caida de luzbelEn sus Ejercicios Espirituales San Ignacio de Loyola propone tres meditaciones sobre el pecado. Así el ejercitante conoce profundamente la malicia del pecado y hace el propósito, para toda su vida de: antes morir que pecar. La primera meditación es la de las tres potencias sobre el 1º, 2º y 3º pecado; la segunda meditación es de los pecados, el proceso de los propios pecados; la tercera meditación es la repetición de la primera y la segunda con tres coloquios.

San Ignacio siempre empieza sus meditaciones con esta petición a Dios nuestro Señor: que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de su Divina MajestadPara que la imaginación no moleste, San Ignacio nos dice que hagamos la composición de lugar; hacernos presentes a la escena que se medita: ver un templo, Jesucristo, la Virgen… En esta meditación de los pecados, el santo nos dice que veamos con la vista imaginativa y consideremos nuestra alma encarcelada en este cuerpo corruptible, y todo el compuesto del alma y cuerpo en este valle, como desterrado, entre brutos animales.

La petición propia de esta meditación de los tres pecados es pedir vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido condenados por un solo pecado mortal, y cuantas veces yo he merecido ser condenado para siempre por tantos pecados míos.

El primer punto, es ejercitar la memoria sobre el primer pecado de los ángeles y después aplicar sobre el mismo pecado el entendimiento, entendiéndolo; luego aplicar la voluntad. El fin de recordar y entender todo esto, es avergonzarme de tantos pecados míos; porque si los ángeles por un solo pecado fueron condenados al infierno, cuantas veces me he merecido yo el infierno por mis muchos pecados. Los ángeles no quisieron, con su libertad, cooperar con la gracia de Dios, para hacer reverencia y obedecer a su Creador y Señor. Por su culpa fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del Cielo al infierno.

Santo Tomás de Aquino dice que Luzbel pecó de soberbia, ambicionando ser como Dios. Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados al tártaro, los entregó las cavernas tenebrosas (2 Pedr. 2,4). En un instante, cayó sobre los ángeles el rayo de la justicia divina ¡qué horrible transformación! Los ángeles convertidos en demonios por un solo pecado mortal. Dios no tuvo compasión de ellos. Y Dios que es infinitamente justo, nodescarga puede castigar más de lo que se ha merecido el pecador. Dios, es también infinitamente misericordioso, que siempre castiga menos de lo que se ha merecido el pecador. A los ángeles Dios aplicó su justicia, a mí me ha aplicado su misericordia.

Si Dios en el primer pecado que cometí me hubiera aplicado su justicia, me hubiera condenado al infierno para siempre. A los ángeles los castigó terriblemente ¿qué será el pecado que tiene un castigo eterno? ¿Qué efecto habrá producido en mi alma mis muchos pecados? ¡Dios mío, perdóname, he pecado tantas veces! ¡Dios mío, te amo con todo mi corazón! ¡Jesús en ti confío! ¡Virgen Santísima, bajo tu amparo nos acogemos!

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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