Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Meditación de los Pecados

15 miércoles May 2013

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19, 23, beato juan pablo II, composición de lugar, Concilio de Trento, enemigos de Dios, Gloria de Dios, hijos de la ira, infierno hay para siempre, Job 13, meditación de los pecados, muerte de la conciencia, Nuestro Señor, realidad de la malicia del pecado, Salmo 39, san agustín, san ignacio, san juan de ávila, Santa Maravillas de Jesús, santa teresa de jesús, sentido del pecado

Dice san Ignacio que el segundo ejercicio es la meditación de los pecados, y contiene en sí, padremisericordioso-hijo2después de la oración preparatoria y dos preámbulos, cinco puntos y un coloquio. La oración preparatoria es siempre la misma: que todas nuestras oraciones, acciones y operaciones vayan dirigidas a la mayor gloria de Dios. El primer preámbulo es la composición de lugar: ver mi alma encarcelada entre brutos animales. El segundo preámbulo es la petición propia de cada meditación, pedir lo que quiero: será aquí pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.

El primer punto es el proceso de  los pecados es traer a la memoria todos los pecados de la vida, mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo cual aprovechan tres cosas: La 1ª, mirar el lugar y la casa donde he habitado. La 2ª, la conversación que he tenido con otros. La 3ª, el oficio que he tenido.

No debemos cansarnos de pedir el crecido e intenso dolor de nuestros pecados. la conciencia se ha podrido de tal manera que ya nada es pecado: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y hasta la muerte de la conciencia; y esta muerte es algo más profundo que el pecado; es la eliminación del sentido del pecado” (Beato Juan Pablo II). “Cuantas ofensas a Dios y qué pena ver que pocas almas le sirven de veras, de las que parecen suyas” (Santa Maravillas de Jesús). San Juan de Ávila: “Para todo tienes seso, y no lo tienes para esto que tanto te va, aunque te digan “infierno hay para siempre”, no obra en ti más que si no te lo dijesen… ¡Oh pecado! ¿Por qué no nos decís el mal que nos has de hacer? ” Todos los pecados mortales, aun  los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de la ira y enemigos de Dios” (Concilio de Trento).

Hagamos el proceso de los pecados propios, con sinceridad y seriedad, sin disimularnos y mentirnos a nosotros mismos. No es un examen de conciencia para confesarme, sino para que, viendo los muchos pecados de mi vida pasada, alcance horror y arrepentimiento de mis pecados. Asumir la realidad de la malicia del pecado en mi propia alma. San Agustín decía: “¡Niño ya tan pequeñuelo y ya tan grande pecador! ¿Dónde, Dios mío, dónde y cuando fui inocente?” Y, en nuestra juventud, cuando las pasiones desordenadas se despiertan y quieren abrirse camino en nuestra vida ¿qué camino seguimos, el ancho que lleva a la perdición eterna o el estrecho que lleva a la felicidad eterna? En la edad madura ¿He tenido siempre ante mis ojos el fin eterno? ¿He procurado en todo mi salvación y la gloria de Dios? ¿Cómo he aprovechado las gracias actuales que Dios me ha concedido? “Mis iniquidades se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza” (Salmo 39, 19). “¿Cuántos son mis delitos y pecados? dame a conocer mi transgresión y mi ofensa” (Job 13,23). Recorramos nuestra vida sin prisas, despacio, pidiéndole al Señor la gracia de reconocer nuestros pecados y el aborrecimiento de todos y cada uno de ellos.

El segundo punto es ponderar los pecados, mirando la fealdad y la maldad que cada pecado mortal cometido tiene en sí, prescindiendo de la ofensa contra Dios que lo prohíbe. Al cometer un pecado el hombre y la mujer obran contra el justo juicio de su entendimiento, discurren siguiendo sus afectos desordenados y sus sentidos, abdican de su  razón; se rebajan al nivel de brutos animales, haciéndose semejante a ellos.

