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Archivos de etiqueta: Juan Pablo II

Cristo Rey

12 jueves Sep 2013

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Su Santidad Benedicto XVI dijo: “ En la misma línea del concilio ecuménico Vaticano II, mis venerados predecesores los siervos de Dios Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II fueron auténticos heraldos de la realeza de  Cristo en el mundo contemporáneo. Y es para mí, motivo de consuelo poder contar siempre con vosotros, sea colegialmente, sea de modo individual, para cumplir también yo esta misión fundamental del misterio petrino” ¡Cuenta con nosotros, Vicario de Cristo! (hoy SS Francisco)

Efectivamente, el Vaticano II, enseña la realeza de Cristo en varios documentos: “La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad, de abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo, de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la Tierra el germen y el principio de este Reino” (Lumen Gentium, 5) “ En cualquier asunto temporal, deben guiarse por la conciencia cristiana, ya que ninguna actividad humana, ni siquiera de orden temporal, puede sustraerse al imperio de Dios” (Gaudium et spes, 35) Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y ordenarlos hacia Dios por Jesucristo. Hay que establecer el orden temporal de forma que, observando íntegramente sus propias leyes, esté conforme con los últimos principio de la vida cristiana” (Apostolicam Actuositatem, 7)

En su primera homilía, el beato Juan Pablo II dijo: “Hermanos y hermanas, no tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad, ayudad al Papa y a todos los que quieran servir a  Cristo. En nuestro conocimiento y, con la potestad de Cristo, servid al hombre  y a la humanidad entera. No temáis. Abrid más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, tanto de los sistemas económicos como los políticos, los campos extensos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. No temáis.”  No temamos. Combatamos los nobles combates de la fe, hasta que se establezca en España y ene l mundo entero el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Nada sin Dios! Todo impregnado de la ley evangélica de Cristo Rey.

Pilato mandó colocar en la cruz de Cristo una tablilla con estas palabras: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos” Se quedó corto. Porque Jesús es rey de todos los hombres, de todos los pueblos, de todas las naciones: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Los males que sufre hoy la humanidad tienen su origen en el rechazo de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y en las implantaciones del totalitarismo democrático.

San Pío X condenó el movimiento francés “Le sillón” abanderado de la democracia contemporánea, porque los demócratas llegan al grado de perversidad de atribuir la soberanía al pueblo. ¡El único soberano es Cristo! Por ello, el Papa dice: “No se levantará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos, no; la civilización no está por inventar, ni la ciudad nueva por construir en las nubes. Ha existido, existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad: Omnia instaurare en Cristo” (Nostre charge apostolique, 11)

El Vicario de Cristo, León XIII ya lo había dicho: “Cristo es el Rey y Señor de todo el universo” Y el Papa que convocó el concilio ecuménico Vaticano II, beato Juan XXIII escribió en su encíclica Mater et Magister el 15 de mayo de 1961: “el aspecto más siniestramente típico de la época moderna consiste en una absoluta tentativa de querer reconstruir un orden temporal sólido y fecundo prescindiendo de Dios, único fundamento en que puede sostenerse “…”Sin embargo, la experiencia cotidiana, en medio de los desengaños más amargos y aúna veces entre formas sangrientas, sigue atestiguando lo que afirma el libro inspirado: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los que la edifican.”

El afán de España para edificar la casa de Dios, el Reinado Social de Jesucristo, es único y trascendental en la historia de la Iglesia. Hemos combatido contra los enemigos de Cristo y su Iglesia en la Reconquista contra el Islam, en Lepanto contra el truco, contra el protestantismo en Europa, contra la Revolución Francesa, contra el comunismo… Hoy casi la mayoría de los católicos rezan en español. “La evangelización del Nuevo Mundo, es una obra sin par” (beato Juan Pablo II) L’Office Internacional de París tiene como ideal la instauración del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. Disertaba uno de sus conferenciantes sobre el tema. Fue interpelado por un tontico que le dijo: “pretendéis una utopía. ¿Cuando ha reinado Jesucristo en la sociedad civil?” Contestación del orador francés: “Cristo reinó en la sociedad civil en la España imperial”.

