Nacida el día 19 de marzo de 1846, en la bella “ciudad de los cármenes, del Generalife y de la Alhambra…” Granada (España).
“Renacida” por las aguas del bautismo, el día 21 del mismo mes y año, con el nombre de Josefa maría Benita de la Stma. Trinidad.
Huérfana de padre a los diez años, pronto aprendió el arte de coser con tal pericia que a los dieciséis años trabajaba ya por su propia cuenta y responsabilidad, siendo una buena ayuda en la economía doméstica.
De espíritu sencillo, abierto y noble… se granjeó la confianza de algunas familias granadinas, económicamente fuertes, llegando a ser su “limosnera” en favor de otras familias necesitadas.
Sintiéndose inclinada al matrimonio, a los dieciocho años celebró este sacramento con el joven Antonio Fernández Amador, con quien compartió el “gran misterio” por espacio de quince años, sin haber tenido descendencia.
Su condición de casada no fue obstáculo para entablar estrecha amistad con Mª Angustias Giménez Vera, también granadina, que sentía inquietudes vocacionales. Ambas tenían el mismo confesor-director espiritual…
Parecían dos “almas gemelas”… compartiendo trabajo, oraciones, inquietudes, aspiraciones… ¿quién lo dijera?
Cierto día, Mª Angustias dijo a Josefa: “Aún abrigo la esperanza de ser admitida en alguna Congregación de Religiosas”. A lo que Josefa contestó: “No crea tal cosa; hasta que yo vaya a serlo con usted, no lo conseguirá”.
Dios tenía sus planes sobre aquellas dos “almas gemelas”… Antonio murió y Josefa quedó libre de todo compromiso humano; libre para volar y poder abrazar la vida consagrada, en unión de su amiga y confidente.
En el soñar y peregrinar ilusionado de estas dos “almas gemelas”, apareció un hombre, llamado Benito Menni, religioso hospitalario que había llegado de Italia a España, con la misión que le encomendara el Papa Pío IX: restaurar la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en su misma cuna…
Este joven hospitalario anunció su llegada a Granada. Enteradas de esto, Josefa y Mª Angustias fueron a esperarle, saludarle y entrevistarse con él… lo tomaron por confesor-director espiritual… le abrieron sus corazones… le expusieron sus anhelos de fundar una congregación… Y Dios hizo lo demás.
El 21 de junio de 1880, Josefa y Mª Angustias emprendieron viaje hacia Madrid. El P. Benito las esperaba en la estación de Ciempozuelos, donde ya les tenía preparada una casita, en la que podrían cultivar el “germen” vocacional-fundacional.
Más adelante, se instalaron en la “casa de los granados”, a la que fueron llegando hasta diez jóvenes dispuestas a:
“Rogar, trabajar, padecer, sufrir, amar a dios y callar”… e iniciar el Noviciado de la que sería Congregación de Hijas de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón de Jesús. Esto acaeció el 31 de mayo de 1881. Como un granito de mostaza, la fundación estaba en marcha.
Su fin específico: Atender a enfermos mentales, subnormales y marginados sociales. Después del año se consagraron al Señor el 4 de junio de 1882.
Cuando más cabía esperar humanamente de Sor Mª Josefa un accidente truncó su vida a los 37 años. Fue golpeada por una enferma mental en crisis de agitación y los traumas producidos por los golpes recibidos minaron en pocos meses su salud. Murió el 30 de octubre de 1883.
En los tres años que pudo vivir en Ciempozuelos, llenó una vida larga. Todas las Hermanas se creían sus preferidas porque supo amar a cada una singularmente. El servicio humilde y abnegado a los enfermos era para ella natural. La primera Hospitalaria, lo fue de verdad y cuando moría dijo a sus Hermanas: Ámense sinceramente…
Las Hijas de María Josefa
están hoy presentes en:
España, Portugal, Italia, Francia,
Inglaterra, Alemania, Irlanda, Colombia,
Ecuador, Brasil, Bolivia, Chile, Méjico,
Argentina, Uruguay, Ghana, Liberia
y Guinea Ecuatorial,
donde intentan.
Acoger al hermano como es
y amarle sinceramente