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Imitación de Cristo XXXVII: Libro Tercero, «De la consolación interior», capítulo 2

25 miércoles Sep 2013

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alma, consolación interior, consuelo, entendimiento, eterna verad, hijos de Israel, Moisés, profeta Samuel, Señor, siervo

Que la verdad habla dentro del alma sin sonido de palabras

El Alma.- 1. «Habla, Señor, porque tu siervo escucha» (1Re 3,10). «Yo soy tu siervo; dame entendimiento para que sepa tus verdades» (Sal 118,125). Inclina mi corazón a las palabras de tu boca: «Descienda tu habla así como rocío» (Dt 32,2). Decían en otro tiempo los hijos de Israel a Moisés: «Háblanos tú, y oiremos; no nos hable el Señor, porque quizá muramos» (Éx 20,19). No, Señor; yo no te ruego así, sino más bien como el profeta Samuel, con humildad y deseo te suplico: «Habla, Señor, pues tu siervo escucha» (1Re 3,10). No me hable Moisés, ni alguno de los profetas; sino más bien háblame Tú, Señor Dios, inspirador y alumbrador de todos los profetas; pues tú solo, sin ellos, me puedes enseñar perfectamente; pero ellos, sin ti, ninguna cosa aprovecharán.

2. Es verdad que pueden pronunciar palabras, mas no dan espíritu. Elegantemente hablan, mas callando Tú no encienden el corazón. Dicen la letra, mas Tú abres la inteligencia. Predican misterios, mas Tú declaras su sentido recóndito. Dictan mandamientos, pero Tú ayudas a cumplirlos. Muestran el camino, pero Tú das esfuerzo para andarlo. Ellos obran por de fuera solamente, pero Tú instruyes y alumbras los corazones. Ellos riegan la superficie, mas Tú das la fertilidad. Ellos dan voces, pero Tú haces que el oído las perciba.

3. No me hable, pues, Moisés, sino Tú, Señor Dios mío, eterna verdad, para que por desgracia no muera y quede sin fruto, si solamente fuere enseñado de fuera y no encendido por dentro. No me sea para condenación la palabra oída y no obrada, conocida y no amada, creída y no guardada. «Habla, pues, Tú, Señor, pues tu siervo oye» (1Re 3,9), «pues tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,60). Háblame para dar algún consuelo a mi alma, para enmienda de toda mi vida y para eterna alabanza, honra y gloria tuya.

Imitación de Cristo XXX

30 martes Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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carecer, consuelo

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 9

Del carecer de todo consuelo (II)

5. Por esto decía uno cuando tenía presente la gracia: «Yo dije en mi abundancia: No seré movido para siempre» (Sal 29,7). Pero ausente la gracia, añade lo que experimentó en sí, diciendo: «Apartaste de mí tu rostro y fui lleno de turbación» (Sal 30,8).
Mas, por cierto, entre estas cosas no desespera, sino con mayor instancia ruega a Dios y dice: «A ti, Señor, llamaré, y a mi Dios rogaré» (Sal 29,9). Y al fin alcanza el fruto de su oración, y confía ser oído, diciendo: «Oyóme el Señor y tuvo misericordia de mí; el Señor es hecho mi ayudador» (Sal 29,11).
¿Mas, en qué? «Volviste -dice- mi llanto en gozo y cercásteme de alegría» (Sal 29,12).
Y si así se hizo con los grandes santos, no debemos nosotros, enfermos y pobres, desconfiar si a veces estamos en fervor, y a veces tibios y fríos.
Porque el espíritu se viene y se va según la divina voluntad.
Por eso dice el bienaventurado Job: «Visítasle en la mañana, y súbitamente le pruebas» (Job 7,18).

6. Pues, ¿sobre qué puedo esperar, o en quién debo confiar, sino solamente en la gran misericordia de Dios y en la esperanza de la gracia celestial?
Pues aunque esté cercado de hombres buenos, o de hermanos devotos, o de amigos fieles, o de libros santos, o de tratados lindos, o de cantos suaves e himnos, todo aprovecha poco y tiene poco sabor cuando soy desamparado de la gracia, y dejado en mi propia pobreza.
Entonces no hay mejor remedio que la paciencia, y negándome a mí mismo, ponerme en la voluntad de Dios.

