El último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis del apóstol san Juan, dice: Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con la serpiente. También la serpiente y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos (Apc. 12; 7-8). Nuestro Señor Jesucristo, dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo (Lc. 10,18). Y el primer Vicario de Cristo en la tierra, el apóstol Pedro, afirma: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el tártaro, los entregó a las prisiones tenebrosas (2 Pd. 2 , 4). Los ángeles malos pecaron por su culpa y fueron condenados a los suplicios eternos, para siempre. Los hombres y mujeres que mueran en pecado mortal, oirán estas palabras de Cristo: Apartaos de mi malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles (Mt. 25, 41). Los demonios sufren en el infierno: la pena de daño y de sentido y, aunque Dios permite que salgan del infierno, sufren el tormento del fuego, de la misma manera que los que están en el infierno.
Es sentencia común de los Santos Padres que los espíritus puros solo pueden pecar al aparecer desordenadamente su propia excelencia. El libro del Eclesiástico, dice que el pecado es el principio de la soberbia (Ecl 10,15). Santo Tomás de Aquinoafirma que el diablo habría apetecido para sí la unión hipostática o habría negado en obediencia al Verbo Encarnado Cristo. El diablo es pecador desde el principio (1 Jn. 3,8); Padre de la mentira (Jn 8,44); Jesucristo, El príncipe de la vida (Hech. 3,15)aniquiló mediante su muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo (Heb. 2, 14-15).
Hoy se considera al diablo como el mal. De esta manera, no es un ser real, concreto y autónomo y sí es un concepto abstracto tratándose pues, de un diablo que no existe. Bortone dice: Para quitar a satanás de la Sagrada Escritura, había que rasgar muchas páginas del Antiguo Testamento; muchísimas del Nuevo, con el resultado que se harían inteligibles”. Efectivamente, en el Nuevo Testamento aparece el diablo 300 veces: 76, como espíritu maligno, 63 demonio, 36 satanás, 36 diablo. Otros nombres menos usados como dios de este mundo, tentador, malvado, padre de la mentira, príncipe de este mundo, serpiente, espíritu malo, espíritu inmundo, espíritu impuro, etc…
Varios concilios se han pronunciado sobre el diablo: Concilio de Praga (Portugal 551-561); Concilio Ecuménico Laterranense IV (1215); Concilio de Florencia Ecuménico (1431-1477); Concilio de Trento XIX ecuménico (1545-1563). El Concilio que más veces ha hablado del demonio en el Concilio Vaticano II (XXI Ecuménico) del que acabamos de celebrar el 50 aniversario de su inauguración.
Charles Pierre Bandiline ha dicho: La astucia más fina del demonio es la de no hacerse creer existente. Evidente, nadie se defiende de un enemigo que no existe. Así el demonio trabaja libremente.
P. Manuel Martínez Cano mCR
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