CRISTO ARROJA A SATANASPoniendo orden en mis papeles he hallado unos apuntes sobre los ángeles buenos y malos que no recuerdo de qué autores los he sacado. Iré publicando algunos de los textos porque, en nuestros días, se pone en duda la existencia de los demonios, contra la fe constante y universal de la Iglesia. Nada más iniciarse la historia de la salvación, aparece Satanás engañando a Adán y EvaCristo habla muchas veces de los demonios en los evangelios: “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios naturalmente buenos, pero se volvieron malos por sí mismo, por propia iniciativa; en cuanto al hombre, él ha pecado por instigación del diablo” (Decreto Firmiter del Concilio Lateranense IV (1295).

En el Catecismo de la Iglesia Católica está contenida la doctrina católica de siempre sobre los demonios. Debemos estudiarlo con atención: En el padrenuestro pedimos que el Señor nos libre del Maligno, que no es una mera idea, una abstracción, sino una persona espiritual: Satanás, el enemigo implacable de Dios Y DE LOS HIJOS DE DIOS. Pero no debemos tener ningún miedo porque Cristo ya ha intercedido por nosotros: “Padre…no pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jn 17,15) En la cuarta plegaria Eucarística del Misal romano decimos: Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle.

Termina la plegaria Eucarística con estas palabras: Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno. (Jn 5, 18-19). Por Satanás, entró el pecado y la muerte en el mundo. Y Satanás hoy “es el seductor del mundo entero” (Ap. 12,9). Con su muerte Cristo ha vencido a Satanás, príncipe de este mundo (Jn 14,30) La Inmaculada Concepción, Patrona de España, aplastó con su talón la cabeza de Lucifer: despechado contra la Mujer, el diablo se fue hacer la guerra al resto de sus hijos. (Ap. 12,17)

Vuelvo a decir que no hay que tener miedo. San Ambrosio dice: El Señor que ha borrado nuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del diablo que os  combate para que el enemigo que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al demonio. Si Dios está en nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rm 8,31)

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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