Terminada la vida privada de Nazaret, da Jesús comienzo a su vida pública… y la primera manifestación milagrosa de ella, fue el prodigio observado en Caná por intercesión casi podemos decir, por mandato de su Madre
1.º La invitación. -No se sabe a punto fijo quiénes fueron aquellos esposos…; parecen ser unos parientes de la Santísima Virgen, con los que sin duda tenia Ella grande y estrecha relación, pues la pareció conveniente aceptar la invitación de asistir a sus bodas. -Nota bien cómo la invitación, en primer lugar, fue hecha a la Santísima Virgen… Jesús lo fue a causa de María…, esto es, fue invitado por ser Hijo de María. Nunca olvides esta circunstancia, de que siempre le gustas a Jesús aparecer acompañado de su Madre. -¡Con qué gusto entra Jesús en el corazón en el que sabe se encuentra ya su Madre! -Ten esto presente, sobre todo al Ir a comulgar…; la mejor preparación es María.
Además, repara en otras circunstancias: cómo Jesús y María nos dicen que la virtud siempre ha de ser amable…, no rara ni extravagante… ¡Qué simpática es esta presencia de María y Jesús en un banquete de bodas!: -No está reñida la vida espiritual con las expansiones buenas…, con las diversiones santas…, con las fiestas de familia…, especialmente cuando se tiene cuidado de que en ellas estén Jesús y María santificándolas con su presencia…
2.° Él banquete. -Se sientan a la mesa… Fíjate en Jesús y en María…: Se llevan los ojos de todos… sin afectación…, sin exageraciones…, sin remilgos, tontos y necios, pero ¡qué urbanidad y educación!… ¡Qué formas más correctas y exquisitas las suyas en medio de una gran sencillez y modestia!…) Qué buena compañía de la virtud, es la urbanidad y la educación!…, cuando no es ridículamente exagerada.
Y entonces llegó a faltar el vino. -Preocupados con lo que comían y bebían, seguramente que nadie cayó en la cuenta de que el vino escaseaba…»…… Fue María la que en seguida lo advirtió… ¡Qué mirada la suya más fina y penetrante!… Nada se la escapaba…, seguramente que los criados disimulaban, para que no se viera la falta, pero para los ojos de María no hay disimulos. -También Jesús lo vio, pero no hizo ni dijo nada…, dejó obrar a su Madre…, quería que fuese cosa suya.
3º Las palabras de María. -Y el corazón de María no lo pudo sufrir… Ella, invitada por aquellos esposos, ¿no iba a hacer nada por ellos si podía remediarlos en aquel apuro? ¡Qué corazón el suyo!… Nadie le dice nada, y es Ella, la que al ver un sufrimiento y un disgusto, se lanza a remediarlo. -Aprende delicadezas, y bondad y misericordia de María…, al mismo tiempo que confía en Ella, pues también contigo obrará del mismo modo.
Y entonces, volviéndose a Jesús, le dice: «No tienen vino»… ¡Qué palabras!… ¡Qué sencillas y cuánto encierran!… No son un mandato, ni siquiera una súplica, sólo encierran la exposición de una necesidad. -Ella no duda de que Jesús lo remediará. -No es necesario que pida y ordene, basta que dé a entender su deseo y Él la comprenderá. Él deseo de la Madre es ley y mandato para el Hijo. -Jesús, sin embargo, parece rechazarla en esta ocasión y la contesta: « ¿Qué nos importa a ti ni a mí, de este asunto?»… Como si dijera: «nosotros no damos el banquete, y por lo mismo no es cosa nuestra, allá se lo entiendan ellos».
Además, esto parece una pequeñez…; que falte el vino cuando todos han bebido hasta saciarse…, a última hora…; ¡si hubiera sido al principio!… y tratándose de una cosa puramente material, sin provecho espiritual de ninguna clase, ¿a qué venía ahora el empeño de hacer milagros?… y como si fuera esto poco, Jesús añade: «aún no ha llegado mi hora»… no es éste el momento propicio…, ni la hora determinada por mi Padre para hacer milagros y manifestarme con prodigios…»
4.° Él Milagro. -Todo esto debió acobardar a María. -Había fracasado en su primer intento. Las dificultades que Jesús ponía eran tales, que lo mejor era callar. -Así parece que hubiéramos juzgado vista la cosa con ojos humanos… Pero María no lo entendió así, y como si Jesús hubiera contestado todo lo contrario, demostrando estar dispuesto a todo lo que Ella quería, se pone a mandar y llamando a los criados, les dice: «Haced cuanto mi Hijo os diga»… y con esto Jesús queda comprometido…; ya no tiene más remedio que hacer algo…, y por voluntad de su Madre, obra su primero y gloriosísimo milagro de la conversión del agua en vino.
5.° Él poder de María. -Muy grande fue el milagro del vino, pero aún es mayor este milagro del poder de María. -Parece que Dios no se propuso otra cosa, en esta ocasión, que el de demostrarnos la fuerza de este poder de María. -Todo lo que Jesús, dice…, todas las dificultades que pone, no sirven más que para enseñarnos clarísimamente esto mismo. -Sobre todo aquello de «no ha llegado mi hora»… y hasta los planes de Dios parecen cambiarse a voluntad de María… ¡Qué cosa más admirable!… ¡Qué será María delante de Dios cuando tanto es su poder!
La hora de la Encarnación se aceleró por las súplicas fervorosas de María…; por Ella se adelantó también la hora del Nacimiento, como premio a aquella expectación y deseo suyo de ver al Redentor ya nacido…; ahora también se adelanta la hora de su manifestación pública. -Si encarna, es en María…; si nace, es del seno de María…; si vive treinta años oculto, está escondido con María…; si empieza su vida pública y obra su primer milagro, es cuando quiere María… ¿Qué es esto que nada se hace por el Hijo de Dios sin María?…¿No te espanta y admira esta disposición de Dios de asociar a María a todas Sus obras?
Pues si así es, tu misma salvación y santificación de Ella dependen…, de Ella han de venir…, a Ella se la debes confiar. Y ¡con cuánta seguridad debes confiárselo todo a Ella! -Mira la seguridad con que Ella confía en su Hijo… Era el primer milagro…, aún nunca le había visto hacer prodigios y, no obstante, ¡qué fe!…, ¡qué confianza la suya!…, ¡con qué seguridad manda y llama a los criados!
Lánzate sin miedo en brazos de Madre tan poderosa…, exponla tus miserias…, tus necesidades…, que la que no sufrió la falta de vino…, menos sufrirá la falta de virtudes en tu corazón, si a Ella acudes y a Ella la pides el remedio.
Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgicas
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965