jesus¿Qué es la Santa Misa?

Es el Sacrificio incruento del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, que ofrece a Dios el Sacerdote bajo las especies de Pan y Vino.

¿Por qué decimos que es un sacrificio?

Porque Cristo se da a sí mismo en precio del rescate por todos (1 Tm. 2, 6). Y el efecto del Sacrificio de su muerte fue nuestra redención (Ef. 1, 7; 1 Ped. 1, 18), siendo propiciación por nuestros pecados y los de todo el mundo (1 Jn 2, 2).

Cristo como HOMBRE pudo sufrir, y como DIOS, dar a sus sufrimientos un valor infinito capaz de pagar con exceso toda deuda, o sea, todas nuestras maldades y ofensas y las del género humano.

Los Sacrificios de la antigua ley tenían su valor y agradaban a Dios, en cuanto era Figura del gran sacrificio de Cristo en la Cruz; pero en sí eran imperfectos, Dios los deshechó (como lo anunció por el profeta Mal. 1, 1), y a estos los vino a sustituir el Sacrificio del Calvario, reproducido ahora en la Santa Misa, es decir, al morir Cristo Sacrificado en la Cruz, cesaron todos los demás sacrificios, como falto de valor, ya que Jesucristo se ofreció como Víctima por el Pecado, por lo que San Pablo dice «Es imposible que la sangre de toro y de los machos cabríos borren los pecados» y el mismo apóstol añade, poniendo en labios de Jesús estas palabras: «Tú no has querido sacrificios ni ofrendas materiales; pero me has dado a Mí un Cuerpo -para que lo ofrezca en Sacrificio- y por eso dije: He aquí que vengo según está escrito de Mí, para hacer oh Dios Tu voluntad» (Heb. 10, 4-7).

Jesucristo, pues, fue el que se ofreció Víctima por nosotros, y por tanto sin su sacrificio, hubiéramos permanecido en el pecado, o sea, privados de su gracia.

El sacrificio del Calvario

Dice el Evangelio que, desde el tribunal de Pilatos, los Judíos tomaron a Jesús que llevando su Cruz salió al sitio llamado calvario.

Llegados al calvario, crucifican a Jesús el único Sacerdote del Cristianismo, suspendido entre el cielo y la tierra, ofrece a Dios un sacrificio que tiene como fin borrar o expiar nuestros pecados y dar una satisfacción infinita por ellos. El Calvario fue el altar y Jesús el Sacerdote y la Víctima del Sacrificio. Jesús en la cruz tiene los brazos abiertos para abrazar a amigos y enemigos, invitando especialmente a los pecadores al arrepentimiento.

Tiene delante a sus verdugos, a los que le blasfeman e injurian. Jesús se venga con la oración y el perdón diciendo: «Padre, perdónalos que no saben lo que hacen». Luego estando junto a la cruz su MADRE y San Juan, el discípulo amado, se dirigió a este y le dijo: «AHI TIENES A TU MADRE». Este fue el último Don que Jesucristo nos dio a todos en la persona de San Juan.

Finalmente clamó «Padre en tus manos encomiendo mi espíritu» y expiró. El Sumo Sacerdote de la nueva Ley acaba de ofrecer en sacrificio su propia persona no con palabras de odio, sino rogando por los culpables y bendiciendo a los fieles.

¿Por qué decimos que el sacrificio de la Santa Misa es el mismo del Calvario?

Lo decimos por varias razones:

Primera. Porque el profeta Malaquías, cinco siglos antes anunció el Sacrificio de la Misa siendo, este el que debía de sustituir a todos los antiguos sacrificios. «No me son gratas vuestras ofrendas, porque desde donde nace el sol hasta el ocaso, es grande mi Nombre entre las gentes, y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio, una oblación pura; porque grande es mi Nombre entre las Naciones» (Mal. 1, 11). Según esta profecía vendría un día en que en todo lugar se ofrecería al Señor, una Hostia Pura, un Sacrificio renovado en toda la redondez de la tierra. Más de trescientas mil Misas se celebran todos los días en la tierra, y no hay instante del día y la noche en que no se ofrezca este Sacrificio. Así cuando acaba en Europa empieza en América.

Segunda. En el Calvario Jesucristo (Sacerdote y Víctima) se ofreció por sí mismo y en la Misa se ofrece por el ministerio de los Sacerdotes, así en el Calvario solo hubo un sólo Sacerdote mientras que en la Misa hay dos, uno invisible y principal, Jesucristo, y otro visible, secundario e instrumental: El Sacerdote Celebrante.

Tercera. En la Cruz Jesucristo padeció y murió y en ella se Sacrificó ofreciéndose de forma cruenta. En la Misa se reproduce su muerte de forma incruenta, esto es, sin derramamiento de sangre, sin padecer ni morir.

 

Cuarta. En la Cruz Jesucristo mereció por nosotros todas las gracias; en la Misa aplica, distribuye el tesoro de las gracias.

Quinta. En la última Cena se ofreció una Víctima que iba a ser inmolada; en la Cruz la Víctima quedó inmolada en aquel mismo acto; en la Misa se ofrece una Víctima que ya fue inmolada.

Fines y efectos o frutos de la Misa

Los deberes que tiene todo hombre para con Dios son: La adoración; la acción de gracias, la expiación o reparación de las ofensas… y la petición de sus beneficios…; más para poder cumplir los deberes de una manera perfecta e infinita, cual Dios se lo merece, solo por medio de Jesucristo lo podemos hacer. Y esto lo realiza Él en la Misa, el Sacrificio por lo tanto de la Misa:

1). Es Latréutico o sea de Adoración. Al ser supremo, porque en el momento de la Consagración aparece Cristo Inmolado como Víctima bajo las especies de Pan y Vino y por esta Inmolación Sacramental ofrece a Dios Padre un Sacrificio de Valor infinito. En la Misa adoramos a Dios Padre por medio de Jesucristo hijo de Dios.

2). Eucarístico o de acción de gracias. Para poder expresar nuestro agradecimiento por tantos favores…

3). Impetratorio. Para pedirle nuevas gracias y favores. En la Misa de Cristo ora con nosotros en calidad de Sumo Sacerdote y Mediador que se inmola místicamente por nosotros y está realmente allí «siempre vivo para interceder por nosotros» (Heb. 7. 25).

4). Propiciatorio. Para aplacar a Dios, implorando perdón por las culpas.

Por eso en el Concilio Dogmático de Trento en la Sesión XIII cap. 9 canon. 3, se dice: «si alguien dijere que el Santo Sacrificio de la Misa, es solamente sacrificio de alabanzas y de acción de gracias (Eucarístico) o mera conmemoración del sacrificio, consumado en la Cruz pero no propiciatorio, o que sólo aprovecha al que recibe y que no se debe ofrecer por los vivos y por los difuntos, ni por los pecados, penas, satisfacciones ni otras necesidades sea anatema» (excomulgado).