hoy entre los enemigos declarados. Se ocultan en el seno mismo y en el corazón de la Iglesia y es un motivo de aprensión y de angustia muy vivas; enemigos tanto más temibles porque no lo son abiertamente. Palabras del Vicario de Cristo que nos recordaba el cardenal así: ¿no es acaso cierto que hasta hace pocos años sus peores enemigos surgen en el seno de la misma Iglesia?
Los enemigos exteriores de la Iglesia no han podido destruir la obra de Cristo en dos mil años de historia. Esto lo sabía hasta Lenin que intentó destruirla desde sus raíces y como no pudo hacerlo dio esta consigna a sus secuaces: camaradas a la Iglesia no se le puede destruir desde fuera, introducíos dentro de la Iglesia. Y, en otra ocasión, dijo: la mentira es nuestra arma revolucionaria.
Sí, estamos en los tiempos de la autodemolición de la Iglesia denunciada por el Siervo de Dios Pablo VI. El mismo Sumo Pontífice dijo: Hoy después del Concilio, la Iglesia pasa por la prueba de los grandes sufrimientos (…) Sufre por la rebeldía inquieta, crítica y demoledora de tantos de sus hijos, los predilectos, maestros y seglares, contra su ínfima e indispensable comunión, contra su tradición y adhesión interior, contra su autoridad, indiscutible principio de verdad, unidad y caridad; contra sus míseras exigencias de santidad y sacrificio; sufre por la deserción y el escándalo de ciertos eclesiásticos que crucifican hoy a la Iglesia. (Pablo VI)
La Iglesia, como fiel esposa de Cristo, está pasando por su pasión. Pero los hijos de la Iglesia tenemos el sagrado deber de combatir los combates de la Fe contra los enemigos de nuestra Santa Madre Iglesia, Católica y Apostólica. Dando testimonio a tiempo y destiempo, con la verdad y el bien por delante, sin cobardes respetos humanos. Nos lo contaba un sacerdote catalán. Fue en la inauguración de un local de las Misioneras de la Caridad. Su fundadora, Madre Teresa de Calcuta, estaba muy recogida haciendo oración en la capilla. Salió el sacerdote para celebrar la Santa Misa y la Beata Teresa de Calcuta se marchó de la capilla. Al terminar el Santo Sacrificio del Altar, sus hijas le preguntaron si estaba indispuesta, enferma. No, hijas mías, fue su respuesta. Es que un sacerdote que se atreve a celebrar la Misa sin casulla no puede decir nada que pueda interesarme.
Sí, el antinomianismo ha causado las más graves heridas a la Iglesia y a la sociedad de hoy. Todos los bautizados- obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y seglares- debemos cumplir lo que manda el derecho canónigo. Y el canon 669 dice: Los religiosos deben llevar el hábito de su instituto de acuerdo con la norma del derecho propio, como signo de su consagración y testimonio de pobreza. Y el canon 284 manda: los clérigos han de vestir un traje eclesiástico, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal. Si la memoria no me falla, esas normas son vestir de sotana o cleriman.
Vivimos en un mundo secularizado. Hermanos sacerdotes, hermanos religiosos, hermanas religiosas este mundo necesita testimonios vivos de nuestra consagración a Dios en alma y cuerpo.
P. Manuel Martínez Cano, mCR.
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