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~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Para la Historia XIV: Respuesta del Cardenal Arzobispo Westminster a la Carta Colectiva del Episcopado Español I

22 miércoles May 2013

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5 de Abril de 1938, alzamiento militar, Buenos Aires, católicos argentinos, episcopado argentino, leyes de la guera, obispos de españa, octubre de 1936, revolución comunista

 

Carta del Emmo. Sr. Arzobispo de Westminster (esta carta se recibió escrita en castellano)

Archbishop’s House, Westminster, London, S. W. I. Septiembre de 1937.

A Su Eminencia Rvdma. Isidro Gomá y Tomás, Arzobispo de Toledo.

Eminencia:

La Jerarquía de Inglaterra y de Gales se une a mí para dar acogida a la Carta de Su Eminencia y de los Arzobispos y Obispos de España a los Obispos de todo el mundo con motivo de la guerra de España.

Agradecemos este noble documento, que expone clara e imparcialmente el origen histórico y las causas del conflicto que ya durante más de un año ha devastado vuestra hermosa y amada Patria.

Nosotros, los Arzobispos y Obispos de Inglaterra y Gales, con nuestro Clero y nuestro pueblo, hemos oído con profundísimo dolor cuán horriblemente ha sufrido el Episcopado español en sus miembros, en su Clero y en sus fieles seglares. Os hemos “abierto nuestros corazones” y en nuestras oraciones hemos rogado por vosotros y por vuestro rey, que Dios extendiese la fuerza de su Diestra misericordiosa y devolviese la paz a la Iglesia perseguida en España. Pronto nos dimos cuenta de que ésta no es una guerra civil cualquiera a favor de tal dinastía o de tal régimen especial, ni tampoco, como falsamente se ha dicho, a favor de la democracia del pueblo español. Vimos en esta deplorable lucha fratricida “una conmoción tremenda que sacude los cimientos de la vida social”, como tan bien explicáis, y “que ha puesto en peligro hasta vuestra existencia como nación”. Sí; reconocemos que la conflagración en la Península española estaba destinada por los que la empezaron a ser el comienzo de una conflagración universal, en la cual la civilización cristiana estaba condenada a consumirse. No hemos titubeado en advertir a nuestros compatriotas que la paz social y las instituciones cívicas de nuestra propia patria estaban en peligro de los fuegos encendidos en España, pues dice el refrán: “cuando la pared medianera del vecino arde, nuestra propia casa puede pronto incendiarse”.

No queremos mezclarnos en política, pero vemos y hemos visto desde el principio que no sólo el catolicismo, sino la religión en cualquier forma ha sido el blanco principal para el ataque de las fuerzas anti-Dios, que están resueltas a hacer de España el centro estratégico de una revolución mundial contra la misma base de la sociedad civilizada en Europa. La caridad o el amor fraternal nos hacen volvernos hacia aquella sección del pueblo español que, en una tierra de profundas tradiciones católicas, se ha dejado engañar por las doctrinas “importadas por orientales de espíritu perverso” o ha sido subyugada por los odios salvajes que forman el corazón de aquel sistema exótico del comunismo ateo. Que la gracia de Dios sea dada a estos hijos descarriados para que vuelvan a ver la luz de Su Verdad y para que tengan fuerza para volver a los brazos de Su Amor. Seguramente los excesos de la revolución comunista española, “su salvajismo colectivo”, como bien lo llamáis, “contra los derechos fundamentales de Dios, de la sociedad y de la persona”, acabarán por devolver las inteligencias y los corazones sinceros a los deberes sagrados de la religión y del patriotismo.

La mayor parte de aquellos que han cometido excesos y han sido sentenciados se han arrepentido, nos lo aseguráis, en sus últimas horas y se han reconciliado con el Dios de sus antepasados. De esta manera ellos mismos han dado fe del engaño y de la ilusión sufrida por ellos y sus compatriotas. A la vez que no podemos menos de horrorizarnos de los asesinatos y de los crueles tormentos y ultrajes sacrílegos que han cometido los perseguidores, nos orgullecemos también de la constancia victoriosa de aquellos miles de españoles, clérigos, religiosos y seglares, que derramaron su sangre por Cristo Rey y por España.