Ideal que persiste hoy en hombres y mujeres españoles. Queremos que Cristo reine en España y en todo el mundo. Realeza social de Cristo que se conseguirá con el restablecimiento de la verdad en el orden natural y sobrenatural. Verdad que debe inspirar las leyes civiles de los estados, santificar las costumbres de los pueblos, iluminar las enseñanzas en los colegios, institutos y universidades. Verdad que podemos conocer todos los bautizados estudiando la Doctrina social y política de la Iglesia.

 

En una de sus visitas a España, el beato Juan Pablo II, nos dijo: “es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica”. Somos hijos de una raza de héroes, santos y mártires. Miles de nuestros compatriotas murieron defendiendo el Reinado Social de Cristo en España. Murieron gritando la jaculatoria “¡Viva Cristo Rey!”. Ya el 1 de Julio de 1937 nuestros obispos escribían en su carta colectiva: “contamos los mártires por millones”. Sea ese grito sagrado nuestra consigna en esta guerra de Dios que estamos viviendo: ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA MARÍA REINA!

 

 

P.Manuel Martínez Cano mCR

Nuestros Obispos y la Democracia

17 miércoles Abr 2013

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conferencia episcopal, democracia, Juan Pablo II, nuestros, obispos

                  La Conferencia Episcopal Española, ha declarado que: “Es como obispos, nuestra obligación, CONFERENCIAayudar al discernimiento acerca de la justicia y de la moralidad de las leyes. En este sentido, debemos reiterar que la actual legislación española sobre el aborto es gravemente injusta, puesto que no reconoce ni protege adecuadamente la realidad de la vida. Es pues, urgente la modificación de la ley, con el fin de que sean reconocidos y protegidos los derechos de todos en lo que toca al más elemental y primario derecho a la vida”.

                  Además, los obispos españoles invitan a los cristianos a no favorecer con el voto programas políticos o leyes contrarias a la fe y a la moral. “En nuestro contexto actual, nos parece obligado añadir que una conciencia cristiana bien formada no debe favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral en este sentido”.

                  Desde el día que le oí decir al beato Juan Pablo II: “¡Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente!”, me he preguntado infinidad de veces: ¿Se puede aceptar una democracia que legitimiza la muerte de cientos de millones de personas inocentes?. Mi respuesta es la misma: ¡No! ¡Nunca!. Porque en realidad, eso que llaman democracia: “se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia”. (Beato Juan Pablo II). Yo nunca voto, no quiero corresponsabilizarme del asesinato de personas humanas inocentes. El primer ensayo democrático , fue la sentencia a muerde de nuestro Señor Jesucristo: “¡No queremos que este reine sobre nosotros!”, decían los judíos perversos y no los judíos piadosos que intentaron salvarlo.

Dicen nuestros obispos que los católicos no podemos dar nuestro voto a la realización de un programa político que contenga propuestas contrarias a los contenidos de la fe y moral cristianas. Evidente: no podemos votar a ningún partido con representación parlamentaria, porque todos apoyan la satánica ley del aborto. Más aún, debemos ponernos con todos los medios lícitos a nuestro alcance, porque: “las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente, no sólo al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica. Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que por el contrario, establecen a una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia” (Beato Juan Pablo II).

Eutanasia, aborto, manipulación de embriones, son frutos malditos de eso que llaman democracia. No sólo tenemos la obligación sagrada de luchar y podar esas ramas podridas de la partidocracia. Debemos luchar hasta arrancar, desde sus raíces, el asesinato de personas inocentes, que posibilita y facilita la democracia moderna: “urge, pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado pueden crear, modificar o destruir, sino que deben solo reconocer, respetar y promover”. (Beato Juan Pablo II).

