Una vez pasada la escena de las bodas de Caná, la Santísima Virgen se oculta en el Evangelio y ya no aparece hasta el trágico desenlace de la vida de Cristo en su Pasión y muerte de Cruz… No obstante, pensemos lo que los evangelistas y nuestro corazón nos dice que haría la Virgen durante los tres años que duró la predicación de Jesús.
1º Unión en espíritu con su Hijo. -No se puede dudar que ante todo la vida de María fue o continuó siendo de unión perfectísima con su Jesús.
Represéntate el momento de la separación… ¡Qué triste y qué resignada, María hace con Jesús la última comida… Le prepara los vestidos…, las sandalias para el camino…, le acompaña un trecho largo…, pero ya Jesús no quiere que la siga más…; se abrazan los dos, y se separan…! ¡Qué dolor y qué amargura para María!… ¡Qué soledad la de Nazaret…; la casa…, el taller…, la recordaban tantas cosas, y ahora ¡todo vacío!…, ¡todo en silencio!…, ¡todo entristecido! – -Sin embargo, María no se separa definitivamente de Jesús…; sin Él no sabe vivir…; le deja de ver y acompañar corporalmente, pero no espiritualmente. -En espíritu, María estará día y noche donde está Él, sin acertar a pensar otra cosa más que en lo que Él hace…, lo que a Él le ocurre…, lo que Él se cansa…, sufre…, y trabaja… ¡Qué fuerza más grande la del amor!… Hace que no se separen las almas ni aun con la misma muerte… ¿Es así tu amor a Jesús?… ¿Imitas a María en esta compenetración con Él?…
2º Cooperación a su obra apostólica. -Desde su retiro de Nazaret, María cooperó Y muy activamente, al apostolado de Jesús. -Mientras Él predicaba y trabajaba y caminaba…, María oraba…, y suplicaba… y sufría…, y con su oración y mortificación continua, ¡cuántas conversiones no conseguiría de las almas que escuchaban a su Hijo!… Si convirtió el agua en Vino por su intercesión ¿no serían también por su intercesión, muchos de sus milagros…, muchas de sus conversiones?
Es cierto que Jesús no necesitaba de las oraciones de su Madre para hacer fructificar su predicación…, pero quiso asociar a la Santísima Virgen y valerse de sus oraciones, para enseñarnos cómo la vida activa debe de ir acompañada de la contemplativa…, que muchos de los frutos que consiguen los predicadores de la verdad, no dependen tanto de sus palabras como de las oraciones quizá de almas ocultas, que sólo Dios sabe y conoce… ¡Qué hermoso apostolado! – Entusiásmate con él; no podrás predicar ni hacer maravillas…, ni obrar milagros, pero puedes, como María, mortificarte en el silencio… orar…, suplicarle…, sufrir por las almas… y algún día conocerás el fruto de ese magnífico apostolado. -Mira tu modelo en la Santísima Virgen. – Verdaderamente que bajo este aspecto bien puede ser llamada «Reina de los Apóstoles».
3º Consuelos y sinsabores. – Toda esta parte de la vida de María está llena de consuelos y de muy dolorosos sinsabores… Al fin, esa es la vida del hombre, un conjunto de penas y alegrías, de lágrimas y sonrisas…, más de aquéllas que de éstas…; así fue en María. – Qué consuelos los suyos cuando oyera los prodigios que obraba Jesús…, cuando viera Ella misma a las muchedumbres seguirle…, escucharle…, aclamarle…; al conocer a los apóstoles y discípulos que le acompañaban… al tener noticias de sus triunfos sobre las almas pecadoras convirtiéndolas… de los escribas y fariseos confundiéndolos, etc.
En fin, qué consuelo cuando Ella misma le pudo escuchar algún sermón portentoso… y cuando cansado de su trabajo se retirara de cuando en cuando a su casita de Nazaret a descansar… Ella le limpiaría el sudor de su rostro…, le serviría la comida por sus mismas manos preparada tendría a solas sus ratitos de conversación santa espiritual., amorosa. – ¡Qué feliz se sentiría María con aquel Hijo!…
Mas ¡ay!, ¿cuáles serían sus sinsabores y sobresaltos cuando supiera la envidia, la rabia de sus enemigos…, la perfidia en sus preguntas…, cómo le vigilaban y acechaban sin cesar…, cuando le arrojaron de la Sinagoga…, cuando le quisieron despeñar de lo alto de un precipicio…, cuando cogieron piedras para apedrearle?… ¿Cómo sufriría al conocer la dureza de aquellos corazones…, la malicia que encerraban…, la misma torpeza de los Apóstoles y discípulos que no acababan de conocerlo?…
4.° La voluntad de Dios. -Finalmente, fue una vida de cumplimiento exacto de esta voluntad. Sin esto, no hay santidad. -Recuerda las dos veces que Jesús habla de su Madre en la vida pública… Una, cuando le dicen que su Madre le llama, y responde: « ¿Quién es mi madre? Quien hace la voluntad de mi Padre, es mi madre…, mis hermanos y mis parientes.» Otra, cuando aquella mujer dice: «Bienaventurado el seno que te llevó»…, y Él responde: Más lo es quien oye la palabra de Dios y la sigue». Aprende esta lección. -Esto es lo único grande para Dios su misma Madre no lo sería, si no fuera por esto No bastaba que Ella le hubiera llevado en su seno…, ni le hubiera dado el ser que tenia…; era necesario que se distinguiera «en el cumplimiento exacto de la voluntad de Dios», por eso es grande…, dichosa…, bienaventurada.
Eso significan esas palabras…, eso te enseñan a ti. -No podrás imitar a María en ser la Madre de Dios…, pero podrás y deberás imitarla en seguir fielmente la divina voluntad. -Pídela esta gracia: luz para conocer siempre la voluntad de Dios y no la tuya, y fuerza para seguirla sin vacilar…
Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965