Santa Teresa de Jesús dice: “Yo sé de una persona a quien quiso Nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando peca mortalmente; dice aquella persona que le parece que si los hombres lo entendiesen, no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se puedan pensar para huir de las ocasiones… Por  subida que esté el alma en la cumbre de la perfección, si torna atrás y a hacerse ofensas a Dios todo lo pierde. En pecando uno mortalmente todo lo pierde. Cuando el alma cae en pecado mortal, no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra, que no lo esté mucho más”. El Salmo 48,1 dice: “El hombre constituido en honor no ha tenido discernimiento; se ha igualado a los insensatos jumentos y se ha hecho como uno de ellos”.

Fealdad y malicia: “Reconoce y advierte cuan malo y amargo e apartarte de Yahve” (Jer 2,19). Nuestro Señor nos dice: “Muchos bienes os he hecho ¿por cuál de ellos me apedreáis?” (Jn 10,32). Dios me ha sacado de la nada y me ha colmado de bienes y yo, al pecar, me rebelo contra Él, ofendiéndole gravísimamente. “Dos maldades ha cometido mi pueblo: ¡me ha abandonado a mí, que soy fuente de agua viva, y han ido a fabricarse aljibes, que no pueden contener las aguas!” (Jer. 2, 12-13)

Además de mi Creador, Dios es mi Padre y un Padre infinitamente misericordioso y cariñoso: “ofender a tal padre, hacer algo contra su voluntad es gran crueldad” (San Agustín). Dios nos ama con entrañas de madre. Dios no está muy lejos de nosotros, sin preocuparse de nosotros. Dios nos ama infinitamente: “¡Oíd cielos! ¡Apresta el oído tierra! Que habla Yahve: Yo he criado hijos y los he engrandecido, pero ellos se han rebelado contra mí”. Y todo por un vil deleite. Crece la maldad del pecado al considerar que el Dios que me ha creado y me ha cuidado, y me cuida como Padre, además es mi Redentor, mi salvador. Al pie de la cruz, junto con María santísima, se comprende lo que es el pecado. La Justicia divina para reparar los pecados de los hombres exigió la pasión y muerte de su divino Hijo. Pecar es pisotear la sangre de Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Y pecamos en la presencia de Dios. Solo un hijo que ha perdido la razón, un desnaturalizado se puede atrever a ofender a su Creador, Padre y Redentor. Jesús, para justificarnos no encontró otra excusa: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

San Enrique de Ossó: “¿Has reflexionado alguna vez, hija mía, que cosa es el pecado? Pecado es una deliberada transgresión de la ley de Dios; un insulto hecho a Dios en su misma presencia, un acto irracional más vil que de bestia; es hacerse esclavo de las pasiones; del mismo demonio; es renunciar al cielo, y escoger el infierno por morada sempiterna. ¿Sabes tú lo que has hecho pecando? Has ofendido a una Majestad infinita; has cometido una infinita injusticia; has querido destruir una bondad infinita. Cuando pecas, llenas de amargura el Corazón bondadoso de Dios Padre, traspasas el Corazón de Cristo, crucificas a Jesucristo, tu más insigne bienhechor. ¡Cuánta malicia! ¡Cuánta indignidad y vileza! ¿Has cometido en tu vida algún pecado mortal, hija mía? ¡Qué crueldad! ¡Qué horrible fiereza! Sábete que cuantas veces pecaste, tomaste en tus manos los beneficios de Dios para con ellos golpearle, maltratarle, darle muerte si te hubiera sido posible. ¿Cuándo se ha visto tan horrible crimen y monstruosa ingratitud? ¡Dios mío!  ¡Y tantas veces como he pecado! ¡Oh Dios de bondad! ¡Perdón, Dios mío! Apiadaos de mí según vuestra gran misericordia”.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen IX