En la llamada transición política, los partidos políticos de espaldas al pueblo, decidieron pergeñar una constitución que dinamitó el régimen político de Franco, fundamentado en la Doctrina Social de la Iglesia. Primero fue la ley del divorcio, después el aborto, la experimentación con embriones, el mal llamado matrimonio homosexual,  la educación laica… todas leyes anticristianas, que no existían en tiempo de Franco. Y, como perita en dulce, contra los seis millones de parados de esta democracia, el pleno empleo en el régimen político y católico de Franco.

En 1412 cinco pretendientes aspiraban al trono de Aragón. Dos años duró la polémica lucha. Al fin Cataluña, Valencia y Aragón se ponen de acuerdo para buscar una solución al conflicto. Y deciden que “Nueve personas de ciencia y conciencia pura y buena fama”, se reunirán en el castillo de Caspe para buscar una solución al conflicto. El último de los designados fue un simple fraile, san Vicente Ferrer. Y fue él quien, con su voto, cerró la deliberación, declarando rey de Aragón a Fernando de Castilla, el infante victorioso de Antequera. San Vicente votó: “según Dios y mi conciencia”. Cinco votantes le siguieron diciendo que se adhieren “al voto e intención del maestro Vicente”.

La Doctrina Social y Política de la Iglesia es inmensamente superior a todas las ideologías políticas. Todo los males actuales de las naciones han venido por el olvido y desprecio de la Ley de Dios. El 11 de diciembre de 1925, Pio XU, publica la encíclica “Quas Primas”, sobre la realeza de nuestro Señor Jesucristo. El Vicario de Cristo, afirma: “El mundo ha sufrido y sufre este diluvio de males porque la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su sanctísima Ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; es imposible toda esperanza segura de una paz internacional verdadera mientras los individuos y los Estados nieguen obstinadamente el reino de Nuestro Salvador. Por esto, advertimos entonces que la paz de Cristo hay que buscarla en el reino de Cristo”. (Quas Primas, 2)

Volvamos a la ley de Cristo. Las leyes democráticas son antihumanas y anti divinas. Volvamos al gobierno de personas “de ciencia y conciencia pura”. El cardenal Bergoglio, hoy Su Santidad Francisco, decía, que estamos en “la guerra de Dios”. Combatamos los nobles combates de la fe: “No temáis. Abrid, más todavía, abrid de par en par las puestas a Cristo. Abrid  a su potestad salvadora los confines de los Estados, tanto los sistemas económicos como los políticos, los campos extensos de la cultura de la civilización y del desarrollo. No temáis” (Beato Juan Pablo II)

 

P. Manuel Martínez Cano mCR

Catecismo Social I

21 jueves Feb 2013

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Prólogo

Escribió Juan Pablo II en «Signo de contradicción”: “Las peores situaciones son la fotoaquellas en las que falta la claridad. En ellas desaparecen los confines entre el bien y el mal y reina el caos”. Para subsanar esta autén­tica tragedia, el mismo Juan Pablo II ha dicho a los obispos de los Estados Unidos: “Que el sagrado depó­sito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseña­do en forma cada vez más eficaz. El sagrado depósito de la Palabra de Dios que la Iglesia nos entrega, cons­tituye el gozo y la fuerza de la vida de nuestro pueblo. Es la única solución pastoral de los muchos problemas de hoy día. Presentar este sagrado depósito de la doc­trina cristiana en toda su pureza e integridad, con to­das sus exigencias y todo su poder, es una responsa­bilidad pastoral santa; es, además, el servicio más su­blime que podemos prestar”

