padre canoEl Padre Santo Francisco nos ha avisado varías veces de las maquinaciones del demonio para perder a las almas; al mismo tiempo nos dice que quien ama a Dios no debe temer a nada. Vivir para Dios, amar a Dios con toda el alma y con todo el corazón. Hablar íntimamente con Dios, es la oración por la que las almas crecen en conocimiento y amor de Dios.

Cada santo tiene su manera de dialogar con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. En sus Ejercicios Espirituales, san Ignacio de Loyola enseña al ejercitante, desde la primera semana, a tener coloquios íntimos con la Virgen María, con Cristo y con el Padre. En esa intimidad, el ejercitante pide a Dios tres gracias: que sienta el desorden de sus operaciones para aborrecerlas, me enmiende y me ordene, y la tercera conocimiento del mundo para que aborreciéndolo aparte de mí las cosas mundanas y vanas.

Quiere san Ignacio que sintamos interno conocimiento de nuestros pecados y aborrecimiento de ellos porque ese conocimiento es necesario para vivir una vida espiritual sólida. San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, no dice: “¿Pecaste y no temes? No has conocido a Dios. ¿Ofendiste a Dios y no temes? No has conocido Dios. ¿Ofendiste a Dios y no tienes el corazón partido de dolor? No has conocido a Dios.”

El Papa Francisco no se cansa de hablar del pecado. Sin embargo, no se oye predicar mucho esta verdad revelada por Dios. Una buena confesión pude ser el inicio de de nuestra santidad. La superficialidad y mundanidad que lo invade todo está matando la vida sobrenatural porque esta matando el sentido de Dios y del pecado. Pio XII decía: “El pecado de este siglo es la pérdida del sentido del pecado.” Y San Juan Pablo II: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y hasta la muerte de la conciencia, y esta muerte es algo más profundo que el pecado: es la eliminación del sentido del pecado.”

Para ser santo es necesario pedir a Dios conocer el desorden de nuestras operaciones para que, aborreciéndolas, nos enmendemos y ordenemos nuestras vidas según la voluntad de Dios. Desordenado es todo lo que hacemos que no va dirigido a Dios directa o indirectamente. Es desordenado todo aquello que no agrada a nuestra bendita Madre, María Santísima. San Ignacio nos advierte, desde el principio, que los Ejercicios Espirituales son para vencerse a sí mismo y ordenar la vida sin determinarse por acción que desordenada sea. Obremos siempre con pureza de intención.

Debemos apartarnos de las cosas vanas y mundanas. El Papa ha dicho que el diablo quiere que la Iglesia “sea mundana, muy mundana.” Y la Iglesia somos todos los bautizados. Abandonar la mundanidad del lujo, la ostentación, las modas, las diversiones frívolas, el figurar, etc. Los cristianos amamos el mundo en cuanto es obra de Dios, pero lo despreciamos en cuanto está dominado por Satanás, príncipe de este mundo. Los hombres y mujeres democráticos, defensores del aborto provocado, desprecian la ley de Dios. San Juan de la Cruz nos recuerda a todos: “Algunos llegan a ser tan soberbios que son perores que el demonio”. Pidamos a la Reina de los ángeles que jamás cometamos un pecado.

San Ignacio dice que hagamos el examen de conciencia sobre las afecciones desordenadas durante un tiempo, y pidamos al Espíritu Santo que nos de la fortaleza para combatirlas. La Virgen María siempre está junto a sus hijos.

Manuel Martínez Cano, mCR.