Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

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La Voz de los Sin Voz XXV

12 miércoles Jun 2013

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Magdalena: Estamos recibiendo felicitaciones por nuestra aportación a “Contracorriente”. Nosotros hablamos de lo que nos viene al paso. Si algún amable lector, nos sugiere un tema, intentaremos complacerle. Lo que los tertulianos, tenemos claro es que, si no se pone un límite ético y moral a estos “demócratas de toda la vida”, institucionalizarán jurídicamente todo género de uniones: incestuosas, bestiales, pederastas, pluriafectivas…

Pedro: La pedagogía y enseñanza democrática es diametralmente opuesta a la enseñanza de la Iglesia. De hombres y mujeres sin formación humana y religiosa, puede esperarse cualquier cosa aberrante. No hay educación posible cuando se desprecia la verdad y no se enseña que la libertad humana es para hacer el bien, no el mal. Hacer el mal es libertinaje, injusticia y pecado.

Juan: Hemos oído y leído hasta la náusea, las alabanzas del Estado laico. No es verdad que las prácticas laicistas son neutras. Si todo es inmanente, como enseñan, se sitúan como antitrascendentes. El ejemplo de la retirada de los crucifijos del espacio público, no es una acción neutra. Lo que hacen esos demócratas es imponer totalitariamente su laicismo.

Salomé: Es evidente que lo de la neutralidad y la tolerancia es un camelo democrático para borreguitos. Cuando en sus programas ideológicos, toleran casi todo, los demócratas muestran su totalitarismo encubierto, siendo intolerantes con Dios y sus verdades.

Santiago: La Iglesia ha enseñado siempre que el fin terreno de la política es el bien común, que muestra la ley natural y regula el derecho natural. El derecho positivo, emanado de los parlamentos democráticos, no sirve como elemento definitorio del bien común. El aborto, la eutanasia y otras leyes democráticas antinaturales son ejemplos demoledores.

Judit: Estoy de acuerdo. El fin natural es el bien común de todos los integrantes de la comunidad. Asesinar a enfermos mentales, físicos y ancianos, para beneficiar a otros ciudadanos es monstruoso. El bien común es universal y trasciende, y al mismo tiempo, mantiene todos los bienes particulares, como enseña la Iglesia.

Pablo: No hay bien común si no se respeta el orden natural. La determinación del bien común, como enseña Pío XI, le corresponde a la ley natural. Las leyes positivas de los Estados, contrarias a la ley natural, son injustas y no obligan en conciencia.

Magdalena Presidenta

Catecismo Social XV

29 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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animales, autor preferido de Juan XXIII, catecismo social, conciencia, espíritu santo, fama del prójimo, familia, grados naturaleza, hipótesis, hombre, institución divina, libertad, monseñor Pie, orden natural, orden sobrenatural, plantas, presencia de Dios, racional, razón, sensitivo, tesis, vegetativo, verdad absoluta, vida de la gracia, voluntad

10 – Entonces, ¿qué es el orden sobrenatural?