En esta línea está pensado y escrito este libro, debido a la pluma del sacerdote y publicista bien conocido, Mn. José Ricart Torrens. Responde plenamente a las exi­gencias de la misión de la Iglesia en nuestros días: “La Iglesia, tratando de mirar al hombre como con los ojos de Cristo mismo, se hace cada vez más consciente de ser la custodia de un gran tesoro, que no le es lícito dilapidar, sino que debe acrecentar continuamente. En efecto, el Señor Jesús dijo: El que no está conmigo está contra mí. El tesoro de la humanidad, enriquecido por el inefable misterio de la filiación divina, de la gracia de adopción en el Unigénito Hijo de Dios, mediante el cual decimos a Dios Abba, ¡Padre!, es también una fuerza poderosa que unifica a la Iglesia, sobre todo desde dentro, y da sentido a toda su actividad. (“Re­demptor hominis», 18). Y es el mismo Papa que enseña: “En este campo del conocimiento humano, que conti­nuamente se amplía y al mismo tiempo se diferencia, también la fe debe profundizarse constantemente, ma­nifestando la dimensión del misterio revelado y ten­diendo a la comprensión de la verdad, que tiene en Dios la única fuente suprema. Si es lícito -y es nece­sario incluso desearlo- que el enorme trabajo por des­arrollar en este sentido tome en consideración un cierto pluralismo de métodos, sin embargo dicho tra­bajo no puede alejarse de la unidad fundamental en la enseñanza de la fe y de la moral, como fin que le es propio”. (“Redemptor hominis», 19).

Esta es la temática del «CATECISMO SOCIAL» que ofrecemos a los lectores. Una disposición altamente pedagógica presenta toda la selva de las ideologías contradictorias de nuestra hora en forma de diá­logo, con preguntas incisivas y respuestas concretas. Es un tesoro de doctrina que ya existe dispersa en el Evan­gelio, el magisterio pontificio y la experiencia históri­ca, comprobando a la luz de la fe, la valoración de los falsos sistemas y la verdad de la vida cristiana, con toda su proyección. Frente a los que han propugnado un falso sobrenaturalismo, desgajado de lo social, y a los que obsesivamente han vaciado el Evangelio en un temporalismo inhumano, otra vez -como siempre­- resplandece la fecundidad de la vocación personal a la santidad y la finalidad de la sociedad humana que no puede alcanzar sus metas y el bien común verdadero sin el Reinado social de Jesucristo.

Este libro sirve para todos. No está adosado a nin­guna clase social, edad, clan ni estamento. Diríamos que está indicadísimo para nuestra juventud que tiene que soportar toneladas de errores acumulados por ge­neraciones mayores, y que no tiene un instrumento de discernimiento a la mano. Este libro puede ser una excelente guía para esta juventud, a fin de que se inicie con el conocimiento más profundo del mensaje evan­gélico sobre el hombre y sobre la sociedad. Y sólo en el calor de la verdad encontraremos el clima del rejuve­necimiento que reclama el mundo en que vivimos. Es cosa cierta que la vejez del liberalismo y del marxis­mo ya no nos sirven. Como tampoco un cristianismo aburguesado, sofisticando el orden de la sociedad, el sentido de la autoridad, el papel de la participación po­pular, y las grandes coordenadas de la justicia, sola­mente posible en el entendimiento de la sociedad tal como Dios la quiere.

Juan Pablo II, enseñaba en Santo Domingo -cami­no de su peregrinación a Méjico-, el pasado 25 de ene­ro: “La Iglesia, experta en humanidad, fiel a los signos de los tiempos, y en obediencia a la invitación apre­miante del último Concilio, quiere hoy continuar su misión de fe y de defensa de los derechos humanos. In­vitando a los cristianos a comprometerse en la cons­trucción de un mundo más justo, humano y habitable, que no se cierra en sí mismo, sino que se abre a Dios”. Y no podemos dejar de recordar que este “CATECIS­MO SOCIAL” está editado por la revista “AVE MARIA”, de tan larga y profunda solera mariana y popular. Con Juan Pablo II repetimos: “La caracte­rística de este amor materno que la Madre de Dios in­funde en el misterio de la Redención y en la vida de la Iglesia encuentra su expresión en su singular pro­ximidad al hombre y a todas sus vicisitudes”, (“Re­demptor hominis”, 22),

