También ayudaba al Párroco de San Bartolomé, subía con relativa frecuencia las cuestas del Albaycin, de Granada, llevada de mi ardiente amor a Jesús Sacramentado, con ramos de flores para adornar el altar de la iglesia.
Un día me encontré a una pobre en la calle, abrí el bolso, saqué dinero y después le dije: «Ponga la mano» y cuando la extendió, me incliné, se la besé y puse el dinero en su mano, aunque estaba muy sucia; y es que pensaba que Jesús hubiera hecho lo mismo con el pobre. ¿Y tú cuando ves un pobre qué haces?