Si el orden natural significa aceptar las leyes de vida de los grados que existen en la naturaleza -lo vegetativo para las catecismo socialplantas, lo sensitivo para los animales, lo racional para el hombre-, y actuar contra la misma en cualquiera de las mismas significa la muerte, el orden sobrenatural supone la aceptación del plan de elevación a la vida de la gracia, a la que Dios por Jesucristo, nos ha elevado. En el orden natural, para el hombre, se significa reconocer la razón y la voluntad, la conciencia y la libertad, orientadas a lo que nuestras facultades rectamente utilizadas nos llevan a alcanzar. La razón y la conciencia, la voluntad y la libertad, encauzadas debidamente, nos muestran que Dios es nuestro Creador, que no podemos blasfemar de ÉL, que hemos de darle culto, que la familia es de institución divina, que la vida humana y los bienes legítimamente queridos, así como la fama del prójimo, merecen nuestro respeto. Pero en el orden sobrenatural, además de estas exigencias, y por encima de los mismos alcances de la naturaleza, la gracia nos da una intimidad y una presencia de Dios íntima y más trascendente. El hombre, por la vida sobrenatural, tiene el Espíritu Santo y una participación en la vida divina, que le hace superar todas las deficiencias y heridas del pecado original. Y así se armoniza la razón y la fe, lo natural y lo sobrenatural, lo temporal y lo divino y adquiere toda su dimensión el destino humano. Lo más contrario al orden natural y al orden sobrenatural es viviseccionar la vida privada y la vida pública, admitir la existencia de Dios y la divinidad de la Iglesia y negarle su influencia en la sociedad. Con monseñor Pie -autor preferido de Juan XXIII- afirmamos: «Nunca enseñaréis que las virtudes naturales son virtudes falsas, que la luz natural es una luz falsa. ¡No! No emplearéis una argumentación rigurosa contra la razón para probarle, con razones perentorias, que no puede nada sin la fe. Si, por desgracia, se nos ocurriese enseñar tales proposiciones, caeríamos bajo las censuras de la Iglesia depositaria de toda verdad, que no se preocupa menos en mantener los atributos innegables de la naturaleza y de la razón, que en vindicar los derechos de la fe y de la gracia … Enseñaréis, pues, que la razón humana tiene su poder propio y sus atribuciones esenciales; enseñaréis que la virtud filosófica posee una bondad moral e intrínseca que Dios no desdeña en remunerar, a los individuos y a los pueblos, con ciertos premios naturales y temporales, y aun con más altos favores a veces. Pero enseñaréis, también, y probaréis con argumentos inseparables de la esencia misma del cristianismo, que las virtudes naturales, que las luces naturales, no pueden conducir al hombre a su fin postrero, que es la gloria celestial. Enseñaréis que el dogma es indispensable, que el orden sobrenatural en el cual el mismo autor de nuestra naturaleza nos constituyó, por un acto formal de su voluntad y de su amor, es obligatorio e inevitable; ENSEÑARÉIS QUE JESUCRISTO NO ES FACULTATIVO Y QUE FUERA DE SU LEY REVELADA NO EXISTE, NO EXISTIRA JAMAS NINGUN TERMINO FILOSOFICO Y SERENO en donde quienquiera que sea, alma selecta o alma vulgar, pueda encontrar el reposo de su conciencia, y la regla de su vida. Enseñaréis que no importa sólo que el hombre obre bien, sino que importa que lo haga en nombre de la fe, por un movimiento sobrenatural, sin lo cual sus actos no alcanzarán el fin último que Dios le señaló, es decir, la eterna felicidad de los cielos.» (<<Oeuvres»,t. II, págs. 380-381).

 

11 -¿Tiene algo que ver esto con lo que se llama la tesis y la hipótesis?

Es así. La tesis es el ámbito de la verdad absoluta, del ideal que debe mover a todo cristiano. La hipótesis, lo que en una situación concreta se puede hacer. El católico debe siempre propugnar la tesis, y sólo en caso de imposibilidad, acomodarse a la hipótesis. Lo que no se puede hacer es renunciar a la tesis, con pretextos de que actualmente su aplicación no tiene camino. Lo normal es la defensa a ultranza de la tesis. Y simultáneamente hacer todo el bien posible en aspectos parciales, pero no ceder por aspectos parciales la obtención de la meta total. No basta que los católicos hagan campañas aisladas en contra del divorcio, del aborto, del marxismo, en favor de la enseñanza católica, y descuiden y callen sistemáticamente sobre la obligación del Estado en profesar la verdadera religión, en donde es conocida y aceptada. Con el cardenal Pie repetimos: «Decir que Jesucristo es el Dios de los individuos y de las familias, pero no es el Dios de los pueblos y de las sociedades, es decir que ÉL no es Dios. Decir que el cristianismo es la ley del hombre individual y no es la ley del hombre colectivo, es decir que el cristianismo no es divino. Decir que la Iglesia es juez de la moral privada y que nada tiene que ver con la moral pública, es decir que la Iglesia no es divina» (<<Oeuvres»,t. VI, pág. 434).

 

Catecismo Social XIV

22 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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aborto, chesterton, conservar vida, corrupción, decálogo, derecho a la vida, derecho al matrimonio, derecho natural, doctrina católica, elecciones, eutanasia, existencialismo, falsas filosofías, frutos trabajo, homicidio, humana, integridad temporal, intelectual, leyes positivas, materialismoo, moral, mutilación, orden natural, pablo VI, perfeccionarse, procreación, profesional, propagarla, relativismo, religiosamente, robo, salud, sociedad, suicidio, tortura, vida ocial

7 -El orden natural, ¿debe influir en la vida social?

Es su fundamento. Las leyes que hacen los hombres -las que llamamos leyes positivas no pueden contradecir el orden catecismo socialnatural que responde a esas tres imperiosas experiencias: el hombre quiere conservar su vida, quiere propagarla, y quiere perfeccionarse humana, profesional, moral, intelectual y religiosamente. Todo hombre comprende y defiende su derecho a la vida, a la salud, a la integridad temporal, a la posesión de los frutos de su trabajo. El homicidio, el aborto, el robo, el suicidio, la tortura, la mutilación, la eutanasia, contradicen la más primordial inclinación del orden natural. También el derecho al matrimonio, a la procreación, son inclinaciones universales. Contra ellas están la homosexualidad, el adulterio, los anticonceptivos, el divorcio. Es requisito del orden natural que el hombre tenga medios para obrar libre y virtuosamente, así como alcanzar la cultura, la vivienda, la profesión y todo cuanto coadyuve a su perfección.

