Un misionero me ha dicho que quedó gratamente sorprendido al ver en el tablón de anuncios de tres parroquias de Hispanoamérica artículos míos. Algunos, sobre la democracia. A mí también me sorprende.
La primera votación democrática que yo recuerdo fue la condenación a muerte en cruz de nuestro Señor Jesucristo, tal y como lo pedía “el pueblo”. El Sanedrín, los jefes del pueblo y senadores decidieron la pena de muerte de Jesús en sus parlamentos. Pilato se lavó las manos. Hipocresía que siguen practicando los demócratas de ahora. Ni el pueblo, ni el Sanedrín, ni Pilato. Todo lo organizó el diablo. Como sigue organizando la corrupción y perdición de los pueblos y de las almas.
Es verdad que Cristo murió por nuestros pecados, para salvarnos. Fue el demonio quien corrompió a todos. Hoy estamos viendo como los pueblos encanallados por políticos corrompidos siguen inspiraciones diabólicas y crean estructuras de pecado. Dios quiere que todos los hombres se salven y el demonio quiere que todos los hombres se condenen. En régimen de Cristiandad, el pueblo era piadoso. En democracia, es pagano y ateo, salvo en los lugares que se predica y vive el Evangelio de Cristo y la doctrina de la Iglesia.
Dicen los demócratas de todos los partidos, que la democracia nació en defensa de “los derechos del hombre”. La democracia nació en la guillotina francesa que asesinó a millones de personas inocentes. Los demócratas que elevaron al poder a Hitler, son corresponsables de los millones de personas inocentes, asesinadas en las cámaras de gas y en los campos de concentración nazis. Entre ellos, la copatrona de Europa, Santa Teresa Benedicta de la Cruz y San Maximiliano Mª Kolbe. Los demócratas norteamericanos tenían millones de negros esclavizados. En las democracias contemporáneas se asesinan a millones y millones de niños y niñas inocentes en las máquinas de muerte abortistas.
La democracia moderna es como una emanación del infierno que ha penetrado en partidos y parlamentos para imponer su única verdad: “Dios no existe”. Hagamos lo que nos dé la gana y así seremos auténticamente libres: puedes divorciarte, asesinar niños, matar a los enfermos y ancianos, sodomizarte, violar al a vecina de enfrente, etc.
¡Por fin hemos logrado el Estado de bienestar! Ni un solo parado, ni un pobre por las calles… ¡Viva el bienestar! Y los millones de personas que mueren de hambre cada año, que se espabilen, que la democracia da todos los derechos, aunque no cumpla ni un solo deber, para con Dios y la ley natural. Viva la convivencia animal; la participación de los instintos y la bestialidad, que todos somos iguales, hijos de la evolución evolucionada, globalizada y democratizada ¡viva la pepa!
Una sociedad de hombres y mujeres que desprecia la vida sobrenatural están abocados al fracaso total en la tierra y a su condenación eterna en el infierno.
Manuel Martínez Cano, mCR