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Orientaciones Episcopales

Carta Colectiva del Episcopado Español 1-7-1937 (VI)             Ave María- Junio 2007

PERO, SOBRE TODO, LA REVOLUCIÓN FUE ANTICRISTIANA. No creemos que en la historia del Cristianismo y en el espacio de unas semanas se haya dado explosión semejante, en todas las formas de pensamiento, de voluntad y de pasión, del odio contra Jesucristo y su religión sagrada. Tal ha sido el sacrílego estrago que ha sufrido la Iglesia en España, que el delegado de los rojos españoles enviado al Congreso de los sin-Dios, en Moscú, pudo decir: España ha superado en mucho la obra de los Soviets, por cuanto la Iglesia en España ha sido completamente aniquilada.

Contamos los mártires por millares; su testimonio es una esperanza para nuestra pobre patria; pero casi no hallaríamos en el Martirologio romano una forma de martirio no usada por el comunismo, sin exceptuar la crucifixión; y, en cambio, hay formas nuevas de tormento que han consentido las sustancias y máquinas modernas.

El odio a Jesucristo y a la Virgen ha llegado al paroxismo, y en los centenares de crucifijos acuchillados, en las imágenes de la Virgen bestialmente profanadas, en los pasquines de Bilbao en que se blasfemaba sacrílegamente de la Madre de Dios, en la infame literatura de las trincheras rojas, en que se ridiculizan los divinos misterios; en la reiterada profanación de las Sagradas Formas, podemos adivinar el odio del infierno encarnado en nuestros infelices comunistas. Tenía jurado vengarme de ti -le decía uno de ellos al Señor encerrado en el Sagrario-; y encañonando la pistola disparó contra Él diciendo: Ríndete a los rojos; ríndete al marxismo.

Ha sido espantosa la profanación de las sagradas reliquias; han sido destrozados o EC021492quemados los cuerpos de San Narciso, San Pascual Bailón, la Beata Beatriz de Silva, San Bernardo Calvó y otros. Las formas de profanación son inverosímiles, y casi no se conciben sin sugestión diabólica. Las campanas han sido destrozadas y fundidas. El culto, absolutamente suprimido en todo el territorio comunista, si se exceptúa una pequeña porción del Norte. Gran número de templos, entre ellos verdaderas joyas de arte, han sido totalmente arrasados; en esta obra inicua se ha obligado a trabajar a pobres sacerdotes. Famosas imágenes de veneración secular han desaparecido para siempre, destruidas o quemadas. En muchas localidades la autoridad ha obligado a los ciudadanos a entregar todos los objetos religiosos de su pertenencia para destruirlos públicamente; pondérese lo que esto representa en el orden del derecho natural, de los vínculos de familia y de la violencia hecha a la conciencia cristiana.

No seguimos, venerables Hermanos, en la crítica de la actuación comunista en nuestra patria, y dejamos a la historia la fiel narración de los hechos en ella acontecidos. Si se nos acusara de haber señalado en forma tan cruda estos estigmas de nuestra revolución, nos justificaríamos con el ejemplo de San Pablo, que no duda en vindicar con palabras tremendas la memoria de los profetas de Israel y que tiene durísimos calificativos para los enemigos de Dios; o con el de nuestro Santísimo Padre que, en su Encíclica sobre el Comunismo ateo, habla de una destrucción tan espantosa, llevada a cabo en España con un odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiese creído posible en nuestro siglo.

Reiteramos nuestra palabra de perdón para todos y nuestro propósito de hacerles el bien máximo que podamos. Y cerramos este párrafo con estas palabras del Informe oficial sobre las ocurrencias de la revolución en sus tres primeros meses: No se culpe al pueblo español de otra cosa más que de haber servido de instrumento para la perpetración de estos delitos… Este odio a la religión y a las tradiciones patrias, de las que eran exponente y demostración tantas cosas para siempre perdidas, llegó de Rusia, exportado por orientales de espíritu perverso.

En descargo de tantas víctimas, alucinadas por doctrinas de demonios, digamos que al morir, sancionados por la ley, nuestros comunistas se han reconciliado en su inmensa mayoría con el Dios de sus padres. En Mallorca han muerto impenitentes sólo un 2 por 100; en las regiones del Sur, no más de un 20 por 100. Es una prueba del engaño de que ha sido víctima nuestro pueblo.

** TODOS LOS MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, SON PUBLICADOS, DIOS MEDIANTE, NUEVOS ARTÍCULOS