«El Derecho natural es lo natural para todos, excepto para el que no es natural», sentenciaba Chesterton.

 

8 -Nuestra sociedad, ¿acepta el orden natural?

Evidentemente, en muchos casos, se conculca y pisa el orden natural. Todo eso es fruto de falsas filosofías -materialismo, relativismo, existencialismo-, de la corrupción voluntaria de muchos, de los gobiernos que prescinden del orden natural obsesionados exclusivamente en ganar elecciones, reducir la política a un inmoralismo práctico, y a negar en la vida pública que Dios tiene un Decálogo y unos imperativos que surgen en cuanto no están corrompidos. Las consecuencias de negar el orden natural las demuestran las guerras continuas, los presupuestos militares de las naciones que se comen y consumen las mayores energías de la nación, el aumento de medios policíacos y represivos para ahogar los desórdenes y los terrorismos, y el creciente número de suicidios que en las naciones más descristianizadas, a pesar del nivel de vida, aumentan sin cesar. Tristemente, con una escalada de los suicidios juveniles. Y aquí no hacemos hincapié en que la negación del orden natural tiene trascendencia en orden a la salvación de las almas. Los gobernantes, los responsables de la vida pública -profesores, periodistas, sacerdotes- tendrán que responder mucho ante Dios de este capítulo. Porque lo legal no puede divorciarse de lo ético, o sea, del orden natural y la doctrina católica, en una nación con mayoría de bautizados.

 

9 -¿Quién debe interpretar el orden natural?

Indudablemente la Iglesia tiene también esta misión de defensa del hombre en sus más íntimas esencias y realidades. Dice Pablo VI: «Ningún fiel querrá negar que corresponda al magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible -como tantas veces han declarado nuestros predecesores- que Jesucristo, al comunicar a Pedro y a los apóstoles la autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus mandamientos los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse» (3-VIlI-1968).

Catecismo Social XIII

15 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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16, anticientífico, azar, ciencia, condición racional del hombre, derecho natural, eterna, existencialismo, Gaudium et Spes, hacer el bien y evitar el mal, juicio final, juicio particular, libertad, materialismo, orden natural, preguntas fundamentales, razón, razón de la propia existencia, reino, reino animal, reino mineral, relativismo, responsabilidad, sentido religioso del hombre, todo es materia, VaticanO II, vegetal

IlI. EL ORDEN NATURAL Y EL ORDEN SOBRENATURAL

 

1- ¿Existe un orden natural?

Fluye de la condición racional del hombre. El hombre está por encima del reino mineral, catecismo socialvegetal y animal, aunque participe de algunas condiciones de los mismos. Pero, por encima de todo, el hombre tiene razón, libertad y responsabilidad. Y estas características reclaman un concepto del propio hombre y de todo lo que nos rodea.

 

2- ¿Cuáles son las preguntas fundamentales que debe plantearse todo hombre?

Son las más sencillas y las más profundas que empalman las raíces comunes para los hombres de todos los tiempos, culturas y clases. La razón de la propia existencia, el destino de la misma y el itinerario que hemos de seguir, concretados en estos interrogantes: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué vivo? Es imposible orientar la propia vida y la sociedad sin resolver estos enigmas.

 

3 – Para el cristiano están dadas las respuestas. ¿Quiénes las niegan?

El cristiano sabe que venimos de Dios, en definitiva, por medio de los padres. Que terminada la existencia temporal, el alma espiritual, simple e inmortal, tendrá que dar cuenta a Dios, en el juicio particular, y en el juicio final para toda la humanidad, de cómo ha discurrido su vida, si en gracia o apartado de Dios. Y como que el hombre nace y se desarrolla en la sociedad, la gloriosa primogenitura de hijos de Dios por encima de todas las cosas materiales ofrece las grandes motivaciones de lo que llamamos el orden natural, o sea, aceptar la realidad y la esencia del propio hombre y de la sociedad, sin menoscabo de los cambios accidentales. Niegan el orden natural los materialistas, los relativistas, los existencialistas.

 

4 -¿En qué consisten estas ideologías?

El materialismo afirma que todo es materia, incluso el pensamiento y el espíritu humano. Sus más radicales errores proceden de asegurar que la materia es eterna y que todo es producto del azar. Esto, además de ateo, es totalmente anticientífico. Ni la materia es eterna ni el universo se explica por el azar. y las ciencias cuanto más se profundizan ofrecen argumentos apodícticos en contra de la eternidad de la materia y del azar como causa del mundo. Para los materialistas no hay orden natural. Niegan a Dios, de Quien en definitiva procede el orden natural.

