jose-y-maria-sobre-un-burro_hacia_belen[1]El Evangelio resume en la siguiente frase lo sucedido después de la visita de la Virgen a su prima:

«María permaneció unos tres meses con su prima Isabel y luego regresó a su casa» (sin duda acompañada de José) (1, 56).

Sucedió después que al llegar a Nazaret José se dio cuenta de que María daba señales de maternidad. Entonces él pudo, tal vez, saber o no este misterio que parte de María; pero por no tener confirmación del cielo, y no saber cómo explicárselo, le pasó por su mente que por no ser él el dueño del fruto del vientre de su esposa, lo mejor sería «repudiarla en secreto» o mejor dicho «abandonarla en secreto», dejando todo en manos de Dios, o como dice San Jerónimo: «José, sabedor de la virtud de María, rodeó de silencio el misterio que ignoraba»; pero mientras él daba vueltas a este pensamiento, el ángel se lo revela diciéndole:

«No temas recibir contigo a María, tu mujer; puesto que lo concebido en ella es del Espíritu Santo» (Mt 1, 20). Este mensaje lo recibió en sueños o sea, durante una visión nocturna, y fue sin duda inmensa su alegría al saber que la concepción de su esposa tenía por autor al Espíritu Santo.

Empadronamiento en Belén

Después de pasar unos meses Juntos María y José en Nazaret, tuvo lugar el anuncio de un empadronamiento por el emperador Augusto en virtud del cual sus súbditos deberían inscribirse no en el lugar de su domicilio o nacimiento, sino en aquél del cual su familia era oriunda. Veamos la narración de San Lucas:

«Por aquellos días salió un decreto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse cada cual a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, hacia Judea, a la  ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse en el censo juntamente con María, su esposa, que se hallaba encinta» (Lc. 2, 1-5).

En virtud de este decreto José y María fueron a empadronarse a la ciudad de David, llamada Belén, por ser José de la casa y familia de David.