José: España se está paganizando pero no hemos de olvidar, que han sido varios siglos de historia de España de un acendrado catolicismo. Aún en nuestros diez millones de españoles van a Misa los fines de semana. Y, aunque también es verdad, que las sectas van ganando terreno en América del Centro y del Sur, hemos de tener presente que la Hispanidad tiene profundas raíces católicas.

María: La historia de España es tan hermosa, tan extraordinaria, que sus enemigos, que son los mismos enemigos de la Iglesia, inventaron la leyenda negra para desprestigiarla. Y en esas estamos. Pero no hay nada más digno de santo orgullo que sentirse español e hispanoamericano.

Andrés: De ahí, la catarata de calumnias contra el generalísimo Franco. Francisco Elías de Tejada, extraordinario Tradicionalista español, no muy afecto al régimen político de Franco, dejó escrito que: “el generalísimo Francisco Franco se sentirá en último término más cercano de Menéndez y Pelayo que de Ortega, constituyéndose en paladín de la cultura nacional en cuanto intérprete del espíritu del 18 de julio”. Menéndez Pelayo fue el extraordinario Tribuno de la grandeza de España.

Sara: Ya sabemos que la corrupción de lo mejor es lo peor, lo pésimo. Y los enemigos de la España católica, evangelizadora y civilizadora de 21 naciones, quieren que sea ahora la abanderada de los derechos irracionales de la ideología democrática. Se ha pasado de defender la vida del más débil e inocente al derecho democrático de asesinar niños. La aberración nazi de asesinar a enfermos, discapacitados y ancianos se ha convertido en la tolerancia democrática de asesinar a quién nos estorbe.

Pablo: Lo terrible es que todas esas aberraciones democráticas tienen su origen en la democracia cristiana italiana cuyo espíritu laico y naturalista se fue difundiendo por otros países europeos e hispanoamericanos. Muchos católicos que actúan en política en el mundo entero no son políticos católicos, son políticos paganos.

Judit: La democracia contemporánea, agnóstica y materialista, es diametralmente opuesta a la democracia clásica, entendida como gobierno popular, que santo Tomás de Aquino enseñaba ya en la Edad Media. La democracia no puede basarse en la voluntad de la mayoría –manipulada además- sino en la ley natural y en la ley de Dios.

Santiago: La democracia que sufrimos es una democracia demencial. Muchas de sus leyes han salido del infierno, no de la voluntad popular. La legitimidad de la ley no se puede basar en la opinión de la mayoría de los miembros de la sociedad política si esta no está de acuerdo con la ley de Dios. Las leyes democráticas contrarias a la ley de Dios no obligan en conciencia. Más aún, tenemos el deber moral de combatirlas.

Salomé: Santo Tomás de Aquino enseñaba que la mejor forma de gobierno era la combinación de elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos. Un católico puede preferir el régimen político de monarquía, aristocracia, república o democracia siempre que se respete la ley natural y la ley divina. Pero no puede aceptar que la democracia es el fundamento de la sociedad, del bien y de la verdad.

“existe el riesgo de una alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad”

Magdalena: Hasta que los políticos y el pueblo español no conozca y reconozca que el régimen de Franco tenía como fundamento político la ley de Dios, seguirán promulgándose leyes antihumanas. La ley de Principios del Movimiento Nacional, del 17 de mayo de 1958, empieza así: “Yo, Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino, promulgo como principios del Movimiento Nacional, entendido como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la cruzada los siguientes:

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España es una unidad de destino en lo universal. El servicio a la unidad, grandeza y libertad de la Patria es deber sagrado y tarea colectiva de todos los españoles.

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La Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la ley de Dios según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación.

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España, raíz de una gran familia de pueblos, con los que se siente indisolublemente hermanada, aspira a la instauración de la justicia y la paz entre las naciones”

 

Magdalena Presidenta