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La ateocracia que se está imponiendo en muchas naciones es, en sentido amplio, una herejía. La herejía que niega la potestad soberana de Cristo sobre los pueblos y las naciones. El nos dijo “se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra”. A Pilato, que le dice al Señor que podía condenarlo a la muerte de cruz o salvarlo, le contesta “No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiese sido dado de lo alto”. Todo poder humano viene de Dios. Las cortes y los gobiernos, deben legislar de acuerdo con la ley natural, grabada por Dios en el hombre y la ley divina revelada por Dios en el hombre y la ley divina revelada por Dios en el hombre y la ley divina revelada por Dios en la Sagrada Escritura y en la Tradición divina, interpretada y enseñada por el Magisterio de la Iglesia.
Los ateocráticos afirman que todo poder viene del pueblo. La democracia, dicen, es el gobierno del pueblo por el pueblo. Nosotros decimos que es el gobierno del pueblo por los ateos políticos. El pueblo no es soberano, el único soberano es Cristo, de quien dimana Todo poder en el cielo y en la tierra. Una democracia que permite que se asesine a niños inocentes es antihumana. Como es antihumano que mueran tres millones de niños de hambre al año, mientras el capitalismo salvaje concede sueldos extraordinarios a políticos y compadres.
Las democracias modernas, naturalistas, relativistas y materialistas, están creando estructuras de pecado, leyes inicuas y ambientes de corrupción y vicio, donde pueden corromperse jóvenes y mayores. No todos, a Dios gracias, porque aun quedan muchos católicos que no doblan sus rodillas ante el becerro de oro, fabricado por el demonio.
Hoy se denomina democracia a cualquier cosa. Es un término equívoco que cada uno interpreta como le viene en gana. Para los griegos, la democracia era la corrupción de la república. Santo Tomás de Aquino le da el significado de participación en el poder de todos los miembros de una comunidad, no sólo de los partidos políticos. La revolución francesa de 1798 –masónica y anticatólica- crea la democracia moderna, radicalmente herética, porque niega el origen divino del poder político y el fundamento de las leyes civiles, que es la ley natural y la ley divina.
Cuando Pio XII habla de la democracia, enseña que, “una sana democracia fundada sobre los inmutables principios de la ley natural y de las verdades reveladas, será resueltamente contraria a aquella corrupción que atribuye a la legislación del Estado un poder sin freno ni límites, y que hace también del régimen democrático, a pesar de las contrarias, pero vanas apariencias, un puro y simple sistema de absolutismo”. La última sana democracia que gobernó en España fue la democracia orgánica del régimen católico de Francisco Franco Bahamonde. De ahí el odio infernal con que es atacado por todos los enemigos de la Iglesia de Cristo.
Papa Pio XI enseña en las Quas Primas nº 8, lo siguiente “Incurriría en grave error el que negase a la humanidad de Cristo el poder sobre todas las cosas y cada una de las realidades sociales y políticas del hombre, ya que Cristo como hombre ha recibido de su Padre un derecho absoluto sobre toda la creación, de tal manera que toda ella está sometida a su voluntad”. Es exactamente lo que hizo Franco. E l artículo tercero de la ley de Principios del Movimiento Nacional, del 17 de mayo de 1958, dice así: “la nación española considera como timbre de honor el acatamiento de la ley de Dios según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación” ¿puede pedirse más? La democracia más sana de la historia de la humanidad ha sido la democracia orgánica de Franco.
P. Manuel Martínez Cano mCR