El relativismo sostiene que todo es cambiante y que la realidad es algo vaporoso. El relativismo sólo se fija en las variaciones accidentales. Entonces, para los relativistas, la religión, la moral, la ética, son totalmente variables. Nada es vigente para todos los tiempos. Todo se transforma y se cataloga como opiniones de una época. Los relativistas no admiten las normas permanentes del orden natural.

El existencialismo ataca de frente el orden natural. Ni siquiera admite que el hombre tenga naturaleza. Para Jean Paul Sartre -corifeo del existencialismo ateo- el hombre es su «proyecto de libertad» y «un absur do entre dos nadas,. Al no admitir ninguna realidad, el existencialismo es fanáticamente subjetivista.

 

5 -La ciencia y el sentido religioso del hombre, ¿prueban el orden natural?

Ciertamente. La ciencia observa que los fenómenos están íntimamente enlazados con una precisión maravillosa. La química, los planetas, cualquier aspecto humano y del cosmos, exigen una tal compleja combinación, permanente y sapientísima, que ni el materialismo, ni el relativismo, ni el existencialismo, puede justificarse. Hay transformaciones, pero en las mismas hay algo que no cambia. Y lo que cambia no anula lo permanente. Cada animal engendra a otros de su misma especie. Cada árbol, los mismos frutos. Ni un elefante alumbra pollitos, ni un peral produce plátanos. Si esto sucediera, lo valoraríamos como algo anormal. Y la conciencia del hombre distingue perfectamente un acto virtuoso de un crimen, una generosidad de un robo, un abrazo de una puñalada. Y esto en todos los tiempos de la historia. Ya hace muchos siglos que Aristóteles enseñaba que lo único que es relativo es el relativismo. Y lo mismo cabe afirmar del materialismo y del existencialismo.

 

6 -Entonces, ¿en qué consiste el orden natural o, lo que es lo mismo, el derecho natural?

El orden natural es aquel conjunto de principios o de normas que todo hombre considera como algo suyo. El Vaticano II ha recordado que «en lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer» (Gaudium et Spes, 16). Sintetizando podríamos decir que aparece como evidente este principio para todos los hombres: hay que hacer el bien y evitar el mal.

 

 

Renacer a la Vida Sobrenatural

09 miércoles Ene 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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humanismo_3El cristiano debe santificar su vida personal, familiar, laboral y social. Las actividades humanas, que por sí mismas tienen su propia autonomía, no son independientes de Dios. Una política sin Dios, no puede solucionar los problemas humanos y sociales. La ciencia y la técnica no hacen a los hombres mejores. No hay auténtico humanismo sin Dios. Sin la gracia de Dios, el hombre no puede santificarse, ni cumplir con sus obligaciones: quitad lo sobrenatural y sólo quedará lo antinatural (Chesterton). Desde la creación de Adán y Eva, hay una lucha constante entre los hijos de Dios y los hijos de las Tinieblas. El diablo y sus secuaces persiguen y tientan a los hombres para que se aparten de Dios. Por el pecado original tendemos hacia el mal, pero con las gracias actuales que recibimos podemos hacer el bien y santificarnos. La mayor desgracia para el hombre es vivir en pecado mortal.

El renacimiento que exaltó la naturaleza humana y despreció la vida sobrenatural; el protestantismo con su explosión de orgullo y pesimismo; la Revolución Francesa, que separa definitivamente la política del orden establecido por Dios; son fracasos históricos del hombre que han confinado con el comunismo, intrínsecamente perverso; el narcisismo pagano; el socialismo inhumano y el liberalismo del non serviam y su capitalismo salvaje. Todas estas ideologías han pervertido el orden natural y sobrenatural establecido por Dios. Así ha llegado hasta nuestros días la corrupción y confusión que nos envuelve a todos.

El cardenal francés Pie decía: se ha ensayado todo. ¿No habrá llegado la hora de ensayar la verdad?. Cardenal PieLa mayor obcecación del hombre, el peor pecado es no vivir en la única verdad. La verdad que perfecciona al hombre y lo eleva a la vida sobrenatural: la verdad evangélica.

El venerable Papa Pablo VI decía: El cristianismo tiene la virtud de infundir esperanza y de dar vida, y no sólo en un orden propio, el religioso y sobrenatural, sino de infundirla también en el orden profano y natural.

La nueva evangelización nos apremia, combatamos los nobles combates de la fe; ¡por Cristo, por María, por España, más, más y más!

 P. Manuel Martínez Cano, mCR.   

 ** LOS MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, DIOS MEDIANTE, SON PUBLICADOS NUEVOS ARTÍCULOS **

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