7. Nunca hallé hombre tan religioso y devoro que alguna vez no tuviese ausencia de la consolación divina o sintiese disminución del fervor.
Ningún santo fue tan altamente arrebatado y alumbrado que antes o después no haya sido tentado.
Pues no es digno de la alta contemplación de Dios el que no es por Dios ejercitado en alguna tribulación.
Porque suele ser la tentación precedente señal que vendrá la consolación.
Que a los probados en tentación es prometida la consolación celestial.
«Al que venciere -dice-, daré a comer del árbol de la vida» (Ap 2,7).

8. Dase la divina consolación para que el hombre sea más fuerte para sufrir las adversidades.
Y también se sigue la tentación, porque no se ensoberbezca del bien.
El demonio no duerme, y la carne no está aún muerta; por esto no ceses de prepararte a la batalla. A la diestra y a la siniestra están los enemigos, que nunca descansan.

 

Imitación de Cristo XVIII

07 martes May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Capítulo 24 (II)

Del juicio y penas de los pecadores

4. No hay vicio que no tenga su propio tormento.
Allí los soberbios estarán llenos de confusión, y los avarientos serán oprimidos con miserable necesidad.
Allí será más grave pasar una hora de pena que aquí cien años de amarguísima penitencia.
Allí no hay sosiego ni consuelo alguno para los condenados; mas aquí cesan algunas veces los trabajos y se goza del consuelo de los amigos.
Ten ahora cuidado y dolor de tus pecados, para que en el día del Juicio estés seguro con los bienaventurados.

5. Pues entonces «estarán los justos con gran constancia contra los que les angustiaron y persiguieron» (Sab 5,1).
Entonces estará para juzgar el que aquí se sujetó humildemente al juicio de los hombres.
Entonces tendrá mucha confianza el pobre y humilde; mas el soberbio, por todos los lados se estremecerá.
Entonces se verá que el verdadero sabio en este mundo fue aquel que aprendió a ser necio y menospreciado por Cristo.
Entonces agradará toda tribulación sufrida con paciencia, «y toda maldad no despegará los labios» (Sal 106,42).
Entonces se alegrarán todos los devotos y se entristecerán todos los disolutos.
Entonces se alegrará más la carne afligida que la que siempre vivió en deleites.
Entonces resplandecerá el vestido despreciado y parecerá vil el precioso.
Entonces será más alabada la pobre casilla que el palacio dorado.
Entonces ayudará más la constante paciencia que todo el poder del mundo.
Entonces será más ensalzada la simple obediencia que toda la sagacidad del siglo.
Entonces alegrará más la pura y buena conciencia que la docta filosofía.
Entonces se estimará más el desprecio de las riquezas que todo el tesoro de los ricos de la tierra.
Entonces te consolarás más de haber orado con devoción que de haber comido delicadamente.
Entonces te alegrarás más de haber guardado silencio que de haber conversado mucho.
Entonces valdrán más las obras santas que las palabras floridas.
Entonces agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia que todos los deleites terrenos.

6. Aprende ahora a padecer en lo poco, para que entonces seas libre de lo muy grave.
Prueba aquí primero lo que podrás después.
Si ahora no puedes padecer levemente, ¿cómo podrás después sufrir los tormentos eternos?
Si una pequeña penalidad te hace tan impaciente, ¿qué hará entonces el infierno?
De verdad no puedes tener dos goces: deleitarte en este mundo y después reinar con Cristo.
Si hasta ahora hubieses vivido siempre en honores y deleites, y te llegase el instante de la muerte, ¿qué te aprovecharía todo lo pasado?
Todo, pues, es vanidad, sino amar a Dios y servirle a Él solo.
Porque quien ama a Dios de todo corazón, no teme la muerte, ni el tormento, ni el juicio, ni el infierno; pues el amor perfecto tiene segura entrada para Dios.
Mas quien todavía se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el juicio.
Bueno es, no obstante, que si el amor aún no te desvía de lo malo, por lo menos el temor del infierno te refrene.
Pero el que pospone el temor de Dios, no puede durar mucho tiempo en el bien, sino que caerá muy pronto en los lazos del demonio.

 

¿Ángela ha muerto?