Firmado: † Arthur, Arzobispo de Westminster. 

Para la Historia: Respuesta a la Carta Colectiva del Episcopado Español XII

07 martes May 2013

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1938, 5 de Abril, Buenos Aires, episcopado argentino, fiel, gloria de España, leyes de la guerra, octubre de 1936, pueblo flie, revolución comunista

 

Carta del Episcopado Argentino

 

Buenos Aires, 5 de Abril de 1938.

 

Eminentísimos Sres. Cardenales; Excelentísimos Sres. Arzobispos y Obispos.-España.

Venerables Hermanos:

Las reuniones del Episcopado nos han brindado la oportunidad de considerar la Pastoral colectiva de los Excmos. Señores Obispos de España a los de todo el mundo, con ocasión de la guerra que asuela a esa nuestra muy querida Nación.

Por el conducto oficial de sus Pastores nos hemos enterado de su posición ante la guerra, de lo sucedido en el quinquenio que la precedió, del alzamiento militar y la revolución comunista, de los caracteres de esa revolución y de los del Movimiento Nacional, y de los deseos que expone a sus Hermanos en el Episcopado del mundo el benemérito y heroico Episcopado español.

Bien sabéis, Venerables Hermanos, que desde el principio del terrible flagelo que azota a España hemos estado en todo con el sentir y el obrar vuestros.

Iniciada la guerra, al ordenar rogativas por España, decíamos a nuestros amados diocesanos: “Antes de que se iniciara la contienda, manos criminales habían incendiado templos y colegios, gloria de España, y monumentos admirados del arte y la cultura. Empeñadas las armas en terrible lucha fratricida, iglesias, escuelas, asilos, obras de asistencia social, sin causa que lo justifique, han sido destruidas a impulso de odios implacables, mientras indefensas mujeres y niños, abnegadas religiosas, beneméritos sacerdotes y hasta Obispos venerables por sus méritos y por sus años, sin ninguna razón de beligerancia, han sido cruelmente asesinados. Para aumentar el horror de este cuadro, las leyes de la guerra, que tan afanosamente había conquistado la Humanidad civilizada, ya no rigen, no respetándose la vida y los bienes de los no beligerantes, las poblaciones civiles, los indefensos rehenes y otros principios morales, orgullo de la civilización cristiana. Ante estos hechos profundamente lamentables, de todos los corazones bien nacidos brota la más enérgica protesta, y el hombre, al comprobar su pequeñez y su impotencia, debe levantar su mirada al cielo e implorar de Dios el auxilio necesario que ponga remedio a tantos males”.

Más tarde, en octubre de 1936, al recordar el anterior documento, añadimos que “es nuestro deseo que la plegaria no cese, a fin de que el Señor alivie y abrevie la persecución desencadenada. He aquí el deber primordial de los católicos argentinos. Pero a esto ha de unirse un socorro de otra categoría. Centenares de templos han sido saqueados, despojados de sus vasos sagrados y de sus ornamentos litúrgicos, cuando no reducidos a escombros. Desde Catedrales antiquísimas, célebres en el mundo entero por el esplendor de los tesoros artísticos que contenían, hasta modestísimas ermitas situadas en la montaña, han sido víctimas de ese vandalismo que la humanidad civilizada, sin distinción de ideas, ha condenado justamente”.

Invitábamos luego al pueblo fiel a contribuir generosamente para poner algún remedio a tanto mal; y cuando nuestro enviado condujo a España los vasos sagrados, ornamentos y vestiduras del culto para las iglesias devastadas tuvisteis palabras de sentida gratitud, y hasta Su Eminencia el Cardenal Secretario de Estado se dignó comunicamos: “Inmenso ha sido el consuelo experimentado por el Santo Padre al ver la caridad tan verdadera y generosa de sus hijos de la noble Nación Argentina para con la Madre Patria, contribuyendo de una manera tan efectiva al restablecimiento del culto de aquella Fe que un día España les llevara con su lengua”.