27 miércoles Feb 2013

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Parte Primera

DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL

Excelencia y necesidad de la devoción a la Santísima Virgen

55. En fin, Dios quiere que su Santísima Madre sea ahora más conocida, santísima virgenmás amada, más honrada que lo ha sido jamás. Y será así sin duda si los predestinados entran en la gracia y en la luz del Espíritu Santo, en la práctica interior y perfecta que yo les manifestaré luego; entonces verán con aquella claridad compatible con la fe esta hermosa estrella de la mar, y llegarán a buen puerto a pesar de las tempestades y de los piratas que los persigan; conocerán las grandezas de esta Virgen Soberana y se consagrarán completamente a su servicio como súbditos suyos y esclavos de su amor; saborearán sus dulzuras y sus bondades maternales, y la amarán con la ternura de hijos muy amados; conocerán las misericordias de que está llena María y las necesidades para las que han menester su socorro, y recurrirán a Ella en todo como a la mejor abogada y mediadora para con Jesucristo; sabrán que María es el medio más seguro, más fácil, más corto y el más perfecto camino para ir a Jesucristo, y se entregarán a Ella en cuerpo y alma, sin partición, para ser suya del mismo modo que de Jesucristo.

56. Pero ¿a qué se podrá comparar a estos servidores, esclavos e hijos de María? Serán como brasas encendidas en medio de los ministros del Señor y pondrán el fuego del amor divino en todas partes, y como flechas en mano poderosa, flechas agudas en la mano de la poderosa María para herir a los enemigos de Dios (Ps. 126,4).
Serán hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones, y bien unidos a Dios, que llevarán el oro del amor en el corazón, el incienso de la oración en el espíritu, y la mirra de la mortificación en el cuerpo, y que por todas partes serán el buen olor de Jesucristo para los pobres y para los pequeños, mientras que serán mensajeros de muerte para los grandes, para los ricos y para los orgullosos del mundo (Malaq. 3,3; 2 Cor. 2,15-16).

57. Serán nubes aterradoras y ligeras que volarán por los aires al menor soplo del Espíritu Santo, y sin adherirse a nadie, ni espantarse de nadie, ni apenarse por nada, esparcirán la lluvia de la palabra de Dios y de la vida eterna; tronarán contra el pecado, bramarán contra el mundo, y ministros fieles de Dios, vencerán al diablo y a sus súbditos, y herirán de parte a parte, para la vida o para la muerte, con la espada de dos filos de la palabra de Dios a todos aquellos a quien sean enviados de parte del Altísimo (Isai. 60,8; Eph. 6,17; Hebr. 4,12).

58. Serán verdaderos apóstoles de los últimos tiempos a quienes el Señor de las virtudes dará la palabra y la fuerza para obrar maravillas y ganar gloriosos despojos a sus enemigos; dormirán sin oro ni plata, y lo que es más, sin cuidado alguno ni miedo a nadie, y sin embargo, serán como las plateadas alas de la paloma para ir con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de las almas a donde los llame el Espíritu Santo, y no dejarán tras sí donde hayan predicado más que el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda la ley.

59. En fin, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo, que, marchando sobre las trazas de la pobreza, humildad, desprecio del mundo y caridad, enseñarán el camino derecho de Dios y de la verdad, según el Santo Evangelio, y no según las máximas del mundo, sin apenarse por nada, sin hacer acepción de personas, sin cuidarse de nadie, ni escuchar, ni temer a ningún mortal, por poderoso que sea.
Tendrán en sus labios la espada de doble filo de la palabra de Dios;OurLady llevarán sobre sus espaldas el estandarte ensangrentado de la Cruz, el Crucifijo en la mano derecha, el rosario en la izquierda, los nombres sagrados de Jesús y de María en el corazón y la modestia y mortificación de Jesucristo en toda su conducta. Ved los grandes hombres que vendrán; pero María estará allí por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. ¿Cuándo y cómo sucederá esto?… Dios sólo lo sabe: a nosotros sólo nos toca callar, orar, suspirar y esperar. Esperare confiadamente (Ps. 39,1).

Carta Colectiva del Episcopado Español VI

23 miércoles Ene 2013

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Orientaciones Episcopales

Carta Colectiva del Episcopado Español 1-7-1937 (VI)             Ave María- Junio 2007

PERO, SOBRE TODO, LA REVOLUCIÓN FUE ANTICRISTIANA. No creemos que en la historia del Cristianismo y en el espacio de unas semanas se haya dado explosión semejante, en todas las formas de pensamiento, de voluntad y de pasión, del odio contra Jesucristo y su religión sagrada. Tal ha sido el sacrílego estrago que ha sufrido la Iglesia en España, que el delegado de los rojos españoles enviado al Congreso de los sin-Dios, en Moscú, pudo decir: España ha superado en mucho la obra de los Soviets, por cuanto la Iglesia en España ha sido completamente aniquilada.

