
El Rosario es el evangelio abreviado. Esta frase, no es de un devoto del Rosario, sino del magisterio pontificio. Beato Pablo VI, por su parte, se coloca en línea de continuidad con los últimos Papas, sobre todo desde León XIII, el papa del Rosario.
San Juan XXIII, escribiendo a los Padres Conciliares después de la primera sesión del concilio, les decía que con la misa, breviario y Rosario, había suficiente garantía para impetrar las gracias para el concilio. Que lo “recibido” y “acostumbrado” en la Iglesia no necesitaba, de momento, ser inmutado. Igualmente no duda en afirmar: “El Rosario tiene su puesto después de la Santa Misa y del breviario para los eclesiásticos; y después de la participación de los Sacramentos para los seglares. El Rosario es forma devota de unión con Dios y siempre de alta elevación espiritual”.
La Iglesia no prescinde del Rosario. Beato Pablo VI, en su encíclica sobre el Rosario y la paz, Christi Matri Rosarii, reconoce su eficacia en la historia de la Iglesia, esto es, en la historia de la salvación del Cuerpo místico. Y le reconoce no sólo un valor contra el mal, sino para promover el bien de la fe, citando unas palabras de Pío XI. Pero hace más, y es interpretar en sentido rosariano un texto del concilio, que habla de las devociones a la Virgen. Ciertamente que su interpretación, aparte la autoridad de su persona, no puede ser mejor fundamentada. El criterio para que un ejercicio mariano tenga curso en la Iglesia es la aprobación de los papas. El Rosario ha sido el que más aprobación ha tenido. El Rosario cuenta con una doctrina y pastoral pontificia que no puede ser desatendida. No sólo doctrina, sino pastoral. Desde León XIII a San Juan XXIII, que nos legó no sólo un método, sino una reflexiones personales sobre cada misterio.
San Juan XXIII decía que el Rosario bien rezado pide de nosotros una actitud de contemplación y reflexión sobre el misterio, y luego una respuesta, es decir, una intención, un deseo bueno, de alabanza, de petición, de acción de gracias. Así el Rosario es la respuesta del hombre a la palabra de Dios, en sentido bíblico. Ya que palabra, también significa hechos, particularmente aquéllos que tienen mayor fuerza, los momentos fuertes en que Dios obra la salvación, como son los considerados en el Rosario.
Lourdes y Fátima lo recuerdan. El pecado y la guerra, la conversión y la paz: “Rezad el Santo Rosario”.