Como veis, Venerables Hermanos, desde el primer momento hemos estado junto a vosotros; nos hemos asociado a vuestro duelo, os hemos acompañado en vuestras plegarias y hemos acudido en vuestro auxilio en la medida de nuestras débiles posibilidades.

Ahora, la lectura de vuestra Carta Colectiva renueva en todos nosotros estos mismos sentimientos, que os hacemos llegar por estas breves líneas, portadoras de nuestra fraternal adhesión.

El Hombre y la Sociedad sin Dios

10 miércoles Abr 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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                 La Historia enseña que cuando el hombre se olvida de Dios, Él se aleja del hombre y se Sin-Diosimpone la ley del más fuerte, la ley de la selva. La revolución contra Dios, lleva al hombre ha crear sociedades antinaturales. El hombre ha sido creado para amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo, por amor a Dios. Las sociedades que se encierran en sí mismas que se olvidan del amor de Dios, están destinadas a la tragedia de la lucha del hombre contra el hombre. El hombre sin Dios, se hace lobo contra el hombre. Estamos viendo como se asesinan a millones de niños y niñas inocentes enfermos y ancianos.

                  Los revolucionarios que se enfrentan a Dios y al hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, han intentado e intentan establecer paraísos en la tierra. Tenemos la experiencia histórica del paraíso marxista en los países esclavizados por los comunistas y presente está el paraíso del bienestar democrático, que ha creado una clase política capitalista y una pobreza que se va extendiendo por todas las naciones occidentales. El secretario general de Cáritas española, Sebastián Mora, ha alertado de la realidad social que vive España: “La brecha que se ha abierto entre las personas empobrecidas y los que tienen acceso a bienes y servicios es cada vez mayor, es alarmante porque en estos momentos la desigualdad y la fractura social en España son de una importante proporción. La desigualdad es un escándalo ético y político”. Es la imposición del capitalismo salvaje propiciado por la democracia condenada por el beato Juan Pablo II. Con  Franco, ocurría exactamente lo contrario, pleno empleo y los obreros protegidos por leyes naturales y cristianas.

                  El Magisterio social político enseña que el fundamento de la ética universal es la ley natural, que es la participación de las personas racionales en la ley eterna. La ley natural escrita por Dios en los corazones de los hombres y mujeres, determina normas objetivas y suscita conductas virtuosas en los ciudadanos honrados. La acción revolucionaria actual se concentra en corromper las mentes y los corazones para que los hombres y mujeres, alejados de Dios, no oigan la voz de su conciencia.

                  La acción apostólica de los católicos, no debe circunscribirse a ordenar una sociedad donde abunden los bienes materiales, sino que esos bienes ayuden a los ciudadanos para su propia perfección moral, su santificación y como medios, para alcanzar la eterna bienaventuranza del Cielo: El Reinado Social de Jesucristo en la Tierra y el Reino eterno de Dios Padre, Dios Hijo y Dios espíritu Santo.

                  El Cardenal Bergoglio, Su Santidad Francisco, alertaba a los católicos de Buenos Aires para que no se dejaran engañar por el diablo y las ideologías endiabladas. Son las ideologías creadas y difundidas por los partidos políticos agnósticos y anticristianos. No se puede ser católico y liberal, católico y socialista, católico y democrático… porque esas ideologías están fundamentadas en principios opuestos diametralmente a la ley natural y a la ley divina. La fe católica no puede confundirse ni mezclarse con ideologías políticas mundanas.

                  El Cardenal Bergoglio, en una carta a los cuatro monasterios carmelitas de Buenos Aires, les decía: “Estamos en la guerra de Dios”. Nosotros estamos en la guerra de Dios, combatiendo los nobles combates de la fe, contracorriente.

P. Manuel Martínez Cano mCR

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