Frente al proyecto constitucional gaditano (de las Cortes de Cádiz) el filósofo Rancio sostiene categóricamente  -en línea de Jovellanos- que España ya tenía una constitución propia cuyo puerto de arranque se localiza en las Partidas del Rey Sabio (…) un orden fundado sobre principios de la naturaleza, regulada mediante leyes conforme a razón y perfeccionado por la inspiración de la Doctrina Católica.

Una sociedad en la que han convivido en armónica relación, el Estado y la Iglesia (…) ateniendo ambos al inestimable bien de la salvación de las almas.

El P. Alvarado (el filósofo Rancio) cuestiona frontalmente la licitud del dogma de la voluntad general, porque profana la dimensión sagrada de la sociedad.

El P. Alvarado se pronuncia de forma desinhibida a favor del principio de intolerancia: la entera convicción de que no es posible conservar el orden religioso y moral en la sociedad sin un principio activo de tutela y compulsión, Andrés Gascón.

El Fuero del trabajo promulgado el 9 de marzo de 1938, dice:

Renovando la tradición católica de justicia social y alto sentido humano que informó la legislación de nuestro glorioso pasado, el Estado asume la tarea de garantizar a los españoles la Patria, el Pan y la Justicia.

Para conseguirlo  –atendiendo  por otra parte y a robustecer la unidad, libertad y grandeza de España- acude al plano de lo social con la voluntad de poner la riqueza al servicio del pueblo español, subordinando la economía a la dignidad de la persona humana, teniendo en cuenta sus necesidades materiales y exigencias de la vida intelectual, moral, espiritual y religiosa.

El Estado mantendrá el descanso dominical como condición sagrada en la prestación del trabajo.

gobierno-1957

La ley de Principios del Movimiento Nacional promulgada el 17 de mayo de 1958 empieza en estos términos: Yo Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino, promulgo como Principios del Movimiento Nacional, entendido como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada, los siguientes:

España es una unidad, de destino en lo universal. El servicio a la unidad, grandeza y libertad de la Patria es deber sagrado y tarea colectiva de todos los españoles.

La Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará una legislación.

Gonzalo Fernández de La Mora, uno de los mejores politólogos del siglo XX escribió en 1969: La Ley Orgánica del Estado es la única Constitución original de nuestra edad contemporánea. La única pensada para las estructuras económicas sociales de España y la única libre de mimetismos y utopismos.

 Contracorriente

** CADA MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, DIOS MEDIANTE, SON PUBLICADOS NUEVOS ARTÍCULOS **