1.º María y Jesús. -Tratemos de considerar y sondear lo mejor que podamos, la situación que durante aquellos treinta años de la vida privada, tuvo María con relación a su Hijo.Virgen.Navidad

Lo primero, fue eso…, una relación maternal… ¡María era la Madre, y Jesús el Hijo de Dios, era el Hijo de María!… y gustaba tener con Ella las relaciones de un buen hijo con su madre. -María, pues, tuvo que prestarle los mismos servicios que una madre presta a su hijo. -Y el Niño, como los demás niños, tuvo que depender de su Madre de tal suerte, que la vida de los dos era una sola vida…, pues María vivía toda para Jesús, y Jesús vivía de María su Madre… ¡Qué dulcísima es esa compenetración de vida entre Madre e Hijo!

No hay un solo paso en la vida de Jesús, que no tenga repercusión en el corazón de María… Será a veces una alegría…, un anhelo…, otras un sobre-salto…, un cuidado…, una caricia… o un esfuerzo y trabajo para alimentarle, vestirle y educarle igual que pasa con las demás madres…, sólo que de una manera más cariñosa y cuidadosa. -Nadie, ni los hijos de reyes y emperadores, han tenido nunca más exquisitos cuidados como los que tuvo Jesús, recibidos de su Madre amantísima.

2.º El hijo de Dios. -Por otra parte, María Veía en Jesús, no solo a su Hijo, sino también a su Dios… y de ahí que todo su cariño; con ser tan grande, estaba mezclado de sumo respeto y veneración… ¡Qué pensamiento más sublime y magnífico el de suponer que Dios puso en el corazón de la Virgen todo el amor…, todo el cariño…, toda la ternura que todos los hombres juntos debieron tener para can Jesús!… ¡Que Ella sola amó a su Hijo más que toda la humanidad entera!… ¡Que Ella, ya desde entonces, supo reparar con su amor ardiente, todos los olvidos e ingratitudes de todos los hombres, que por ignorancia o malicia no le querían recibir! -María, entonces, encerraba y representaba en su corazón a toda la humanidad…; en nombre de ella, ejercía sus funciones de Madre, pues su Hijo no era para Ella, sino para todos…, a todos nos pertenecía por igual…

3.º Vida íntima. -Por último, en cuanto a este oficio maternal de María, piensa que las circunstancias  de su vida hicieron que ésta fuera todo lo más estrecha e íntima que imaginarse puede. Su pobreza, no les permitía tener personas a su servicio y, por tanto, Ella misma tuvo que cuidar directa y personalmente a su Hijo, hasta en sus más mínimos detalles… Providencia fue de Dios, que no quiso que otras manos sino las inmaculadas de María, tocaran el Cuerpo de Cristo. -Mírala cómo vivía pendiente de su Hijo… Toda para Él. -Cómo se multiplicaba por atenderle; no se ahorraba trabajos ni fatigas por cuidarle. Ella misma le alimentaba…, le vestía…, le lavaba, le llevaba en sus brazos. -Ella lo hacía todo, y no consentía que nadie la relevara, ni aún la ayudara en estos oficios de Madre… y ciertamente, ¿quién lo podría hacer como Ella?.. .

Por esta misma razón de ser la Madre de Dios, tuvo la Santísima Virgen que cooperar y tomar parte en todos los misterios de la vida oculta. Ante todo, nada pasaba desapercibido para Ella…, todo lo observaba atentamente…, todo lo grababa en su corazón, según dice el Evangelio… y, sobre todo, lo meditaba y rumiaba a solas, para sacar el fruto debido a todo lo que veía hacer…, hablar o sufrir a Jesús… ¡Qué meditación tan provechosa!… ¡Cómo profundizaría en la sublimidad de aquellos misterios!… ¡Qué horas de placer más espiritual las que pasaría meditando en la infancia o vida oculta de Jesús!… ¡Qué de cosas no sabría Ella!… ¡De cuántas fue Ella el único testigo! Si no se borran fácilmente del corazón de una madre las cosas de sus hijos, ¿cómo se conservarían todas estas cosas en el corazón de María?…

4.º Nuestro modelo .-Mira a María como el modelo que nos enseña a conocer…, a estudiar…, a meditar en Jesús. Contémplala a Ella, en esta continua meditación. -Jesús la absorbía toda su actividad…, la llevaba toda su vida…, la ocupaba todos los instantes… y ¿cómo no? -Ella tenía ante sus ojos al objeto más querido de su corazón…; al ver el rostro de su Hijo veía a su Dios…, y se gozaba en los encantos de aquel Niño…, con la belleza de aquel joven después, todo lleno de gracia y simpatía… ¡Cómo se extasiaría al verlo dormir plácidamente en su pobre cunita!

Ella pudo hacer con el rostro de Jesús todo lo que quiso…: mirarlo…, besarlo…, examinarlo, hasta sabérselo de memoria.-Y en aquel Niño Pobre y necesitado de todo, veía siempre lo infinito y lo eterno…, la omnipotencia y la majestad…, la sabiduría increada de la divinidad. -Ella vio, paso a paso, el desarrollo y crecimiento de aquella santísima Humanidad… y pudo observar ¡cómo el rostro de Jesús cada vez se parecía más a Ella!… y todos se lo decían así… y al oírlo y al verlo, su corazón se inundaba de un gozo inefable. ¡Oh Madre dichosa, la más feliz de las madres!…

y ¡qué bien sabía corresponder su corazón a estas preciosas observaciones!… ¡Cómo de todo esto sacaba sentimientos de admiración, de gozo, de amor y alabanza a Dios, porque a Ella, su esclava, la había elegido para ser la Madre de su Hijo!-¡Qué oraciones haría entonces por todos los hombres… y también por ti!-Sin cesar, se ofrecía a Jesús por nosotros…, nos ofrecía y presentaba a nosotros ante Jesús, y le pedía para nuestro bien, miles de gracias… y, en fin, ofrecía a Jesús al Padre Eterno por la salvación de la humanidad!

Éstas fueran las ocupaciones de María durante los treinta años de su vida en Nazaret. -Piensa y medita mucho en esta vida tan intima de Madre e Hijo… y pídeles un hueco para vivir con Ellos y participar de ese silencio…, de esa paz y calma y felicidad de Nazaret. -pide a Jesús, que tú también te parezcas, como El, a María, pues que también eres hijo de Ella… y que aprendas como Ella, a estudiarle a Él, para conocerle, amarle y servirle, como María, convirtiendo a Jesús en el único objeto que constantemente llene tu entendimiento… tu imaginación… y, sobre todo, tu corazón.