Etiquetas
alegría, buena conciencia, conciencia limpia, cruz del Señor, gloria temporal, ira de Dios, la gloria del hombre bueno es el testimonio de la buena conciencia, mala conciencia, no tienen paz los malos, paz interior, san pablo, varón espiritual
Libro Segundo
EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR
Capítulo 6
De la alegría de la buena conciencia
1. «La gloria del hombre bueno es el testimonio de la buena conciencia» (2Cor 1,12).
Ten buena conciencia, y siempre tendrás alegría.
La buena conciencia muchas cosas puede sufrir, y muy alegre está en las adversidades.
La mala conciencia siempre está con inquietud y temor.
Suavemente descansarás si tu corazón no te reprende.
No te alegres sino cuando obrares bien.
Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque: «No tienen paz los malos» (Is 48,22), dice el Señor.
Y si dijeren: «En paz estamos; no vendrá mal sobre nosotros, ¿y quién se atreverá a ofendernos?», no los creas, porque de repente se levantará la ira de Dios y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.
2. No es dificultoso al que ama gloriarse en la tribulación; porque gloriarse de esta suerte es gloriarse en la cruz del Señor.
Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres. La gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza.
La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres.
La alegría de los justos es de Dios y en Dios, y su gozo es de la verdad.
El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal.
Y el que busca la gloria temporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial.
Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.
3. Fácilmente estará contento y sosegado el que tiene la conciencia limpia.
No eres más santo porque te alaben ni más vil porque te desprecien.
Lo que eres, eso eres; y no puedes ser más grande de lo que Dios sabe que eres.
Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres.
«El hombre ve lo de fuera, mas Dios el corazón» (1Re 16,7). El hombre considera las obras, pero Dios pesa las intenciones.
Hacer siempre bien, y tenerse en poco, señal es de un alma humilde.
No querer consolación de criatura alguna, señal es de gran pureza y de cordial confianza.
4. El que no busca la aprobación de los hombres, claramente muestra que se entregó del todo a Dios.
Porque dice san Pablo: «No el que se alaba a sí mismo es aprobado, sino el que es de Dios alabado» (2Cor 10,18).
Andar en lo interior con Dios, y no embarazarse de fuera con alguna afición, estado es de varón espiritual.