“CATECISMO SOCIAL” es consecuentemente una convocatoria actual, a la altura del magisterio de Juan Pablo II, escrito con espíritu misionero, impregnado de la convicción que “nadie como María” -frase del Papa- nos lleva a Jesucristo, a su reinado, a las efu­siones divinas de la Redención. Con un tono muy vivo se nos recuerda lo que el cardenal Pie dijo certeramen­te: “Se ha ensayado todo; ¿no habrá llegado la hora de ensayar la Verdad?” De ahí que “CATECISMO SO­CIAL” debe convertirse en pan intelectual y fuego en los corazones. “En el poder de la Palabra de Dios encon­tramos energía para promover la justicia, testimoniar el amor, defender la sacralidad de la vida y proclamar la dignidad de la persona humana y su destino tras­cendente», decimos con Juan Pablo II. (A los obispos de Canadá). Este es el fondo y la perspectiva de este “CATECISMO SOCIAL”. Nos podemos felicitar.

José María Alba Cereceda, S.I.

Consiliario de la revista “AVE MARIA”

 

Benedicto XVI Dimite

21 jueves Feb 2013

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El año 2005 brincábamos de alegría, cuando dejaste de ser cardenal para garraldaconvertirte en Benedicto XVI. Hemos disfrutado de tu sencillez de buen Pastor, de tu alma fina con la confianza siempre puesta en Cristo, Verdad absoluta.

Hemos sido iluminados por tu inteligencia angélica, por tu religiosidad ferviente, y por tu pedagogía de la fe sin fisuras. Has escuchado  el ruido de los vientos del error, has aceptado los riesgos de la humanidad y de la Iglesia, ha sido la luz del faro sobre el acantilado del siglo XXI y fuerza de roca contra el oleaje de la adversidad.

Juan Pablo II no te aceptó la dimisión cuando cumpliste los 75 años, porque sabía que tú eras el mejor regalo del cielo para conducir el diálogo en el mundo moderno, el teólogo que conoce a fondo los temas fronterizos entre Fe y Razón.

Los que esperaban que fueras una caña agitada por el viento en el desierto han quedado defraudados, porque Benedicto XVI  sólo sabe decir amén a la verdad y no a los trapicheos  de quienes pretenden ser como dioses cambiando la misma ley de Dios a su antojo.

Has demostrado ser el continuador del Concilio Vaticano II, que está muy lejos de estar agotado, pero nunca al continuador de un post-concilio a espaldas del concilio. Los de talante marxista, que tanto abundan hoy en España, te acusaban de que “has querido erradicar la Teología de la Liberación”, por no querer distinguir ellos entre Teología de la liberación  de talante marxista, de la de talante cristiano.

En cierta ocasión tuviste que suplir a Juan Pablo II enfermo, en el Viacrucis del Viernes santo; y en tu meditación sobre la novena estación, cuando Jesús cae por tercera vez, pusiste el dedo en la llaga de una Iglesia caída, cuando nuestros cristianos se alejan de Cristo, arrastrados por la ola de la secularismo sin Dios; cuando Dios entra a menudo en el vacío y maldad del corazón que abusa del sacramento  de la presencia eucarística; cuando se falta al respeto al sacramento de la reconciliación, en el cual Cristo nos espera para levantarnos de nuestras caídas; cuando el mayor dolor le traspasa el corazón por la traición de sus discípulos y la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre.

Impresionaba este hablar de la Iglesia como el de un campo  en el que parece que abunda más la cizaña que el trigo, o un barco que hace agua por todas partes. Pero concluías diciendo que Cristo cae por tercera vez y se levanta para levantarnos y llega al Calvario para redimirnos y resucita para resucitarnos.

Y, ahora, caído por la debilidad de tus fuerzas, renuncias a ser obispo de Roma, no por cobardía sino por la valentía de tu humildad. Ves que te faltan fuerzas para remar mar a dentro, para que otro se haga cargo del timón  de la nave de Pedro y marque el rumbo conocedor de la rosa de los vientos.

