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Eminentísimo Príncipe Primado:
Desde que estalló en el catolicísimo Reino de España la horrible guerra civil hemos seguido, tristes y condolidos, la valiente lucha de los fieles españoles contra las hordas diabólicamente organizadas del comunismo ateo internacional, empeñado con tesón satánico y artero en desgarrar del seno de la Santa Madre Iglesia un Reino célebre por su catolicismo y en destruir en el corazón de los fieles el Reinado de Cristo Rey. Ni un día hemos cesado de implorar la divina clemencia por nuestros hermanos de España, en la atroz prueba que padecen en defensa de la fe heredada y de sus patrias libertades; asimismo hemos exhortado a nuestros niños inocentes a hacerlo también con instancia, a la vez que por medio de nuestra prensa católica poníamos ante los ojos de nuestros diocesanos la verdad de lo que en España acaecía y el grave peligro que se cierne sobre la civilización cristiana entera.
Pero desde que recibimos la Carta Colectiva de Vuestra Eminencia y de los demás Excelentísimos Prelados españoles, fecha de 1° de Julio, vemos aún con más claridad lo que de antes nos decía nuestro instinto católico: los horrendos crímenes y atrocidades en España cometidos; los millares de templos venerados por su antigüedad, incendiados y asolados; los nuevos mártires españoles, diez Obispos, innumerables sacerdotes, religiosos y vírgenes consagradas a Dios; los cientos de miles de héroes, conocidos o no, que han dado su vida intrépidamente por defender la religión de sus padres. Al recordarlo y meditarlo no es posible ni contener la admiración ante tamaño heroísmo ni dejar de llorar con Vosotros tanta ruina, fruto del odio satánico.
Con estos sentimientos de fraterna caridad, los Obispos rumanos del Rito Latino, al juntarnos en la Conferencia Episcopal, deseamos de lo íntimo del alma manifestar a V. Emma. la compasión fraterna y el dolor al ver tan cruelmente desgarrado en vuestra patria el Cuerpo de Cristo, y al propio tiempo aseguraros que no hemos de cesar en nuestras asiduas oraciones, para que la Divina Misericordia se digne poner fin cuanto antes a la guerra fratricida de España. Mientras tanto, confiamos firmemente en que la Divina Clemencia, que suscitó en la nobilísima nación española tantos y tan grandes santos: Ignacio, Juan de la Cruz, José de Calasanz, Santa Teresa; y por el celo español trajo a la fe toda la América española, también en nuestros días, por las súplicas y heroicos ejemplos de los católicos españoles, y principalmente por la sangre de los nuevos mártires, derramada en honra de Cristo, traerá el triunfo católico en el mundo entero cristiano.
Dígnese Vuestra Eminencia aceptar grato esta prueba de cordial compasión, en nombre nuestro y de nuestros fieles, y hacerla llegar a los Venerables Hermanos los Obispos y a todo el cristiano pueblo español.
Bucarest, en las Conferencias Episcopales del 30 de noviembre y 1° de diciembre de 1937. De V. Emma. Rvdma., devotísimo hermano y servidor en Cristo.-Alejandro T. Cisar, Arzobispo y Metropolitano de Bucarest; Miguel Robu, Obispo de Jasi; Leopoldo Fiedber, Obispo de Satumare y Oradea; Agustín Pacha, Obispo de Tiurisoara; Adolfo Vorbnchuc, Obispo Auxiliar de Alba Julia.