Estoy sentado en la sala de espera de la puerta de embarque de un aeropuerto. Inesperadamente, se presenta ante mí, una joven radiante de alegría que me pregunta:

– ¿Es usted ministro de Dios?

– Sí, soy sacerdote católico, le respondí.

A lo que contestó:

– ¿Me concede el honor de regalarle una botellita de agua?

A los pocos minutos, vuelve con la misma alegría y la botellita en la mano.

Conversamos. Nació en Argentina, como su madre, pero sus abuelos eran españoles. Madre e hija fueron bautizadas en la Iglesia Católica; ahora son evangelistas. Vienen de una reunión de su comunidad para lo cual han viajado cuatrocientos kilómetros. Me dijeron:

– Hoy la gente hace poca oración.

Es verdad. Para que conocieran mejor a la Virgen, les regalé la revista Ave María y les di una estampa de la Inmaculada.

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Hace 24 años que desempeño anualmente, una capellanía durante nueve días. En esta ocasión, hogaño, me dijo un empleado que de los más de 30 sacerdotes que vamos al año, sólo yo voy vestido de sacerdote. Esto se debe a la falta de disciplina de la que habló el Cardenal Ravasi. Ello me hizo recordar que hace más de 20 años, peregrinando al Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, varias religiosas rigurosamente vestidas de seglar, les dijeron a dos de las peregrinas que yo soy un soberbio, pues llevo la sotana para llamar la atención. Mis hermanas religiosas predican la pastoral fantasmal que tanto éxito tiene en este mundo de agnósticos y ateos.

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24 de Noviembre – Huelga General.

Sí, sí; de los 122 empleados de la empresa, ninguno dejó de cumplir su contrato laboral. De entre ellos, oí cosas como estas: sería muy fácil acabar con estos señoritos de los sindicatos, no hay que financiarles ni con un sólo euro. Viven demasiado bien con los impuestos que pagamos los trabajadores.

Otro dijo: En la región de Murcia, tenemos 83.000 funcionarios entre los municipales, autonómicos y estatales; ¡ésos son muchas bocas que alimentar! Distingamos, dijo otro: muchos funcionarios se ganan el sueldo honradamente, como nosotros, pero los funcionarios designados a dedo que son los que cobran sueldos fabulosos, se deberían suprimir todos.

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Una farmacéutica retirada, me muestra su indignación por lo mal que lo pasa su hija con la farmacia heredada. El gobierno retrasa los pagos cuando quiere: con Franco había más responsabilidad y seguridad, afirma.

P. Manuel Martínez Cano, mCR 

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