Contamos los mártires por millares; su testimonio es una esperanza para nuestra pobre patria; pero casi no hallaríamos en el Martirologio romano una forma de martirio no usada por el comunismo, sin exceptuar la crucifixión; y, en cambio, hay formas nuevas de tormento que han consentido las sustancias y máquinas modernas.

El odio a Jesucristo y a la Virgen ha llegado al paroxismo, y en los centenares de crucifijos acuchillados, en las imágenes de la Virgen bestialmente profanadas, en los pasquines de Bilbao en que se blasfemaba sacrílegamente de la Madre de Dios, en la infame literatura de las trincheras rojas, en que se ridiculizan los divinos misterios; en la reiterada profanación de las Sagradas Formas, podemos adivinar el odio del infierno encarnado en nuestros infelices comunistas. Tenía jurado vengarme de ti -le decía uno de ellos al Señor encerrado en el Sagrario-; y encañonando la pistola disparó contra Él diciendo: Ríndete a los rojos; ríndete al marxismo.

Ha sido espantosa la profanación de las sagradas reliquias; han sido destrozados o EC021492quemados los cuerpos de San Narciso, San Pascual Bailón, la Beata Beatriz de Silva, San Bernardo Calvó y otros. Las formas de profanación son inverosímiles, y casi no se conciben sin sugestión diabólica. Las campanas han sido destrozadas y fundidas. El culto, absolutamente suprimido en todo el territorio comunista, si se exceptúa una pequeña porción del Norte. Gran número de templos, entre ellos verdaderas joyas de arte, han sido totalmente arrasados; en esta obra inicua se ha obligado a trabajar a pobres sacerdotes. Famosas imágenes de veneración secular han desaparecido para siempre, destruidas o quemadas. En muchas localidades la autoridad ha obligado a los ciudadanos a entregar todos los objetos religiosos de su pertenencia para destruirlos públicamente; pondérese lo que esto representa en el orden del derecho natural, de los vínculos de familia y de la violencia hecha a la conciencia cristiana.

No seguimos, venerables Hermanos, en la crítica de la actuación comunista en nuestra patria, y dejamos a la historia la fiel narración de los hechos en ella acontecidos. Si se nos acusara de haber señalado en forma tan cruda estos estigmas de nuestra revolución, nos justificaríamos con el ejemplo de San Pablo, que no duda en vindicar con palabras tremendas la memoria de los profetas de Israel y que tiene durísimos calificativos para los enemigos de Dios; o con el de nuestro Santísimo Padre que, en su Encíclica sobre el Comunismo ateo, habla de una destrucción tan espantosa, llevada a cabo en España con un odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiese creído posible en nuestro siglo.

Reiteramos nuestra palabra de perdón para todos y nuestro propósito de hacerles el bien máximo que podamos. Y cerramos este párrafo con estas palabras del Informe oficial sobre las ocurrencias de la revolución en sus tres primeros meses: No se culpe al pueblo español de otra cosa más que de haber servido de instrumento para la perpetración de estos delitos… Este odio a la religión y a las tradiciones patrias, de las que eran exponente y demostración tantas cosas para siempre perdidas, llegó de Rusia, exportado por orientales de espíritu perverso.

En descargo de tantas víctimas, alucinadas por doctrinas de demonios, digamos que al morir, sancionados por la ley, nuestros comunistas se han reconciliado en su inmensa mayoría con el Dios de sus padres. En Mallorca han muerto impenitentes sólo un 2 por 100; en las regiones del Sur, no más de un 20 por 100. Es una prueba del engaño de que ha sido víctima nuestro pueblo.

** TODOS LOS MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, SON PUBLICADOS, DIOS MEDIANTE, NUEVOS ARTÍCULOS

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