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Hombres de honor, mujeres de honor, jóvenes con honor; una Asociación

P.Alba, SJ

P.Alba, SJ

formada por jóvenes que tienen como divisa el honor. Ese es el ideal de nuestra Asociación juvenil.

Sin honor nada vale una vida. Sin honor nada vale una Asociación. Un gran estadista proponía a sus seguidores que habían sido convocados para vivir peligrosamente. Vivir peligrosamente puede ser una situación circunstancial. Vivir con honor ha de ser nuestra situación constante: vivir y morir con honor.

El honor es aquella cualidad que impulsa a proceder constantemente de conformidad con un ideal excelso de vida y de acuerdo con unas normas, las más perfectas posibles, de moralidad y de conducta. Por eso el honor no solamente nos hace hombres de bien, hombres fieles a la palabra empeñada,  comprometidos en una noble y elevada empresa, sino que nos obliga en las ocasiones que se nos presentan a ser héroes. Un héroe no es más que quien ha llevado hasta el fin las exigencias de su honor.

La manera burguesa y mundana de vivir envenena las almas, hasta hacerlas incapaces de todo heroísmo, porque las vacía del sentido del honor. Pero, vosotros habéis sido llamados por Dios bajo la bandera de Cristo Rey para que le sirváis con honor, y para que vuestro proceder le honre a Él.

Ese significado tiene vuestra promesa. El joven de la Asociación se compromete con ella a una vida de honor y servicio, tras la bandera de Jesucristo, Rey y Señor de hombres, de naciones y de todo el universo.

Todos debéis aspirar a poder emitir un día la promesa que os constituye verdaderos miembros efectivos de nuestra Asociación. Y los que ya la habéis hecho debéis poner delante de vuestros ojos que remar y caminar contra corriente ha de ser lo normal de vuestra vida. Porque no habéis sido llamados a constituir un grupo de burguesitos y burguesitas complacientes, sino a vivir con honor hasta el heroísmo final.

Que el 1 de julio, fiesta de nuestra promesa en el Tibidabo, todos nos animemos a abrazarnos con una vida en la que el único peligro es vivir y morir sin honor.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 29, junio de 1979