padre-alegreEn la ciudad de Barcelona vio la luz una réplica de la Piccola Casa turinesa en el año 1932. Fue iniciativa del padre jesuita Jacinto Alegre i Pujals. Nacido en Terrassa en 1874 en una piadosa familia dedicada a la industria textil, pronto manifestó una naturaleza bondadosa y la tendencia a interesarse por los más desfavorecidos. A lo largo de sus años de juventud, de estudiante y posteriormente como sacerdote de la Compañía de Jesús, su preocupación por los más pobres y desdichados no hizo más que crecer. La tarea de atender a los enfermos y moribundos más miserables que con tanto amor realizaba en los hospitales de Barcelona, acrecentó sus deseos de actuar en su favor. Continuamente presenciaba con dolor cómo las condiciones de vida pésimas causaban muertes prematuras evitables. Se percataba con escándalo del abismo inaceptable que convivía en la misma ciudad entre los fastos de los ricos y la morbilidad miserable de los pobres. No perdía ocasión de exhortar a las familias de clase alta de la ciudad para que ejercieran obras de caridad para con sus pobres, insistiendo en la enorme responsabilidad que sobre ellos recaía y en las consecuencias lamentables que de bien seguro tendrían que afrontar si dejaban de atender a los más pequeños, representantes dolientes de Jesucristo. Con el corazón inflamado de amor por estos pequeños, deseaba ardientemente actuar en su favor. Tras conocer la obra del Cottolengo de Turín, se identificó plenamente con ella y con su fundador y se propuso crear una réplica de la misma en Barcelona. Supo tejer una red de colaboradores con buenos y piadosos amigos, entre los que destacan el padre Juan Guim y D. Rómulo Zaragoza que, tras la muerte del padre Alegre, supieron llevar a cabo el proyecto con tenacidad. Así, tras la muerte del padre Jacinto Alegre a finales de 1930, sus buenos amigos actuaron audazmente e hicieron del sueño del Padre Alegre una realidad concreta: la primera residencia de “El Cottolengo del Padre Alegre” vio la luz en 1932 en la ciudad de Barcelona. La familia cottolenguiana barcelonesa también creció y se expandió por España y Latinoamérica. En todas sus casas se descansa confiadamente en la divina Providencia. Se descansa en la Providencia y se trabaja sin medida por esos pequeños que son los preferidos de Cristo. Poniendo luz en la oscuridad, desvelando con amor la utilidad y el sentido de la vida de aquellos que fueron desechados. (Mireia Andrés – Cristiandad)