La señorita de parvulitos le dice a una alumna: pórtate bien, que Jesús te ve siempre. Sí, responde la niña de 4 años, y “hasta los más ocultos pensamientos”. Sus hermanitos de 1º y 2º de primaria repasan el catecismo en casa.colegio-sevilla-pastoral

Han terminado las clases del mediodía y voy a  hacer la visita al Santísimo. Al llegar a la puerta, hay una niña que no ha cumplido los tres años. ¿Dónde vas?, le pregunto. Contesta:”visita a Jesús”. Nueva pregunta: ¿dónde está Jesús? Abriendo la puerta de la capilla, se pone el dedo en la boca y me dice: chiiis. Entramos en la capilla, extiende el brazo y, con su dedito, señala el Sagrario y vuelve a decirme: chiiis. Cinco minutos estuvo con Jesús.

Impresiona, da gozo, ver como los niños y las niñas reciben a Jesús sacramentado con auténtica devoción y fervor. Jesús está muy contento de ellos.

Han bautizado a Paloma y un niño, de cinco años, exclama asombrado: “¡Le han puesto el nombre de un animal!”

Hoy es el día corto, como llaman los parvulitos al viernes, porque las clases terminan al mediodía. Estoy en el jardín de infancia. Toca la campana y, un infantico de año y seis meses que siempre está sonriendo, me coge un dedo de la mano, salimos al pasillo y me lleva hasta la capilla, para lanzarle besos a Jesús.

He predicado en una ermita. Al acabar la Santa Misa, entra un niño de ocho años en la sacristía y me dice: padre, cuando un niño hace algo malo y quiere que se lo borren del alma en la iglesia ¿cómo se llama? Confesarse, le respondo. Pues yo quiero confesarme.

Sus padres vienen a Misa cada día y cuando se acercan a comulgar, llevan a su bebé de 6 meses en brazos. Comulga el padre o la madre. La bebe se quita de un manotazo el chupete y abre la boca. Yo le hago la señal de la cruz en la frente y se queda contenta.

Esto lo he leído en una revista publicada por los franciscanos de Murcia. Un niño contrajo una enfermedad de muerte, todos morían. Por la misericordia de Dios, no murió. Nació una hermanita y contrajo la misma enfermedad mortal. El niño había creado anticuerpos contra esa enfermedad. Tenía cinco años, cuando sus padres y el médico, le dijeron si quería dar su sangre para que su hermanita siguiera viviendo. Sí, yo quiero que mi hermana viva. Están haciendo la transfusión de sangre en el hospital en dos camas muy cercanas. Pasan unos minutos y el niño dice: Doctor, cuando empiezo a morirme yo.

Manuel Martínez Cano, mCR