23 miércoles Ene 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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No. Ángela no ha muerto. Ha entrado en la Vida Eterna. Yo no muero, entro en la Vida (Santa Teresita del Niño Jesús). Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir (Santa Teresa de Jesús). ¡Qué consuelo siente mi alma al pensar en la muerte! ¡Veré a mi Dios cuando muera! (Santa María Micaela). Deseo partir y estar con Cristo (San Pablo) ¡Cuán dulce es morir después de haber tenido en esta vida verdadera devoción  al Corazón de Jesús que nos ha de juzgar! (Santa Margarita María). Y Ángela era devotísima del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María. Ella ya contempla lo que Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman. (1 Cor 2, 9).

Conocí a Ángela cuando tenía 18 años y ha muerto a los 65. Y la conocí bien. Fidelísima a su padre espiritual, el jesuita José María Alba, no le abandonó ni un instante, cuando la ira de Satanás desencadenó una tempestad de calumnias  contra el Padre Alba y su Obra. Todas sus amigas abandonaron al padre, menos ella y tres más.

Ángela conocía perfectamente sus limitaciones y defectos, que combatía con la espiritualidad ignaciana del agere contra y el vencimiento propio. Amaba de corazón a Cristo y tenía muy presentes las palabras del Señor: El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, coja su cruz cada día y me siga.

Su piedad era profunda, dogmática y litúrgica: Santa Misa, oración, rosario, lectura espiritual, visita al Santísimo, examen de conciencia… diarios. Reunión semanal en el Centro, retiro, cenáculo y adoración nocturna mensuales. Ejercicios Espirituales de San Ignacio anuales, campamentos de verano en los que muchas adolescentes y jóvenes aprendieron de sus charlas a ser mujeres, cristianas y santas. El verano pasado, me dijo su hijo José María, que tenía problemas laborales para ir al Campamento el primer día. Lo consultó con su madre. Respuesta: José María, arréglate como puedas, pero tienes que ir el primer día, tus hijos necesitan vivir en ese ambiente. Y sus hijos tenían unos pocos meses y un par de años. Sí, así debe ser.

Secretaria de la Unión Seglar de San Antonio María Claret, eficacísima. Siempre trabajando. Organización de los Ejercicios Espirituales, campamentos, concurso de belenes, peregrinaciones, mercadillo misionero, gran propagandista de nuestra revista Ave María, departamento de librería … Y generosa, muy generosa, en sus donativos para ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Esposa y madre de familia modelo. Junto con su esposo Manuel María Doménech hicieron de su hogar una iglesia doméstica, donde toda la familia reza unida y vive el evangelio de Cristo. En este hogar cristiano no entró la televisión, ni periódicos o revistas mundanos. Sus cuatro hijos han seguido en todo la fe y vida de sus padres. Dos se han casado como Dios manda y viven en sus hogares como aprendieron de sus padres; el pequeño ya tiene novia, muy católica; y el mayor es sacerdote, misionero de Cristo Rey. De muy pequeños tenían que hacer cada día 60 kilómetros para ir al Colegio Corazón Inmaculado de María, que no está subvencionado.

Ángela era Católica, Apostólica y Romana. De soltera fue Hija de María y, de casada, de la Congregación de la Madre del Amor Hermoso. Patriota siempre y en todo. Amó a nuestra Patria, España, con todo su corazón, como nos enseñó el padre Alba: Amar sin reserva a España, mi Patria, la nación de eterna Cruzada, relicario de santidad, sublime escuela de tradiciones (…)  Honrar la memoria de los santos, misioneros, cruzados, conquistadores y figuras gloriosas de nuestra historia, y de todos los mártires de España que ofrecieron su vida por una España católica (…) Alimentar mis días con la consigna: Por Cristo, por María, por España, más, más, más.

Desde jovencita hasta su muerte, jamás tuvo contacto con la mundanidad y frivolidad de las costumbres paganas. Siempre vistió sencilla y modestamente, nunca rindió culto a la diosa moda que a tantas bautizadas está pudriendo. Han de venir unas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor. La personas que sirven a Dios no deben andar con la moda. La Iglesia no tiene modas. Nuestro Señor es el mismo (Beata Jacinta de Fátima). La modestia en el vestir es una virtud cristiana y el pudor también. Su ejemplo perdurará siempre.

Ángela, tranquila. Estamos todos muy contentos. Desde el mismo momento que me enteré de tu salida de este mundo se va confirmando en mi entendimiento la idea de que, a partir de ahora, voy a ser mejor sacerdote. Creo firmemente en el dogma de la Comunión de los Santos.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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