Tres noticias de gran relieve han sonado esta semana: El meteorito de 130.000 toneladas caído sobre Rusia, el rayo que hemos visto fotografiado sobre la cúpula del Vaticano y tu renuncia, la gran sorpresa, que a todos nos ha cogido con el pie cambiado.

Tu renuncia voluntaria, obligado por la falta de fuerzas para tanto peso de responsabilidad, después de 600 años de la anterior renuncia, ha sido la noticia bomba de más peso histórico que el meteorito y de más susto que el simbólico rayo sobre  la cúpula de Miguel Ángel.

Vas a seguir siendo Benedicto XVI, pero traspasas tus poderes a un nuevo vicario de Cristo. Te vas a dedicar a la oración, en la clausura de un monasterio, para seguir salvando al mundo. Yo lo siento porque, los que no querían, en el año 2005 que fueras vicario de Cristo, hoy se frotan las manos. Pero espero que no pretendan aplaudir, hasta con las orejas, presumiendo que el nuevo Papa sea el que ellos ansían. Muy pronto saldremos de dudas. El Espíritu Santo, que nos ha traído, a caballo de los siglos XX y XXI, Papas de talla universal, volverá a confortarnos, con su fuerza divina, en estos tiempos de capa caída

Ángel Garralda García, Vicepresidente de la Hermandad Sacerdotal Española. 

     

La nueva evangelización de Juan Pablo II

20 miércoles Feb 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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El día 9 de mayo de  1983, dirigiéndose a los seglares de Uruguay. Su Santidad Juan Juan Pablo IIPablo II dijo que  la nueva evangelización debía ser: “Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”. Cinco años más tarde, el Papa dirigiéndose a los obispos de Uruguay, les recordaba que “compete a los laicos santificar las estructuras temporales” (…)

Frente a concepciones laicistas en el ámbito social y cultural, hacen falta cristianos que sean fuertes en la fe (1 fe 5,9), que “combatan el buen combate” (1Tim – 6,12) de que nos habla San Pablo, decididos a identificarnos con Jesucristo y a impregnar la cultura con los principios y enseñanzas del cristianismo”

La nueva evangelización consiste en predicar a tiempo y destiempo, oportuna e inoportunamente, las verdades eternas reveladas por Dios en la Sagrada Escritura y la Tradición divina, enseñadas infaliblemente por la Iglesia Católica. En un discurso a la Comisión Pontificia para América Latina (prácticamente América española, el beato Juan Pablo II dijo: “Hay que estudiar a fondo en que consiste esta nueva evangelización, ver su alcance, su contenido doctrinal e implicaciones pastorales; determinar los métodos más apropiados para los tiempos que vivimos; buscar una expresión que la acerque a la vida y a las necesidades de los hombres, sin que por ello pierda nada de su autenticidad y fidelidad a la doctrina de Jesús y la Tradición de la Iglesia”

Implicarse totalmente en esta nueva evangelización, no es algo optativo, sobreañadido a nuestra condición de católicos, sino una obligación ineludible de:discípulos de Cristo: “Sentir ardor apostólico significa tener hambre de contagiar a otros la alegría de la fe (…)

La evangelización será nueva en sus métodos si cada uno de los miembros de la Iglesia se hace protagonista de la difusión del mensaje de Cristo (…) será nueva en su ardor si a medida que se va obrando corroboráis más y más la unión con Cristo, primer evangelizador” (Beato Juan Pablo II) la unión con Cristo se fragua en la oración.

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En la nueva evangelización, reevangelización para las antiguas naciones cristianas, es imprescindible el testimonio de vida cristiana en todos nuestros ambientes“Todos vosotros estáis llamados a construir una ciudad nueva. Pero no se edificó una sociedad sin Dios, sin

la ayuda de Dios: sería una contradicción. Es Dios la garantía de una sociedad a medida del hombre”.


P. Manuel Martínez Cano mCR

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Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

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