Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965
1º Somos malos. -Hoy detente a meditar muy provechosamente las cualidades de la oración para que ésta sea verdadera y práctica. -Recuerda aquello de San Agustín, de que nuestra oración suele ser inútil por una de estas tres razones o porque somos malos o porque pedimos mal… o porque pedimos cosas malas. -Y efectivamente, somos malos…, somos pecadores…. somos ingratos a Dios. ¿Qué derecho tenemos de pedirle nada y por qué razón nos ha de conceder Ello que le pedimos? -Sin embargo, los pecadores pueden y deben acudir a la oración…; ella será precisamente su salvación… Pero atiende bien, el pecador humilde el que se arrepiente y desea salir de su pecado…, no el que se gloria en él Y está contento de sus pecados, sin ánimo de dejar de pecar…, ¿con qué cara se atreverá éste a acercarse al trono de Dios y pedirle mercedes?…, No será, esto una burla…, un abuso incalificable…, un Insulto verdadero?
Mira, pues, si hay algo de esto en ti…, si Dios te pide que dejes algo…, que te apartes de algún peligro u ocasión… que rompas algún lazo, que te ata… que trabajes más por dominar tus pasiones…, por disminuir tus caídas…, por aumentar tu fervor, etc. -Pues sólo haciéndolo así, Podrás orar con fruto…: de lo contrario, no te quejes de que Dios no te escuche, ya que eres tú quien primeramente no hace caso de lo que te dice Dios.
Además, aún supuesto esto, que no queramos eficazmente ser malos y trabajemos seriamente por dejar de serlo…, aun así, no tenemos méritos propios…, ni títulos suficientes para merecer ser oídos en nuestra oración. -Por eso, Cristo nos dio la solución al mandarnos pedir todo en «su nombre»… esto es, apoyándonos en Él…, en sus méritos infinitos…, en su excelencia y dignidad divinas…: Así la oración será, infalible, porque ¿qué podrá negar el Padre a lo que se pida en nombre de su Hijo? -Fíjate bien en la práctica constante de la Iglesia…; jamás termina una oración que no sea invocando este nombre y estos méritos de Jesucristo… «por Jesucristo nuestro Señor tu Hijo que contigo vive y reina», etc., es decir, que la Iglesia nos enseña con eso claramente que la oración hecha en nombre propio, sin ser confirmada con el nombre santo de Jesucristo, es cosa inútil por completo. -Nosotros somos malos, luego no merecemos que Dios nos oiga…. pero revestidos de Cristo. ¡ah!, entonces, ¡qué no conseguiremos! Contempla a la Santísima Virgen orando…; su oración modelo, también nos enseña esto… Ella no era mala…, no podía serlo…, no entraba en este punto de nuestros defectos… Dios se gozaba en Ella… se complacía sin cesar en Ella… ¿Qué extraño, pues, que su oración consiguiera lo que consiguió?
Además, si todo lo hacía con Jesús y por Jesús, su queridísimo Hijo…, ¿cómo sería su oración sino hecha y dirigida al Señor por su medio? -Haz tú lo mismo, dirígete a la Madre para negar por Ella al Hijo, y por el Hijo al trono del Padre.
2º Oramos mal. -Esto es, oramos de mala manera….con malas disposiciones…, de cualquier modo. -Mira al modelo de los modelos, Cristo Jesús, en su oración. ¡Qué fervor el suyo!… ¡Qué bien enseña prácticamente las cualidades indispensables de la oración! -Éstas son las siguientes:
- a) Atención y recogimiento, retirándose a los lugares más apartados de todo bullicio…, no ya sólo a su casita de Nazaret, sino dejando ésta misma se va a los montes…, al desierto…, en la soledad de la noche. -No se duerme…, no se distrae…, no pierde el tiempo…; reprende a sus Apóstoles porque duermen y no oran… Piensa mucho en esto y oye que Jesús quizá a ti también te reprende.
- b) Humildad. Nos la enseña su postura…, de rodillas…, de pie con los brazos extendidos…, postrado en tierra…, así cosido con el suelo… ¡Qué humildad profunda!…, y a la vez, ¡qué espíritu de mortificación tan grande!…
- c) Confianza. Mira cómo empieza siempre su oración con el nombre dulcísimo de «Padre&… Así lo hace en el Huerto…, así en la Cruz…, así siempre… ¡Es Él su Hijo!…, pues ¿cómo ha de dudar de que su Padre le ha de escuchar?… Todo lo dice esa palabra llena de confianza: ¡Padre!
