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Nos han enviado un estudio del P. Mario Borge S.I. titulado “el liberalismo es la iniquidad, la rebelión contra Dios”. Su lectura me ha recordado “El liberalismo es pecado”, del reverendo Felix Sardá y Salvany, que leí de joven y he vuelto a leer varias veces. Todos los católicos deberían leer estos libros. Porque el liberalismo es una herejía que rechaza pertinazmente verdades de fe definidas por la Iglesia como dogmas.
El P. Borge, demuestra que en el orden de la doctrina el liberalismo niega: la jurisdicción absoluta de Dios sobre los individuos y las sociedades. Niega la necesidad de la divina Revelación y la obligación que tiene el hombre de admitirla si quiere alcanzar su salvación eterna. Niega el motivo formal de la fe; es decir, la autoridad de Dios que revela; el liberal sólo admite las verdades que alcanza con su corto entendimiento. Niega el Magisterio infalible de la Iglesia y del Papa y, en consecuencia todas las doctrinas por ellos definidas y enseñadas, todos los dogmas, porque son opuestos a su criterio racionalista.
El liberalismo es el pecado contra el Espíritu Santo. Porque los liberales quieren colocarse en lugar de Dios como hicieron Satanás y sus demonios. Siguiendo las tentaciones del demonios, los liberales, siguiendo las luces ciegas de su racionalismo y relativismo, quieren establecer en todas las naciones su Estado de bienestar, como recuerdo o imitación del Paraíso creado por Dios. No quieren ni enterarse del paraíso sin Dios marxista que asesino a 100 millones de personas honradas y esclavizó a medio mundo.
Luzbel se rebeló contra Dios en el Cielo y en el Paraíso terrenal incitó al hombre a rebelarse contra su Dios y Señor. Esta rebelión del hombre contra Dios hizo al hombre “lobo para el hombre”. Caín mató a su hermano Abel. Y la hermosura del Paraíso se convirtió en un valle de lágrimas y en un campo de batalla: “las guerras son un castigo por los pecados de los hombres”, dijo la beata Jacinta de Fátima. La envidia de Caín y la de los políticos siguen haciendo estragos en la humanidad. El liberalismo, llamado ahora laicismo y democratismo, es un enemigo implacable de la ley de Cristo. El liberalismo, laicismo, democratismo es la manifestación histórica del Anticristo.
Dice la Sagrada Escritura que solo el necio afirma que “no hay Dios”. Los liberales organizan su vida y convivencia social como si “Dios no existiera”. El espíritu del mundo, cuyo dios es el demonio, sigue engañando a muchos bautizados. A esta pobre gente hemos de decirle la verdad “de Dios nadie se burla”, como dice la Santa biblia. No, el liberalismo no ha traído la libertad, ha traído el libertinaje y la esclavitud de las almas y de los cuerpos. El liberalismo es el abuso ilimitado de la libertad que puede llevar a las almas al infierno.
San Pablo nos advierte: “andad en espíritu y no sigáis las concupiscencias de la carne… las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, ira, rencillas, disensiones, envidias, homicidios, embriagueces, orgias, y otras como estas; acerca de las cuales os prevengo que quienes tales cosas hacen no heredarán el reino de Dios”.
En su segunda carta a los Corintios, san Pablo dice: “teniendo pues, tal esperanza, procedamos con plena libertad. El Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor esta la libertad” (2cor. 3,12-17) En verdad, solo los hijos de Dios son auténticamente libres y podemos gozar en esta vida y en la vida eterna: “Para que gocemos de libertad, Cristo nos ha hecho libres” (Gal. 5,1).
Termino con este consejo de san Pablo: “Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne, antes servíos unos a otros por la caridad. Porque toda la ley se resume en este solo precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero si mutuamente os mordéis y os devoráis, mirad no acabéis por consumiros unos a otros” (Gal. 5,13-15).
P. Manuel Martínez Cano mCR
