P. Manuel Martínez Cano m.C.R.
Arrianismo, Nestorianismo, Protestantismo son herejías católicas; condenadas por el Magisterio infalible de la Iglesia. El Modernismo fue condenado por San Pío X, como conjunto de todas las herejías. Tristemente, de la Iglesia Santa, Católica, Apostólica y Romana sigue saliendo “humo de Satanás”, que se está convirtiendo en tinieblas infernales.
Hoy se justifican muchos errores y aberraciones en nombre del “amor”. Todo es amor. Nosotros sabemos que Dios es amor. Infinito y eterno. No se puede llamar amor a lo que es pecado. Es una aberración diabólica. Quien ama a Dios cumple sus mandamientos. Quien no los cumple no lo ama, peca.
Las relaciones sexuales prematrimoniales son pecados; amorismo, corrupción del amor. Las relaciones homosexuales son pecados; es amorismo. Las relaciones sexuales de sacerdotes, religiosos, religiosas son pecados; amorismo sacrílego. Las relaciones sexuales de divorciados son pecados; amorismo. Los abusos sexuales con niños y niñas son pecados; amorismo. Hay un largo etcétera.
Las apariciones de la Virgen en Fátima y de la Divina Misericordia en Polonia, afirman que son muchos los que se condena por el pecado de lujuria. El amorismo es pecado mortal de lujuria. Quién muere en pecado mortal sufrirá eternamente en el infierno. El diablo engaña con un breve placer. El amor a Dios y al prójimo ensancha el corazón y nos lleva al Cielo.
San Pablo nos advierte. «No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas… poseerán el reino de los cielos» (1 Cor. 6, 9-10).
«¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y, que por tanto, no os pertenecéis? Habéis sido comprados a gran precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1 Cor. 6, 15-20).
San Alfonso María de Ligorio, patrón de los moralistas, advierte: «Ahora vamos a tratar con disgusto de aquella materia cuyo solo nombre infecciona la mente de los hombres. (Lujuria). ¡Ojalá más breve y más oscuramente pudiera explicarme! Pero, como ésta es la más frecuente y más abundante materia de las confesiones y por la que mayor número de almas caen en el infierno -más aún: no vacilo en afirmar que por este solo vicio o, al menos, no sin él, se condenan todos los que se condenan- de ahí que sea necesario, para instrucción de los que desean aprender la ciencia moral, explicarme con claridad (aunque de la manera más casta posible) y discutir algunas cosas particulares».
¡No nos engañemos!