- d) Perseverancia. -Toda su vida perseveró en su oración… Pero recuerda cómo esta cualidad tan difícil, resalta admirablemente en el Huerto…; una…, dos ¡tres horas!…, sin prisa…, sin nerviosismos Se encuentra agotado, física y moralmente y, no obstante, ¡tres horas largas se está, orando!… Está en la agonía… y por lo mismo, dice el Evangelio, que oraba más prolijamente…, esto es, alargaba más y más esta oración… ¡Qué lección tan fuerte!…
Reconoce ahora estas cualidades de la oración así enseñadas por Cristo y aplícalas a -la oración de la Santísima Virgen y a la tuya… -La Virgen no desperdició esta lección… ¡Qué admirablemente copió en Sí misma, la conducta de su Hijo!… ¡Cómo sería su atención externa e interna…, su fervor y entusiasmo en la oración!… Contémplala en el rincón más recogido de su casita muerta por completo a todo lo que la rodea sin atender más que a Dios, con quien habla y conversa largamente y se comunica de modo inefable… Mírala, pegando la frente con la tierra, como si fuera una vil esclava que no se atreve a mirar a su Señor… Escucha sus palabras y en ellas verás la confianza e intimidad con que habla con Dios… Recuerda esta confianza especialmente en las bodas de Caná… a tanto llega…, ¡a mandar y ordenar al mismo Dios!… En fin, detente ante aquella perseverancia que Ella tiene siempre y que inculca a los Apóstoles… Allí la tienes días y días en el Cenáculo enseñándoles, sobre todo, la perseverancia en la oración, como dice el sagrado texto…
Ahora examina ante estos ejemplos tu oración… ¿Cómo es tu recogimiento?… ¿Cómo te preparas para prevenir y vencer las tentaciones y distracciones que te han de venir en ella?… ¿Con qué energías las rechazas?… ¿Trabajas de veras en la oración?… ¿Y cómo son tus posturas?… Y ¿cuál es la humildad de corazón que llevas a la oración?… ¿Qué haces ante las tentaciones de desaliento de desconfianza…, de desilusión…, de creer que te engañas…, que no consigues nada…, que es mejor dejarlo todo?, etc. ¿Confías, entonces, en Dios y perseveras en tu oración…, no omitiendo nada…, no acortando nada…, sino más bien alargando un poco más la oración, para mejor vencer y triunfar de todo?
3º Pedimos cosas malas. -La Santísima Virgen no pedía más que el cumplimiento de la voluntad de Dios… Su oración se reducía a repetir el «hágase en mí según tu palabra»…, y como la voluntad de Dios era salvar al mundo…, a eso dirigía todas sus peticiones, a pedir porque se adelantara el momento de la redención…, a suspirar por el Mesías…, en fin, a hacer violencia a Dios para que estableciese su reino entre los hombres.
Esta es la petición que Jesucristo nos enseñó…; «Pedid el reino de Dios y su justicia»…; las cosas de Dios…, las del alma…, las de la salvación…, las de la eternidad…, esto es, lo que se debe de pedir…; lo demás se nos dará por añadidura.
Pero ¡ah!, sólo pedimos con fervor…, con interés…, con insistencia, cuando algún mal grave, físico o moral pero humano y terreno, nos amenaza…; entonces, todo nos parece poco… Si tuviéramos este interés por las cosas del alma, ya seriamos muy santos. -Pues bien, todo lo que no sea pedir esto, es como no pedir nada… Así dice Jesucristo a los Apóstoles: «hasta ahora nada habéis pedido»…; y sin embargo, para entonces ya los hijos de Zebedeo le habían pedido los primeros puestos, el de la derecha y el de la izquierda en su reino… Los demás; le habían hecho peticiones semejantes… y contesta: ¡Todo eso, no es nada!.. Porque ellos entendían el reino de Cristo como algo terreno y, por lo mismo, terrena y material era su petición.
No nos prohíbe el Señor pedir cosas de la tierra, pero en lugar secundario…, por añadidura… y subordinándolo todo a la gloria de Dios…, a su reino, que es, lo que ante todo, hemos de pedir… ¿Lo haces así?… ¿Imitas en esto a tu Madre querida?… ¿Te interesa el bien de tu alma y el de la del prójimo, de suerte que pidas mucho al Señor por ellas?… O, por el contrario, ¿te contentas solo con las añadiduras y descuidas lo principal?… Mira bien si ésta será la razón o la causa del poco fruto de tu oración…