iglesiaPapa Francisco

La celebración de la misericordia tiene lugar de modo especial en el Sacramento de la Reconciliación. Es el momento en el que sentimos el abrazo del Padre que sale a nuestro encuentro para restituirnos de nuevo la gracia de ser sus hijos. Somos pecadores y cargamos con el peso de la contradicción entre lo que queremos hacer y lo que, en cambio, hacemos (cf. Rm 7, 14-21); la gracia, sin embargo, nos precede siempre y adopta el rostro de la misericordia que se realiza eficazmente con la reconciliación y el perdón. Dios hace que comprendamos su inmenso amor justamente ante nuestra condición de pecadores. La gracia es más fuerte y supera cualquier posible resistencia, porque el amor todo lo puede. (cf. 1 Co 13, 7)

Cardenal Caffarra

¿EI Ministro de la Eucaristía (generalmente el sacerdote) puede dar la Eucaristía a una persona que vive more uxorio con una mujer o un hombre que no es su esposa o su marido y no tiene intención de vivir en continencia? Las respuestas son dos: o sí o no. Quien tenga en cuenta Familiaris Consortio, Sacramentum Caritatis, el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la iglesia Católica, a la pregunta planteada responderá que No. Un No válido hasta que los fieles en cuestión se propongan abandonar el estado de la convivencia more uxorio.

Arzobispo Jean Abdou Arbach

La persecución no es solo contra los cristianos, es contra cualquiera que no acepte las condiciones de Daesh. La persecución de los cristianos se ha dado desde el principio de la Iglesia. En estos momentos hay persecución no solo en Oriente. ¿Acaso no asesinaron a un sacerdote en Francia? ¿No ha habido profanaciones en iglesias europeas? ¿No hay persecución en América Latina contra sacerdotes implicados en la defensa de los pobres? Hay persecución en todas partes. Las Iglesias necesitan estar muy unidas para defender a Dios. Hemos de encomendarnos a la Virgen y agradecer el don de nuestra preciosa fe. Cuando se tiene fe, no se tiene miedo. Y si tienes fe, te has salvado.

Arzobispo Jesús Sanz Montes

Así fue en Nembra. Un párroco bueno y entregado a su pueblo. Dos mineros padres de familia. Un estudiante de magisterio. Sencillamente habían encontrado a Dios en sus vidas, escucharon el susurro de su llamada y dijeron un sí grande a lo que en la Iglesia el Señor les proponía. Este es el tono de nuestra memoria hecha recuerdo y hecha oración, conmovidos por tan supremo testimonio de quienes creyeron con fe hasta el extremo, que se torna en testimonio no sólo de fe, sino también de amor al morir perdonando a quienes les arrancaban absurdamente la vida.

Arzobispo Braulio Rodríguez Plaza

Me gustaría que los hijos de la Iglesia no caigan en estos desalientos y sigan buscando soluciones, sin desesperanza, sino participando en la vida pública, que es mucho más que la vida y peripecias de los políticos. Sigo pensando que tiene que crecer la sociedad civil exigiendo que se busquen soluciones razonables a los problemas, y decrecer la vida política partidista, que, en el fondo, no busca el bien común.

Arzobispo Carlo Liberati

En diez años vamos a ser todos musulmanes por culpa de nuestra estupidez. Italia y Europa viven en el ateísmo, hacen leyes en contra de Dios y promueven tradiciones propias del paganismo. Toda esta decadencia moral y religiosa favorece al islam”. “Tenemos una débil fe cristiana. La Iglesia no está trabajando bien y los seminarios están vacíos. Las parroquias son lo único que se mantiene de pie. Necesitamos una verdadera vida cristiana. Todo esto le pavimenta el camino al Islam. Adicionalmente, ellos tienen hijos y nosotros no. Estamos en total declive.

Obispo José Ignacio Munilla Aguirre

Solo cuando sabemos quiénes somos, solamente cuando conocemos que venimos del Amor y que al Amor volvemos, es cuando podemos alcanzar nuestra realización personal, dando lo mejor de nosotros mismos con desinterés y alegría. En definitiva, el cristianismo no solo nos revela la vocación trascendente del hombre, sino que, al mismo tiempo, “humaniza” la vida presente. ¡Cuanto más divinos, más humanos; y cuanto más humanos, más divinos! Al contemplar el portal de Belén, bien podemos exclamar: “He aquí a Dios; he aquí al hombre”.